Las recuperaciones económicas, al igual que las crisis precedentes, son un codiciado objeto de concienzudo estudio por parte de economistas y académicos. Al igual que no hay dos crisis iguales, no hay dos recuperaciones iguales, y además no hay tampoco dos superpotencias con las mismas repercusiones calcadas ni aunque sean de una misma crisis. Las notables diferencias econométricas entre cómo estos eventos afectan a una u otra área económica es un apasionante campo para tratar de arrojar algo más de luz sobre la ciencia económica (con mis debidos respetos a los que no la consideran ciencia).
La crisis del Coronavirus, a pesar de lamentablemente haberse llevado tantas vidas preciadas de nuestro lado, y de estar destruyendo inclementemente tejido productivo y puestos de trabajo, también nos ha traído nuevos escenarios socioeconómicos, los cuales habrá que analizar para al menos tratar de sacar conclusiones que pueden ser muy relevantes, y que pueden ayudar a encajar mejor en un futuro estos golpes secos socioeconómicos. De hecho, hay diferencias importantes entre cómo está teniendo lugar la recuperación económica en un país u otro, y se están marcando significativas distancias entre la recuperación europea frente a la de los países de la órbita anglosajona. Y no, por esta vez la recuperación de la actividad no está siendo más dinámica allí, sino que es Europa la que está liderando esa recuperación.
De los millones de desempleados por la crisis del Coronavirus, a los empleos que se van recuperando con la re-ignición del motor económico
No hace falta que les analicemos de nuevo la catástrofe económica que ha supuesto la pandemia (y lo que nos queda), con decenas de millones de desempleados en apenas unas semanas en cualquiera de las superpotencias que publican cifras macroeconómicas mínimamente fiables. Y esta fiabilidad es un punto siempre realmente relevante en economía, pero lo es especialmente en el escenario del Coronavirus, donde en general la calidad de las cifras ha dejado bastante que desear, empezando por las increíbles cifras iniciáticas chinas de Enero, que trataron de ocultar la realidad de lo que allí se les había desatado, y ante las que ya les advertimos que anticipaban una auténtica pandemia mundial, como de hecho ha acabado por ocurrir.
Sin ir más lejos, tomando de referencia a esa primera potencia económica mundial que (todavía) es EEUU, éste ha sido el país del mundo “econometrizado” donde el desempleo se ha multiplicado más catastróficamente, llegando a cifras absolutamente inconcebibles que incluso han llevado a miles y miles de familias de clase media a tener que recurrir masivamente a comedores de caridad, esperando pacientemente en colas kilométricas de coches sólo para conseguir una mísera ración de subsistencia. Y ante esta evidencia es cuando ha llegado la hora de la verdad, demostrando ciertos los análisis de los que advertíamos que la clase media estadounidense (y la de otros países) llevaba años perdiendo poder adquisitivo y peso socioeconómico (a pesar de la tímida recuperación final que llegó demasiado tarde), y que como consecuencia de ello apenas disponían de recursos y ahorros para pasar el más mínimo bache o imprevisto económico. Otro dato que ya hacía entrever la magnitud de un potencial desastre socioeconómico en los Estados Unidos, y en el que a EEUU se le unía Reino unido, era cómo el pleno empleo en ambos países distaba mucho de ser real, y era un mero producto de unas cifras imprecisas que no estaban adaptadas para medir la nueva realidad económica de los trabajadores de aquellos países. El hecho es que allí el trabajo a tiempo parcial involuntario arroja desde hace años unas cifras apabullantes, pero sus sufridores ya no contaban estrictamente como desempleados, aunque sus ingresos (también parciales) no les llegaban tan apenas para llevar una típica vida con unos mínimos estándares de clase media.
En Europa, aunque el panorama hoy por hoy tampoco es nada halagüeño, e incluso es especialmente sombrío en lo que al futuro político-social se refiere, sin embargo ya les analizamos cómo las redes de contención social y la diferencias del modelo europeo podían hacer que un bache temporal, como el traído por el Coronavirus, pudiese ser absorbido menos dramáticamente que en un país como EEUU, donde despedir a parte de la plantilla es mucho más ágil (aunque sea por motivos coyunturales). Y tampoco canten victoria con esto, puesto que a veces este sistema “a la europea”, en vez de amortiguar, simplemente hace sufrir la crisis con la misma virulencia, pero en diferido. Habrá que ver qué ocurre a la vuelta del verano, cuando los ERTEs temporales se quieran “metamorfizar” en EREs definitivos. Aún tenemos mucho que aprender con todo lo que nos queda por delante en el desarrollo de esta terrible crisis, y con cómo está afectando de forma diferente a los distintos sistemas socioeconómicos capitalistas. Pero los datos son los datos, y más allá de esperanzas y conjeturas a futuro, sea por lo que sea, el hecho es que a día de hoy la Europa continental está liderando claramente la recuperación económica post-Coronavirus, y tanto Estados Unidos como Reino Unido le van claramente a la zaga (y por bastante), a pesar de que el batacazo precedente allí fue especialmente duro. Y sólo eso ya es (muy) digno de un análisis como el de hoy.
A pesar de unos EEUU y un UK con mercados laborales mucho más dinámicos, en esta ocasión ha sido la Vieja Europa la que más vitalidad económica está demostrando (dentro de lo posible)
Pues ahí van esos datos, y es que recientemente Bloomberg publicó las cifras del índice de actividad diaria que está arrojando la actual recuperación económica, sobrevenida tras el levantamiento generalizado del confinamiento en diversos países. Y cuando esas cifras son puestas negro sobre blanco en un revelador gráfico como el del enlace anterior, las diferencias llaman poderosamente la atención de cualquiera. Y es que el tradicional dinamismo en la recuperación económica de los países de la órbita anglosajona ahora brilla por su ausencia, y tanto Estados Unidos, como Reino Unido, y otros países cercanos a esa órbita socioeconómica como Canadá, se sitúan todos (y con diferencia) en los últimos lugares del gráfico comparativo. Japón se sitúa en un plano intermedio. Y finalmente, para (gran) sorpresa de algunos, por el contrario los países de la Europa continental como Francia (prácticamente recupera el 100% de su actividad de Enero), Italia, Alemania y España (por ese mismo orden), lideran claramente la recuperación con mucho más brío que sus compañeros capitalistas anglosajones. Debemos decir también que, entre estos cuatro países europeos, España se sitúa en la posición menos dinámica, pero sacando aún así una ostensible ventaja respecto a los más rezagados.
Y esto último no es en absoluto un respaldo a la gestión económica de la pandemia en nuestro país, que no acaba de ser (ni de lejos) lo que debería, y que puede todavía seguir demostrando (y todavía con mayor dramatismo que hasta ahora) que las cosas se podrían haber hecho mucho mucho mejor. Porque no olvidemos que la vuelta del verano puede ser especialmente dramática en España en concreto, y ante ese panorama llaman la atención las lacerantes diferencias entre cómo por ejemplo Italia y Alemania han optado por apoyar a la economía con rebajas fiscales que suman ya más de 59.000 millones de euros, lo que tiene por objetivo prioritario reanimar la languideciente actividad económica, cuando sin embargo en España se ha optado por todo lo contrario, y ya se han anunciado importantes subidas de impuestos que sólo auguran un mayor deterioro económico con su habitual efecto depresor.
En unos trimestres veremos las diferencias y los diferentes efectos de estas dos recetas económicas europeas diametralmente opuestas, pero mucho me temo que España no podrá sacar mucho pecho por haberse echado “entre pecho y espalda” una significativa escalada de impuestos, que además llega en el peor momento posible para los que van a tener que soportarlos sobre sus hombros. No es nada nuevo, esto ya lo hemos visto en otras crisis de nuestro pasado reciente, con el resultado de que España infra-desempeñó frente a las principales economías europeas, pero parece que en este país no aprendemos del pasado y somos capaces de repetir los mismos errores socioeconómicos una y otra vez, para cuando luego llega el baño de realidad pasar oportunistamente a cargar con las culpas propias a otros que pasaban por allí.
Todo lo que estas cifras de evolución en la recuperación podrían estar escondiendo… Enciendan la luz y veámonos todos las caras (y las fórmulas socioeconómicas)
Pues si ya es apasionante tratar de dilucidar en el plano más económico el porqué de las diferencias en el desempeño de la recuperación entre diferentes países, ya es para no dormir la pasión por hacerlo en el plano más sistémico y socioeconómico. Si no fuese por lo dramático de la situación, el experimento de campo debería al menos servirnos para aprender (y mucho) de ese concepto de socioeconomía que re-acuñamos hace ya años aquí, y que es la verdadera base de todo y fragua los cimientos de nuestro progreso más real. Ya les anticipamos hace algunos meses, cuando analizamos la gestión española del Coronavirus, cómo quedaba pandemia para rato, y les dijimos textualmente que aún estaba por ver qué nefastas gestiones podían hacer otros políticos en cualquier momento, sin descartar que se pudieran incluso superar nuestras terribles marcas de entonces, que en aquel momento nos hacían líderes del mundo en desastre socio-sanitario.
Y en el análisis enlazado antes sobre la auténtica debacle del desempleo en EEUU también les dijimos que aquel mercado laboral y en general su economía era mucho más flexibles y dinámicas que las europeas, y que era probable que, igual que en la bajada habían destruido empleo a espuertas y perdido buena parte de su actividad económica, en la subida pudiesen hacer lo propio, al menos a mayor ritmo que Europa. Si bien este escenario todavía no puede ser descartado, puesto que ahora mismo en EEUU se puede decir que la nefasta gestión ha hecho que se pueda considerar que están zambullidos en una segunda ola del Coronavirus que se ha superpuesto sobre la primera (que no ha llegado a remitir), lo cierto es que hay otro escenario que también les hemos puesto de relieve en otras ocasiones, y que podría ser la explicación a los diferentes ritmos que la recuperación económica está tomando a uno y otro lado del Atlántico (y del Canal de la Mancha).
Y es que puede ser que esas diferencias no sólo sean achacables a que Europa haya salido antes de la pandemia (al menos de la primera ola), y que por ello haya un decalaje en los tiempos de la recuperación, porque, tal y como les decía, en una igualdad de condiciones que verdaderamente no acaba de ocurrir, sí que era de esperar que (incluso a estas alturas) la recuperación en EEUU fuese más enérgica. Pero, independientemente de una segunda ola que ha tomado forma tan sólo en los últimos días, realmente por ahora el confinamiento ya se había levantado también en EEUU y UK (de momento), con lo que la comparación con Europa sí que procede. Y además, este hipotético razonamiento de estar en una fase anterior que la europea no vale para el caso del Reino Unido, país en el que los tiempos marcados por las fases de la pandemia están infinitamente más próximos a Europa que a EEUU, por lo que en teoría la recuperación económica de Reino Unido debería ser tan boyante como la europea, y no mostrar las mismas grandes diferencias que separan a EEUU de nosotros. Así, habrá pues que buscar las causas de las diferencias de su floja recuperación en otro sitio, y lo que más llama la atención es que UK y EEUU son países que sí que presentan un gran parecido socioeconómico entre sí, con mercados laborales y economías muy similares en características y en evolución, compartiendo igualmente también en esa arrealidad que citábamos antes de un pleno empleo que no es tal).
Y es que las redes de contención social de los sistemas europeos podrían haber hecho su papel en esta ocasión, y haberse convertido en una opción que esté amortiguando el impacto de un desastre económico tan masivo pero tan definido en un corto plazo de tiempo: esas redes estarían haciendo de bote de salvavidas no sólo para los más afectados, sino también para el conjunto de la economía ayudando a superar un bache temporal. Lo que está claro es que la respuesta al porqué de estas diferencias entre países en la recuperación pasa por la resiliencia de cada sistema socioeconómico y de cada mercado laboral a un gran gran gran cisne negro de características coyunturales como son las del funesto Coronavirus, y que desde estas líneas ya les anticipamos que por ejemplo podría tener unas consecuencias especialmente graves para UK con el Brexit de telón de fondo: a la vista están los tristes resultados de actividad salmón al otro lado del Canal de La Mancha (y al otro lado del Atlántico). Va a resultar que Europa no era tan mal sistema como algunos nos pintaban, en un ponderado medio camino entre el capitalismo más desatado y el centralismo más totalitario e hiper-controlador. El problema siempre ha sido que algunos nos quieren sacar del carril porque la viabilidad del sistema europeo no les viene nada bien ni a los unos ni a los otros: es el sino del centro, que le atacan siempre desde ambos extremos.
Y ya saben, llegados a este punto, de nuevo volvemos a decirles que ahora tampoco se puede descartar que los graves y reincidentes errores del ejecutivo de EEUU en la gestión de la pandemia puedan acabar por hacerles líderes absolutos en el desastre del Coronavirus, un extremo que siempre hemos contemplado como posible para ese caso y para el de cualquier otro país con dirigentes con más visceralidad que altura política. Conociendo además el "nivelazo" que se observa a nivel mundial, y las flagrantes diferencias en la gestión y en la comunicación de la pandemia que separan a algunos países (sin ir más lejos el abismo que separa a Trump de Merkel), del triste podio de los ganadores en fallecidos o desempleados por COVID-19 aquí no hay nada decidido, y no se puede descartar a ningún corredor. Y es que en concreto en EEUU aún está por ver cuándo y cómo saldrán de esta grave crisis sanitaria y socioeconómica, si esta crisis ha acabado por resquebrajar de verdad los cimientos de su sistema socioeconómico, y si son capaces de aprovechar la lamentable coyuntura al menos para llevar a cabo esa refundación del capitalismo que desde aquí tantas veces hemos reclamado como ineludible, y que tienen como asignatura (muy) pendiente, especialmenre en un escenario post-Coronavirus que sólo está expandiendo esas grietas sociales.
Reinventarse o morir, o tal vez simplemente la cosa sea ya tan grave como para que la decisión sea entre morir o morir con gran dolor; en todo caso “that is the question”. Por poner una nota de optimismo de barras y estrellas, al menos hay elecciones dentro de poco en las que los ciudadanos de aquel país tendrán la ocasión de corregir un rumbo que es a todas luces (muy) errado ahora mismo, y de empezar a gestionar mejor la pandemia y su crisis. Pero a buen seguro que alguno fuerza a que esa corrección deba pasar inevitablemente por un cambio de color político, frente a un simple cambio de dirigente del mismo color, porque es lo que tiene la erótica del poder: nadie quiere abandonarlo hasta que no se le cae el castillo de naipes literalmente encima. Y esto no es en absoluto una debilidad, sino que, mal que les peses a los autócratas, precisamente para eso son excepcionales las democracias, donde se caen los líderes pero se renuevan los sistemas. En los países con cultos personalistas no tienen esa fortaleza (ni opción a ella), y así les va: se hunden socioeconómicamente junto con su líder mesiánico. Benditas elecciones, pero de las de sin pucherazo ni resultados más cantados que la “Macarena” de Los del Río: elecciones de las de verdad, limpias, justas, y sin injerencias. ¡Quién nos iba a decir hace tan sólo una década que hoy en día estas tres cosas iban a ser mucho pedir!
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