La "economía de la montaña rusa", en la que vivimos montados en un viaje ferial que dura ya desde hace décadas, parece que encara una nueva y dura caída. No sólo son los indicadores adelantados (que siempre seguimos atentamente) los que nos marcan una nueva bajada al vacío, sino que son incluso los propios mercados los que también la atisban: las bolsas ya tienen miedo.
Esta caída promete ser (de nuevo) épica, y no porque se trate de una crisis más al uso, sino porque los ingredientes con los que se ha ido cociendo la receta de esta nueva crisis, al calor del (relativo) boom precedente, son unos ingredientes explosivos (otra vez). Esperemos que el barman sepa darse cuenta a tiempo de que no debe agitar mucho la coctelera, aunque puede ser que sea ya demasiado tarde...
El "Bloody Mary" que nos han preparado viene demasiado cargado de pimienta
Desde estas líneas podemos acertar en mayor o menor grado en nuestras predicciones socioeconómicas (y en alguna ocasión también podemos equivocarnos, obviamente), pero lo que nunca les faltarán serán datos, opiniones objetivas (y alguna subjetiva también), y razonamientos coherentes. El fin último no es otro más que servirles de ayuda a la hora de detectar futuros riesgos, anticiparse a lo que podamos tener por delante, y evitarles alguna que otra desgracia de pérdida monetaria.
Y entre esos datos anticipatorios, con un especial valor predictivo, están los llamados indicadores adelantados. Precisamente por su carácter predictivo, éste es un campo especialmente difuso y oscuro, pero en el que hay algunos faros que claramente arrojan luz en la noche sobre los peligrosos riscos, permitiendo a los navegantes socioeconómicos evitar la colisión. Uno de estos faros se encendió de repente en la noche que empieza a oscurecer ya nuestro cielo, y se trata de la curva de tipos, que actualmente presenta una forma invertida, lo cual indica una potencial futura recesión.
Esta tendencia contra-natura apunta a esa nueva recesión porque los tipos a largo ofrecen menos rentabilidad que a corto, lo cual indica que los operadores ven más incertidumbre en el corto plazo, a pesar de que en cuanto más cerca más fácilmente se pueden proyectar las inversiones y los mercados. Ello apuntaría a una crisis inminente, pues lo que se paga con rentabilidad es el riesgo. Los mercados reaccionaron consecuentemente con descensos importantes a una situación que no se veía desde 2007, cuando estallaron las subprime, y que conste que esto último ocurrió una vez que este análisis ya estaba escrito (tuve que actualizarlo).
La semana pasada, otro de esos faros se encendió también. Realmente no puedo decirles que me sorprenda ni lo más mínimo. Los lectores más habituales ya saben que venimos desde hace varios trimestres alertando ya de varios riesgos, algunos de los cuales son además preligrosamente sistémicos. También era algo que "ya tocaba", tras un ciclo de (relativo) boom económico (mayormente en base a recortes de impuestos y expectativas demasiado infladas e insufladas) que ya ha durado más de 120 meses, frente a una media de 58.4 meses en los booms disfrutados desde 1945. Si no tenemos ya la siguiente crisis encima, para nuestra desgracia, no puede quedar ya muy lejos en el horizonte.
Ese otro faro que les digo que se encendió la semana pasada, y que fue el que encendió todas las luces rojas para un servidor, motivando este análisis, fue un faro en un sector clave en la economía mundial, pero que además es muy significativo a la hora de predecir desaceleraciones económicas y crisis en un contexto de economía globalizada. Efectivamente, el sector del transporte es clave, puesto que mide de forma bastante precisa el pulso del comercio internacional. Y eso, en una socioeconomía todavia fuertemente globalizada, supone un inequívoco termómetro del pulso de la economía en su conjunto.
Pues bien, ese sector del transporte, por boca de uno de los grades operadores del mercado y con relevancia a nivel global como es FedEx, ha afirmado que detecta una inequívoca tendencia de desaceleración global en el transporte de mercancías y paquetes en el conjunto de las economías del planeta. Va a ser que la globalización nos unió de verdad a todos en la misma flotilla socioeconómica, y que las crisis y los booms han resultado ser ahora más globales que nunca antes en la Historia socioeconómica reciente. Y no crean que desde estas líneas damos la misma credibilidad a todos los indicadores adelantados: por ejemplo el Baltic Dry Index que trata de medir el pulso del transporte marítimo es un indicador mucho más volátil y menos fiable por diversos motivos.
Por otro lado, si bien es totalmente cierto que en el artículo de "La Globalización entra en su nueva fase al ralentí: bienvenidos a la 'Slowbalisation'" les concluimos que muy probablemente nos estemos dirigiendo hacia un mundo menos globalizado y más regionalizado (con fuertes superpotencias líderes de su región), de nuevo, una vez más, eso tan sólo es una tendencia incipiente que les marcamos en fosforito desde estas líneas. La socioeconomía es un buque de gran calado, por ello sus maniobras son lentas y sus inercias muy poderosas. Por lo tanto, no piensen que este tipo de componentes y tendencias sistémicas van a cambiar el sistema bruscamente en cuestión de cuatro días (eso sólo ocurre con conflictos bélicos o procesos revolucionarios). A pesar de las conclusiones anteriores sobre esa "Slowbalization", las conclusiones del análisis de hoy también son al mismo tiempo perfectamente válidas (y compatibles).
El porqué de que esta vez el postre de la crisis que nos han preparado sea muy probablemente intragable
Pues desde la economía más analítica, para responder al título anterior, debo remitirles a dos de las claúsulas de matemática lógica más importantes: las causas que pueden desencadenar la crisis por un lado, y las consecuencias que ésta va a suponer, en relación a las cuales ocupan un lugar muy destacado las armas de que disponemos para luchar contra dicha crisis. Y lamento informarles de que ninguna de estas dos claúsulas pintan nada (pero que nada de nada) bien. No se equivoquen, no estamos siendo agoreros (¡Qué más quisiéramos que poder permitirnos cometer ese error!), tan sólo estamos siendo realistas con los riesgos que se avecinan. Y a la vista están los datos que les expondremos a continuación.
En el extremo izquierdo del ring, con mallot rojo, está la causa de una nueva crisis al más puro estilo subprime (sí, otra vez) que amenaza seriamente con materializarse en una nueva debacle. Ya se lo anticipamos hace meses en "El furor por los préstamos de alto riesgo vuelve a Wall Street: no aprendemos" . Pero no crean que éste va a ser por sí solo el desencadenante más crudo en esta ocasión. Este tipo de tendencias efervescentes financieras funcionan muy bien (especialmente para algunos) mientras la economía va viento en popa, pero estallan explosivamente en cuanto viene viento en contra. Así ocurrió con las subprime, y así puede ocurrir también en esta ocasión con los CLOs en cuanto el mercado se deteriore: los CLOs son precisamente el equivalente coporativo a los CDOs hipotecarios que desencadenaron la crisis subprime, y con su efervescencia el mercado ha entrado en la misma peligrosa dinámica.
En estos casos, de confirmarse el fatídico escenario, se va formando una pequeña bola de pérdidas, que irá creciendo ladera abajo conforme la desaceleración se vaya desarrollando en su máxima plenitud, al irse deteriorando de forma exponencial la calidad crediticia de los subyacentes conforme se vaya demostrando que los créditos se estuvieron concediendo a espuertas, y que no había efectivamente capacidad de repago real bajo unas condiciones lo más mínimamente adversas. El asunto alcanzaría así el máximo rango de bola de nieve masiva, acabando por impactar contra las casas del pueblo situado al fondo del valle. Y es entonces cuando la desaceleración se transformaría en crisis, y muy probablemente sistémica. Para nuestra desgracia (y peligro), ya hasta nos estamos acostumbrando a esta sombría palabra de "sistémica" en los últimos lustros.
Y ahora, ¿Qué podrían decir los banqueros centrales cuando en el horizonte ya se atisba la próxima crisis? ¿Deberían alertar sobre los excesos para tratar de paliarlos en la medida de lo posible o deberían limitarse a los "whatever it takes"? Pues como en todo en economía, depende de lo que les interese para desempeñar su cometido (sea cual fuere). Aquí la pregunta no es tanto qué van a decir, sino qué es lo único que pueden decir. Y a juzgar por las declaraciones de Draghi tranquilizando a los dirigentes europeos, porque (dice él sorprendentemente que) una recesión en la eurozona es muy poco probable, la única interpretación salmón que cabe ante esta afirmación negacionista es que el banquero central está literalmente entre la crisis y la pared.
¿Y por qué Draghi va a optar por negar la evidencia de que toca recesión (si no es ahora, lo será en breve)? Pues por una sencilla razón sobre la que ya venimos también alertando desde hace tiempo desde estas líneas, como ya les analizamos en el artículo "A los Bancos Centrales no les va a dar tiempo a recargar la artillería antes de que llegue la próxima crisis". Draghi ahora mismo tiene el arsenal casi vacío para poder luchar contra la próxima (gran) crisis, así que su casi única opción sería realizar otra mera maniobra de fuego de artificio (que oigan, su efectividad puede que llegue a tener en algún momento como lo tuvo en el pasado).
Así que, bajo este supuesto, y siendo en ese caso totalmente inviable subir de repente los tipos al 4 o 5% para ganar algo de margen desde el que luego bajarlos para reactivar el crecimiento cuando la crisis nos atenace, lo único que podría hacer es recurrrir a otro "whatever it takes" preventivo, que busque más la influencia directa sobre la economía que tratar de anticipar lo que podamos tener por delante. Esto es una mera opinión (fundamentada), y además totalmente subjetiva: llévense eso por delante. Pero, como siempre, es totalmente coherente y argumentada, y espero de todo corazón (y con-razón) estar completamente equivocado por el bien de todos. Pero como analista me veo en la obligación de exponerles los escenarios más probables, siendo éste tan sólo eso: un escenario más con su propia probabilidad de suceso (distinta del 100%).
Algunos dirán que la crisis subprime ya está cerrada, pero lo cierto es que todo apunta a que vivimos una crisis multi-cíclica
Pues hay sectores económicos que quieren ver esperanzadamente que la crisis subprime ya es cosa del pasado. Alabándoles su positivismo, lamento considerar que nada más lejos de la realidad. Y ya no es por lo que les comentaba antes de que los CDOs sean "el primo de Zumosol" de los CDRs de las subprime, sino porque además actualmente los males de hoy son consecuencia directa del ayer de la crisis anterior. Las dificultades económicas que vienen no son consecuencia únicamente de los excesos cometidos durante el último (relativo) boom (que también), sino que además hay una herencia de por medio.
Convertidos por los gobernantes en el "rescatador de último recurso" desde hace varios años, si nuestros Bancos Centrales no disponen ahora de armas para luchar contra la virulencia de la próxima crisis, es precisamente porque nuestra economía todavía está pagando los efectos de la anterior. No ha habido tiempo material para recuperarse de una debacle tal como la subprime, y una parte importante del precio a pagar por aquello podría haber sido simplemente aplazado en el tiempo, añadiendo más onerosas facturas pendientes por el camino.
Eso es ni más ni menos la definición misma de una crisis multi-cíclica, en la cual la crisis se extiende en el tiempo a los largo de sucesivos ciclos económicos. El nexo de unión es que se presenta una línea causal común, que va uniendo en funesta relación causa-efecto las sucesivas sub-crisis que componen la crisis multi-cíclica. Los lazos de cowboy para cazar crisis y reses del ayer, pueden acabar siendo nuestras sogas al cuello de hoy.
Así que, en el estado actual de las cosas, lamento informarles de que lo más que podemos hacer ahora mismo en este viaje de la citada "montaña rusa" es simplemente agarrarnos a los asideros, y ya no sólo por lo económico que pueda venir. En este viaje vamos a tener muchos otros compañeros también indeseados, porque la propaganda internacional está en plena efervescencia. Y esa propaganda muy probablemente va a poner su punto de mira especialmente en el muy disputado terreno económico, siempre objeto estratégico de encarnizadas conquistas socioeconómicas: es precisamente en las épocas de crisis donde surgen las grietas socioeconómicas más peligrosas y sistémicas en el buque de cualquier sistema socioeconómico.
Al final resultará y todo que increíblemente la crisis económica incluso era un viaje comparativamente "menos peor"
El problema es que esa propaganda, dada su propia naturaleza agitadora y de promover el conflicto social (y de cualquier otro tipo que se tercie), no dudará en buscar las nuevas fisuras en nuestra nave al calor de la crisis. Con desinformación y mentiras tratará de ensancharlas al máximo hasta conseguir hacer de ellas vías de agua, con las que tengan opciones de enfrentarnos visceralmente unos contra otros. El fin último no es otro sino tratar de conseguir hundir nuestro buque, para a continuación desembarcar sus tropas socioeconómicas en nuestras costas.
La Historia es una sucesión de guerras y conquistas militares y socioeconómicas, de imperios que caen y de otros que emergen, de sistemas que se van y de otros que vienen... pero lo que hasta ahora no había ocurrido nunca antes es que sean los propios ciudadanos los instrumentalizados, introducidos como Caballos de Troya dentro del propio sistema democrático. Tratan de utilizarnos como armas para destruir el sistema desde dentro, y además pueden conseguir hacer esto a golpe de click, con millones de personas enfervorizándose tras leer un simple post de intencionadas medio-verdades, estratégicamente dirigidas a la línea de flotación.
Con la próxima gran crisis, y sin quitar su parte de culpabilidad a los que cometen los excesos, corremos el riesgo de servirles nuestra propia cabeza en bandeja de plata, y lo más pobable es que esa crisis la tengamos ya casi encima. Apenas queda tiempo. Y lo que hemos visto hasta ahora puede quedarse meramente como las primeras refriegas. Lo peor muy probablemente esté por venir, económicamente y... ciber-militarmente. Economía y sociedad nunca estuvieron más unidas: lamentablemente, esto también es socioeconomía (de la mala).
Sospechen cuando alguien apele a su lado más pasional e irracional, y ármense de cultura, lecturas rigurosas y espíritu crítico: esta guerra no se librará en campo abierto, sino en nuestras propias mentes. O nos hacemos fuertes mental, informativa y democráticamente, o cortamos el ciber-vector de ataque desactivando el arma con la que nos atacan, o... la tercera alternativa (a evitar por todos los medios) es entregar nuestro régimen de libertades al atacante. Y no, si tienen que recurrir a estos manipuladores y agitadores métodos para lograr sus ocultos objetivos, no pueden tener reservado para nosotros nada demasiado bueno para el día después: les delata que demuestran no tener ningún argumento con el que poder convencernos por las buenas.
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