Los argentinos no transformaron los clubes deportivos en sociedades anónimas, sino que han acuñado una denominación original a su reforma: el ‘gerenciamiento’. Se trata de un cambio voluntario, simplemente se otorga una nueva alternativa a la gestión de los equipos. El ‘gerenciamiento’ consiste en un contrato de franquicia entre un club deportivo y una sociedad anónima.
La franquicia incluye la cesión del conjunto de derechos de propiedad del club como pueden ser las marcas, denominaciones, derecho a participar en competiciones, al uso de los estadios o aquellos relativos a la retransmisión de acontecimiento por televisión. El franquiciado explota todos los activos referidos a la competición deportiva, incluidos los derechos de transferencia de los deportistas profesionales, pero la propiedad sigue siendo del club.
La sociedad anónima pagará un canon de entrada y otro de carácter mensual durante el período de duración del contrato de franquicia. Todos los beneficios derivados de la explotación de los activos del club depararán en el franquiciado, es decir, en la sociedad anónima. La propia legislación nos indica los criterios que debe seguir el club a la hora de adjudicar el contrato de franquicia al referirse que se deben tener en cuenta los intereses de la acción social y deportiva del club deportivo. Este tipo de contrato obliga a los gestores a conciliar los intereses de ambos grupos buscando un equilibrio entre el rendimiento económico y el deportivo. Los directivos de dicha sociedad deberán procurar obtener los mayores beneficios para satisfacer a sus accionistas que buscan rentabilizar los fondos comprometidos. Pero a la vez deben atender los deseos de los socios del club franquiciador para que al vencimiento del contrato de franquicia les vuelvan a elegir como franquiciada.
A pesar de las ventajas que presenta el modelo, su llevada a la práctica no está exenta de dificultades. Es el caso del equipo Quilmes Atlético Club que llegó a un acuerdo con la empresa Exxel para formalizar un contrato de franquicia por diez años. Ante unos determinados reveses deportivos y el importante monto de las inversiones comprometidas, la sociedad anónima decidió rescindir el contrato y la gestión retornó al club deportivo.
Un caso diferente es el del equipo Racing Club de Avellaneda que tras ser intervenido judicialmente por suspensión de pagos alcanzó un acuerdo de franquicia con la empresa Blanquiceleste S.A. para la gestión de los activos a cambio de hacer frente a la deuda contraída por el club. De esta manera el club logró evitar su desaparición y continuar en funcionamiento.