Los doce países implicados en el acuerdo, además de Estados Unidos y Japón, que han actuado como locomotoras del mismo, son Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Estos países sellaron ayer un nuevo marco arancelario que afectará a industrias como la farmacéutica, la automovilística o la textil.
Tenemos ante nosotros uno de los acuerdos regionales más importantes de la historia, ya que como señalamos al principio, llega a unir al 40 % de la economía mundial. Sin embargo, no está exento de polémica, pues Estados Unidos se beneficiará de importantes reducciones fiscales en muchos de los productos que exportará, lo que le permitirá competir con mayores facilidades.
Por otra parte, sus detractores también temen que la industria farmacéutica se aproveche del mismo, suba costes y dificulte el acceso a ciertos tratamientos a los ciudadanos más pobres. Además, el nuevo marco laboral que contempla el tratado siembra dudas en determinadas industrias, como la automovilística en México, o la de los productores de leche de Canadá.
Sin duda, el secretismo en las negociaciones entre los países firmantes ha sembrado importantes dudas. No obstante, es más que probable que las ventajas de este acuerdo superen a sus inconvenientes. La cooperación suele traducirse en beneficios para todas las partes.
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