Hace tan sólo unos días les escribimos sobre los efectos reales (más allá de los deseados) que podría tener la política de repatriación de producción que la administración Trump parece decidida a acometer. La cuestión es que ya empieza a haber múltiples opiniones en Europa y en España que abogan por tesis similares, que se podrían enmarcar dentro de un naciente nacionalismo económico.
Pero el tema es que las economías estadounidense, europeas y española, si bien tienen grandes similitudes, cuentan también con grandes diferencias que les separan. Así que para nuestros lectores, esos que se preocupan por las nuevas realidades económicas que pueden estar a la vuelta de la esquina, la pregunta (y análisis) obligado es: ¿Qué ocurriría en España si decidiésemos repatriar Producción al territorio nacional al igual que está haciendo el presidente Trump?
El resumen de los efectos sobre la economía estadounidense
El análisis que les trajimos sobre el caso estadounidense llevaba por título "El plan de Trump puede no funcionar: repatriar producción tal vez no cree tantos puestos de trabajo", y pueden leerlo aquí en caso de que no lo hicieran en su día. Para los que no tengan el tiempo o las ganas de leer el post completo, les resumo aquí en unas pocas líneas las conclusiones a las que llegamos entonces, para que así puedan valorar el análisis que les traemos hoy aplicándolo a la realidad económica española.
El principal factor a tener en cuenta en el caso estadounidense se basaba en el alto grado de automatización y robotización que está alcanzando su tejido productivo. De hecho, la actividad de la industria manufacturera en Estados Unidos ha recuperado la senda alcista desde 2010, poniendo fin al declive que caracterizó a la década pasada. Pero el hecho determinante es que esa tendencia positiva no se ha traducido en una creación acorde de puestos de trabajos en este sector productivo, cuyo número se ha mantenido cerca de los mínimos desde 1980. El mismo artículo del MIT (Massachusetts Institute of Technology) que les enlazaba en el post anterior se atribuye a la robotización su principal argumentación por la que Estados Unidos no crearía tantos puestos de trabajo industriales si repatriase producción.
El escenario español y su distinta realidad
Pero las cifras que arroja la economía española parecen mostrar un escenario que podría ser distinto a este lado del Atlántico. La primera noticia que me hizo sospechar de ello fue la aparecida en el diario Expansión, que les enlazo aquí, y que informaba de cómo el sector manufacturero español ha impulsado el ritmo de creación de empleo en Enero de este año hasta máximos desde 1998. La primera cuestión que debemos plantearnos en nuestro análisis es a qué nivel de empleo y afiliación a la Seguridad Social se corresponde. Y la segunda cuestión es: ¿Qué está pasando en Europa en este tema?
Para que puedan apreciar con algo más de detalle el caso estadounidense, les incluyo este link al artículo de la Institución Brookings, que incluye una gráfica que muestra cómo desde 2000 hasta 2013 se han perdido en el país norteamericano más de cinco millones de puestos de trabajo en el sector manufacturero, bajando desde los más de 17 millones de empleados del año 2000 hasta los poco más de 12 millones de 2013. Una evidente tendencia bajista, que actualmente sitúa al empleo del sector cerca de mínimos desde los años 80. Pero lo más relevante, y que me gusaría destacar aquí, es que la reciente recuperación que viene experimentando la actividad del sector manufacturero en Estados Unidos desde 2010, tras la Gran Recesión, no ha venido acompañada por una recuperación acorde del empleo industrial más allá de un casi imperceptible repunte de tan apenas unos (muy) pocos cientos de miles de puestos de trabajo.
En el caso español la realidad es bien distinta. Lo cierto es que, según pueden leer aquí en el Dossier mensual Encuesta Coyuntura Industrial del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, el gráfico II.1 de la página 6, muestra cómo tanto el nivel de empleo desestacionalizado del sector industrial español como el número de afiliados a la seguridad social del sector industrial han girado al alza desde 2012. Ya hay voces que predican que estamos asistiendo a un punto de inflexión en la tendencia del empleo industrial, y otras voces además abogan por repatriar producción a territorio nacional para incentivar la creación de puestos de trabajo en el sector.
Pero entrando a analizar las cifras con detenimiento, podemos observar que lo que se puede apreciar en la gráfica del documento enlazado antes es que se trataria tan sólo de un frenazo en la fuerte tendencia bajista de los últimos años. Según pueden apreciar en las gráficas insertadas al comienzo del presente párrafo, el empleo en el sector industrial español ha venido estando de capa caída hasta donde abarca la serie, es decir: hasta 2015. A la vista de los datos del INE de las gráficas de arriba, no sólo se puede confirmar la evidencia de que España es un país de servicios, sino que, por el peso relativo del sector industrial, para que su potencial crecimiento pueda implicar cifras relevantes para el conjunto del empleo nacional, debería haber no sólo un incremento relevante, sino casi una revolución en el sector, especialmente teniendo en cuenta el contexto de empleo industrial a la baja que está teniendo lugar en otras economías a pesar del repunte de la actividad de los últimos años. Un cambio tan sustancial en el sector industrial sólo podría venir de la mano de un cambio de modelo productivo como el que analizamos en la serie que sintetizamos con el broche final del artículo "Cambio de modelo productivo, ¿Qué debería hacer España?"
Es cierto que las series del Instituto Nacional de Estadística no abarcan aún el supuesto giro que ha tenido lugar a finales de 2016 y principios de 2017 del que hablaba el artículo anterior del diario Expansión. El tema es que, sin quitar un ápice de bondad a un dato alentador, realmente hay que relativizar por ahora un repunte que puede ser puntual, especialmente dado que el rebote parte del suelo dibujado por el contexto de crisis generalizada y profunda que ha venido experimentando la economía española en los últimos años. No resulta anormal experimentar un mero rebote, que puede ser incluso sustancial teniendo en cuenta que se da a partir de unos niveles especialmente deprimidos. No considero relevante el hecho de que esto haya ocurrido en España en los últimos meses (vs. el 2010 de EEUU), puesto que la profundidad de una Gran Recesión que en España habría merecido otro calificativo más dramático, lógicamente ha traído una recuperación más tardía después de sondar profundidades sensiblemente más oscuras.
La prediccón más evidente debería ser que en el sector industrial español estamos asitiendo a la recuperación en diferido que ya han experimentado otras economías occidentales, y por ello, lo más probable es que el empleo industrial tome la misma senda ligeramente alcista de nuestros vecinos, pero sin estar a la altura de la recuperación de la actividad del sector. No obstante, no podemos acallar en este análisis esas voces que auguran una recuperación sustancial del sector industrial español, puesto que sobre futuribles, ya saben que nadie tiene la bola de cristal. Por lo tanto, en las siguientes líneas vamos a analizar qué podría significar que efectivamente el empleo industrial español creciese a tasas considerables, al contrario de lo visto en otras economías avanzadas.
Lo verdad que escondería un supuesto crecimiento del empleo industrial en España
Hay conclusiones importantes más allá de la interpretación más inmediata, y que sería tirar las campanas al vuelo por ver cómo en España se crea empleo en un sector en donde otros alumnos aventajados no han sido capaces de crearlo. La verdad que en realidad unas cifras de empleo industrial demasiado positivas no estarían sino ocultando un panorama más sombrío que se cerniría sobre la economía española, y más en concreto sobre nuestro sector industrial y manufacturero. Al igual que para el MIT en el caso estadounidense la falta de creación de empleo industrial, a pesar el repunte de la actividad, es achacable al gran nivel de automatización y robotización que está alcanzando el sector en los últimos años, en España que creásemos empleo industrial a espuertas al repuntar la actividad sólo podría ser achacado exactamente a lo contrario.
Mientras que Estados Unidos y las potencias europeas más avanzadas no crean empleo en similares condiciones por la automatización y robotización de sus plantas de producción, si por el contrario el sector industrial español crease empleo, sólo podría ser debido a que nuestro nivel de automatización y robotización industrial se demostraría sensiblemente inferior al de nuestros vecinos occidentales. Ven ustedes ahora como, lo que habría sido un punto fuerte de nuestra economía, analizado con más detalle se ha tornado en una potencial amenaza. En este supuesto escenario, repatriar producción a España sin duda crearía puestos de trabajo en el corto y medio plazo, tal vez en mayor proporción que en el caso de nuestros vecinos, pero ello no nos debe evitar ver que, en el largo plazo, que España no abrazase una tendencia inevitable, como es la automatización y robotización, sólo podría traernos graves consecuencias.
La verdad es que una tendencia más alcista que la de otros países desarrollados sería coherente con el hecho de que España es un país con unos costes laborales a medio camino entre los de los países más desarrollados y las potencias emergentes. A menor coste laboral, obviamente hay menor incentivo para automatizar y sustituir trabajadores por máquinas, puesto que, si los trabajadores perciben menores sueldos, el ROI y los beneficios de introducir robots son menores en términos diferenciales.
El tema no está sólo en la comparación con Estados Unidos. Hay que señalar que, en Europa, según pueden ver en la gráfica 2.6 de Eurostat de este estudio sobre el mercado interior publicado por la Comisón Europea, el escenario industrial es similar al estadounidense. Al igual que en Estados Unidos, desde el año 2000 hasta 2013 en Europa se ha incrementado la actividad del sector manufacturero en cerca de un 10%. E igualmente, desde que finalizase a este lado del Atlántico la Gran Recesión como tal, allá por 2010, la recuperación de la actividad del sector manufacturero tampoco ha venido en Europa de la mano de una recuperación sensible de su nivel de empleo industrial, que se ha mantenido en el suelo dibujado por la Gran Recesión con ligeras oscilaciones apenas perceptibles.
Pero la comparación es mucho más preocupante cuando echamos la vista más allá de los Pirineos. Nuestros mercados naturales son los mercados europeos. Son nuestros clientes más inmediatos, y a su vez también nuestros competidores más cercanos. Que el sector industrial Europeo nos llevase sensiblemente la delantera en la automatización y robotización de las plantas de producción, sería todavía más preocupante, y sólo podría acabar trayendo un futuro en el que el sector industrial español perdería competitividad fuertemente. La automatización y robotización masiva de las plantas manufactureras ha venido para quedarse, y lo que es más, para crecer de forma imparable.
Habrá que ver cómo se soluciona el problema de que vaya a haber millones de robots produciendo bienes para unos consumidores que están dejado de fomar parte de la fuerza laboral, y por tanto de tener ingresos y capacidad de compra. Pero ese es otro problema que deberemos abordar todas las economías avanzadas en algún momento (más bien presente), y tienen algunas propuestas al respecto por parte de un servidor. No debemos apartarnos del hecho de que la robotización de la fuerza laboral será (y está siendo) inevitable, por lo que agarrarnos al optimismo ingenuo de que podríamos estar supuestamente evitándola tampoco nos va a librar más que de nuestros clientes en el largo plazo, porque nuestros productos acabarán siendo menos competitivos en Europa y en el mundo.
Acallando esas voces que sacan pecho porque en España vayamos supuestamente a poder crear empleo industrial donde otros no lo han creado, les diré que, en este caso, simplemente deberíamos alegrarnos (o más bien resignarnos) a correr la misma suerte que nuestros vecinos. El escenario menos negativo que podría estar aguardándonos es que, en caso de repatriar producción, veamos que entregamos en su día a la globalización puestos de trabajo humanos, y que, si vuelve algo, nos van a volver puestos con botes de lubricante para robots en vez de botiquines. Pero lo que nunca debemos perder de vista es que España tiene (y siempre ha tenido) un gran poblema de innovación, y con el progreso tecnológico exponencial de los últimos lustros, o nos ponemos rápidamente a ello, o pronto nos quedaremos fuera del tablero, aunque en el tablero sólo queden robots.
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