A tres euros con sesentaysiete el litro. Casi nada. Y lo malo no es eso, sino que el sindicato La Unió-COAG afirma que el precio se triplica desde el campo a la mesa. El mismo litro, a pie de huerta, costaría un euro con seis céntimos. ¿En qué se va esta diferencia del 246%? El sindicato prefiere ser políticamente correcto y hablar de la "cadena de valor alimentaria", pero evidentemente hablamos de los intermediarios y las grandes superficies. Al final, quienes estamos pagando esta diferencia somo tanto los consumidores como los propios agricultores, por lo que el sindicato ha decidido presentar esta situación en la reunión de hoy del Observatorio de Precios, convocado por el Ministerio de Agricultura.
Pero no creo que sean muy optimistas respecto a los resultados que puedan obtener, ya que la diferencia de precios entre el agricultor y el consumidor es algo que se viene denunciando desde hace ya mucho tiempo sin ningún resultado apreciable. Lo que más me preocupa, como asiduo preparador y consumidor de gazpacho en tiempos estivales, es que lo que reclaman los agricultores es una legislación que garantice "una mayor participación" en el valor de los productos, ya que afirman que actualmente solo participan en el 27%. Lamentablemente, esto solo puede alcanzarse de dos formas: o los consumidores seguimos pagando precios exobirtantes y las grandes superficies e intermediarios renunciar alegremente a parte de sus beneficios, cediéndoselos a los agricultores... O se incrementan los precios de los productos y los consumidores acabamos pagando el pato. ¿Qué os parece más probable que ocurra? Entendeme bien, no es que simpatice especialmente con los intermediarios (ni me caen especialmente antipáticos), pero otra cosa que no entiendo es que se reclame al Ministerio que aplique políticas encaminadas a una mayor participación de los agricultores "teniendo en cuenta los costes de producción y las rentas de los agricultores". Respecto a los costes de producción, casi mejor ni entramos en el tema de las subvenciones a la agricultura para mantener los precios de los productos artificialmente altos, algo fuera de toda discusión y que ya podéis empezar a encontrar hasta en los libros de la ESO (el ejemplo es sobre la ganadería, así que imaginaos la agricultura). Pero el tema de las rentas ya me parece un abuso: es equivalente a que, desde mi empresa, reclamásemos al gobierno que nuestros clientes nos paguen más por ley para así mantener el nivel de vida. En mi opinión, si un sector no funciona, no funciona, y creo que flaco favor nos hacemos subvencionándolo y subsidiándolo indefinidamente. Evidentemente, las cosas no son tan sencillas como parece que las enuncio: hay millones de agricultores en la Unión Europea que no pueden quedarse de la noche a la mañana fuera del sistema y sin posibilidad de sostener a sus familias. Mi pregunta entonces es ¿qué se ha hecho con los fondos destinados a la reconversión del sector que la Comisión Europea ha ido liberando durante los últimos treinta años? O expresado de otra forma, ¿por qué hay tanto Mercedes en el campo?
Vía | levante-emv.com