Con la que está cayendo, los planes de Rajoy y la UE no ayudan en nada a la economía española

A casi cinco años del estallido de la crisis subprime en Estados Unidos, en agosto de 2007, y a casi cuatro del colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008, vemos que el mundo sigue empantanado en una crisis financiera sin precedentes y con una cadena de errores cometidos que lejos de aliviar los problemas, los ha potenciado. Si la crisis que reventó hace cuatro años dio cuenta de un sistema financiero totalmente corrupto y fraudulento, lo que se ha vivido desde entonces no ha sido más que la lucha empecinada por mantener en pie ese cadáver. Todo ese culto a la llamada banka zombie es lo que ha hundido aún más a la economía mundial.

Los datos de los índices Markit, así como las estadísticas de crecimiento y empleo, dan cuanta que hoy toda la economía mundial se encuentra en recesión. Y aunque se intente afirmar que Estados Unidos ha tenido una recuperación aceptable desde el estallido de la crisis, lo cierto es que se dirige hacia la crisis más profunda desde la segunda guerra mundial. Lo mismo para Europa, China y Japón. Y también para los países emergentes que han comenzado a ver la caída en sus exportaciones, el único dato que los diferenciaba de los países industrializados.

La economía mundial está estancada, mientras que la políticas monetarias han perdido todo efecto de reactivación. Ni siquiera el recorte del BCE en 0,25% genera muestras de alivio, dado que la inversión se encuentra paralizada y sin opciones de reactivación. La banca privada, en su vertiginosa carrera de desapalancamiento, tiene cerradas las ventanillas de crédito, y las millonarias inyecciones de liquidez no han permitido dar respiro a las inversiones productivas. Se vive una situación de desasosiego y cansancio como pocas veces en la historia y la sensación global es de miedo al presente y al futuro. La economía ha hecho implosión y la aplicación de más recortes y más planes de austeridad como los que ha impuesto el gobierno español da cuenta que el aguacero de infortunios continuará por mucho tiempo.

La economía mundial se encuentra viviendo un poderoso proceso de contracción dado que lucha por revertir el excesivo apalancamiento del período de la bonanza. Sobretodo el apalancamiento financiero. A modo de ejemplo, en Estados Unidos, la deuda del sector privado que pasó del 112 por ciento del PiB de 1976, a 296 por ciento del PIB en 2008, en el primer trimestre de 2012 descendió al 250 por ciento del PIB, lo que da cuenta de la velocidad del desapalancamiento privado y de la fuerte caída de la inversión que desde el año 2009 es negativa.

Este proceso de desinversión o desapalancamiento es lo que Richard Koo ha llamado la recesión de balance, y que requiere acciones de política diamentralmente opuestas a las que emprende el gobierno español y la Europa de Angela Merkel. Es la masiva desinversión la que ha provocado ahora la gran recesión global, que amenaza convertirse en gran depresión global con los planes de austeridad que imponen los lideres europeos.

De esta manera, la borrachera del crédito que rindió grandes frutos a la banca en su período expansivo, sigue ofreciendo rendimientos al sistema financiero en su momento de contracción dado que se insiste en mantenerlo a flote por la vía de la presión a los déficit fiscales. Si se entendiera que hay que olvidarse de los déficit fiscales (por lo menos en los momentos de crisis), se reduciría la presión al sector público y al menos uno de los sectores de la economía podría impulsar el crecimiento. En las actuales circunstancias en que el capital privado está paralizado, no puede asimilarse el capital público como un momento normal de la economía sino como un momento extraordinario e inusual. Pero se adopta el esquema monetarista que solo propagará aún más el desempleo y la decadencia.

En una recesión de balance como la que vive España, no debe darse prioridad a los déficit públicos. Estos deben desaparecer del mapa de lo observable dado que los elementos que deben estar bajo la lupa son el empleo, el crecimiento y los saldos en la balanza comercial. Una vez que estos se empinen por sobre la linea de flotación, puede obligarse a cumplir con los requisitos del déficit. Es algo de simple sentido común. Algo que han perdido completamente los lideres europeos en su afán de mantener las apariencias, y al sistema financiero zombi.

En El Blog Salmón | La propuesta de Richard Koo para la recesión de balance española


Más información | El FMI anuncia una rebaja de sus previsiones sobre el crecimiento mundial

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