La parálisis frente a un mundo en suspenso


Nadie puede saber cuanto tiempo durará esta recesión o qué tan profundo llegue. Esto se debe a la peligrosa combinación de recesión real y desempleo, que ha provocado una enorme caída en la demanda. El circuito producción débil-alto desempleo-caída en la demanda, establece una espiral muy compleja pues estos tres elementos están íntimamente imbricados y dependen mutuamente entre sí. El proceso para desarrollar un cierto equilibrio en estas tres variables es muy lento. La última vez que se hizo fue tras la crisis de 1929, que se prolongó por casi diez años. Recién a mediados de los años 40, tras la segunda guerra mundial, comenzó este proceso de rearmado de la economía mundial, que tuvo tres décadas de oro, como lo reconocen hoy la mayoría de los economistas serios. Tras la debacle de los años 70 provocada por la crisis petrolera y que se utilizó como cuña para introducir un modelo completamente opuesto al de las tres décadas anteriores, la economía gozó de esos buenos aires del dinero fácil, de la pujanza y el derroche. Ahora, los tiempos son muy distintos.

La peligrosa combinación que nos envuelve: alto desempleo-caída en la demanda-débil producción, no es fácil de revertir. Más aún cuando una gran cantidad de riqueza esencial, humana y material, fue destruida Esto es lo que hace aún más complejo revertir la tendencia: empleo-producción-demanda, y es también lo que hace más inestable al sistema y más vulnerable a los imprevistos (ahora tenemos la otra calamidad de la gripe porcina).

Desde la crisis de los años 30 se pensó siempre que los Estados Unidos tenían la receta, el don para superar las crisis. Y de hecho fue así durante los últimos 70 años pues tras cada caída Estados Unidos era el comprador de último recurso que en un tiempo prudente volvía las cosas a su normalidad. Pero ahora es Estados Unidos el que se ha derrumbado y su caída, como está señalado en La caída de un avión en llamas, tiende a ser cada día más estrepitosa que la de las torres gemelas, la del muro de Berlín o la del bloque soviético. Se parece plenamente a la caída del Imperio Romano por todo lo que implica y de lo cual testimonios como el Tetsuya Ishikawa, entre muchos otros, dan cuenta.

Para salir de esta crisis se requiere una comprensión real de qué fue lo que la provocó, cual fue su origen, donde estuvo la falla. Mientras no se comprenda esto, mientras no se detecte donde está el cáncer, será imposible avanzar en esta primera etapa no sólo para apagar el incendio sino para intentar rescatar a la mayor cantidad de víctimas. Esta es la necesidad que ha intentado cubrir Richard Posner al escribir su libro. En un lenguaje claro y comprensible intenta ver las cosas que estuvieron bien y las que estuvieron mal.
Posner siempre estuvo preocupado de la eficiencia, de la productividad, de los derechos de propiedad, a expensas de otros temas que también son relevantes como la equidad o los derechos humanos, incluido el más básico que es el derecho al trabajo. De ahí que tengan tanta envergadura las declaraciones que hace:

Algunos conservadores (mis correligionarios) creen que esta depresión es el resultado de las políticas gubernamentales. Yo creo que es una deficiencia del mercado
.

Si eso lo dice cualquiera de nosotros, no pasa nada. Pero el que lo dice es Richard Posner, uno de los máximos pensadores del área conservadora de la Universidad de Chicago. En ese caso, sus palabras llaman a una profunda reflexión.

Imagen | Mourner

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