Debo reconocerlo, formo parte de los desafectos. No estuve sentado delante del televisor en Nochebuena para escuchar el mensaje de Nochebuena del Rey. Lo vi a posteriori, y la verdad, es que me propuse no acabar el año en el blog sin dedicarle una entrada a este discurso de Navidades del 2012.
¿Por qué debemos dedicarle una entrada en el blog a esta performance? Pues más que nada por las múltiples referencias a la situación económica que realiza la primera institución del país. Por ver cual es la visión que tiene sobre lo que nos ocurre. Para leer entre lineas aquello que pasa por la mente de alguien que habla con unos y con otros fuera de la lucha partidista. para todo ello, y por lo visto, para finalmente quedarme con la certeza de que su tiempo ya pasó.
Empecemos con la puesta en escena. Y aquí he de confesar que, no habiendo visto muchos mensajes navideños, la de éste en concreto resulta lamentable. Para empezar, ese plano desde fuera del despacho del Rey en plena noche me recordaba a aquello de la lucecita encendida de El Pardo, reforzado por ese momento de “me habéis pillado leyendo”. Y el efecto es igual de risible. ¿Pretenden construir una imagen de trabajador incansable, de persona que vela por nosotros mientras nos dedicamos a pelar las gambas? Si es así, no quiero pensar en la imagen que tiene de sus súbditos /ciudadanos.
Prescindiendo de estos aspectos formales, lo cierto es que hubo varios pasajes que me recordaron a lo peor de nuestro pasado reciente en la relación del homo hispanicus con la economía. Por ejemplo, el pensar que la confianza es una suerte de talismán, de piedra Rosetta, para salir de este lío. Sinceramente, me recordaba aquello del optimismo antropocéntrico de aquel que nos e pude nombrar, de sus insistencia en los brotes verdes, etc. Pero hombre de Dios, si entre otras cosas hemos llegado hasta aquí por confiar en exceso, por confiar en dichas instituciones, en dichas instancias de poder, permitiendo que estas dispusiesen en excesos sobre nuestras vidas y haciendas. ¿Confianza dice?
Pero es que la conexión con la Escuela Leonesa de Economía se vislumbra también al final del post, cuando insiste machaconamente en que no todo es economía, para reivindicar su papel para la gran política. Recuerdo como el profeta de la Nueva Izquierda criticaba que sólo se hablase de economía. No supo ver las fisuras de nuestro crecimiento y lo que ocurría es que no quería hablar del tema, pues entendía que aquello no era una baza electoral. En este caso, aunque por motivos distintos, el monarca tampoco quiere que la economía lo monopolice todo, y reclama su lugar para la gran política, para los grandes pactos, etc…
La gran política, los grandes pactos, el gran consenso es responsable, junto con otros factores, de nuestro estado de postración. Esos grandes acuerdos han sido grandes contratos comerciales para repartirse cuotas de poder y de dinero, para sangrar ese tejido productivo para el que reclama confianza y al que le exige un enésimo esfuerzo. Sólo le ha faltado decir lo de aquel comisario político sevillano, con las cosas de comer no se juega y el que se mueve no sale en la foto. ¿Acuerdos con quién y para qué?, ¿quién va a pagar el coste de dichos acuerdos?
Por otro lado, la referencia a Europa e Iberoamérica me ha sonado a un triste payo-dame-argo. Cada día que pasa, España es menos parte de la solución, en la medida en que nuestros acreedores van reduciendo su exposición a la marca España. La estrategia de nuestros acreedores pasa, en primer lugar por trasladarnos a nosotros el riesgo que habían contraído con España, y en segundo con aceptar como parte del pago determinados activos o cesiones.
Por lo demás me quedo con el siguiente pasaje:
También el sacrificio de todos los españoles que dejan ahora nuestro país para conseguir mejores condiciones de vida para ellos y sus familias. Su experiencia y preparación constituirán a su regreso un importantísimo efecto dinamizador de nuestra economía.
Es decir, que después de que no hayan podido encontrar en España la oportunidad para desarrollarse profesionalmente, espera que vuelvan el día de mañana para poder ser sangrados oportunamente. Tremendo, ahora no tienes sitio, pero mañana serás un contribuyente de pro.
Sinceramente, si el Rey piensa que se puede salir a antena con un mensaje estas características el 24 de diciembre de 2012, estamos mucho peor de lo que pensamos. Para evitar pasar semejante bochorno le propongo algo más corto y tierno, de un nivel infantil: uno de los camellos está malito y el Rey Mago Estado no podrá repartir todas las prestaciones por las que habéis pagado unos (y no pagado jamás otros).
Para una próxima entrega queda saber quién disparó al camello, que sufre una aguda intoxicación de plomo. Con confianza , eso sí.
Vía | RTVE
En El Blog Salmón | ¿De qué hablan el rey y los sindicatos?, Reflexiones económicas del Rey en el discurso navideño