Después de leer algunos de mis posts alguno puede pensar que soy un anarquista radical. O un anarcocapitalista. Vamos que he pasado de aquello de la propiedad es un robo a el Estado es un robo. Pues, aunque me caen simpáticos los unos (siempre preferiré a un anarquista antes que a un stalinista), y tengo puntos de coincidencia con los otros, en mi fuero interno, y quizás por formación me temo que no soy una cosa ni otra. Vamos, que si es por mi al Estado le queda larga vida. Cosa distinta es el tamaño de dicho Estado.
Pero lo cierto es que, en ocasiones, uno se debe descubrir ante los maravillosos mecanismos de redistribución de la riqueza que el Estado depara para aquellos ojos observadores, emprendedores. ¿Quién ha dicho que el Estado no premia la innovación, al que arriesga, al que apuesta? estos mecanismos ocultos de redistribución de la renta que ha descubierto Sevach hacen que vea al Estado con otros ojos, que cosas. A continuación os cito las 10 maneras (legales) de Sevach para hacerse rico a costa de la Administración Pública, con algún pequeño comentario mío:
- Investigar patrimonio público…y obtener la recompensa: La Ley 33/2003 establece una recompensa del 10% para aquel ciudadano que promueva ante la Administración expedientes de investigación de inmuebles que pudieren pertenecerla, y de lo cual no tuviese constancia. Vamos, que se premia al chivato. Es más, y me extraña que Sevach no lo cite, las Comunidades Autónomas y las Diputaciones competentes recompensan igualmente a aquellos que les pongan sobre la pista de herencias que pudiesen corresponder a las arcas públicas. Hay incluso empresas montadas ad hoc.
- Ejercer la acción pública en materia de urbanismo para eliminar edificaciones ilegales… y desistir mediante precio a cargo del denunciado: viejo como el tiempo. las facilidades de nuestra ley y la permisividad de algunos jueces han permitido que florezcan presuntas asociaciones que usan esta herramienta con bastante habilidad. Y aunque el perjudicado tenga razón, es más que posible que si es un empresario que se juega lo que se juega, prefiera la mordida.
- Reclamar indemnización por deficiente funcionamiento del mantenimiento de las vías públicas… e inflar la indemnización: las aceras y los transportes públicos son lugares tremendamente peligrosos. Especialmente curioso es que haya gente con cierta predisposición a que le pasen sucesos en dichos lugares y a sufrir tremendos dolores que no se ven pero están ahí. Oye, ni los delanteros de primera división.
- Aprovecharse de la incapacidad de la Administración para desarrollar y cumplir la legislación medioambiental: Sevach nos dice cómo alguno engrosa la cuenta de resultados de su empresa a cuenta de incumplimientos al respecto. Cierto, conozco casos sangrantes en los que ademas las fuerzas vivas progresistas, partidos y sindicatos, están muy de acuerdo en que se siga actuando así, que con las cosas de comer no se juega. Sin embargo, la mayor creatividad no la veo ahí, si no en otras dos facetas. Una, el uso hábil de la amenaza de denuncia por parte de la asociación o listo de turno, y la otra el chupeteo de la subvención correspondiente por instalar medidas ilusorias, celebrar actos de formación irrelevantes, etc…
- Abusar del silencio administrativo para obtener algo a lo que no se tendría derecho si la Administración resolviese expresamente: invitad a un amigo abogado a un café y que os explique eso del silencio positivo. Una vez detectado el típico negociado saturado que incumple radicalmente los plazos, nada como consolidar derechos o situaciones gracias a dicho instrumento. Otro día supongo que hablaremos de la falta de motivación en las resoluciones administrativas de copia y pega.
- Celebrar contratos administrativos como contratista a precio de saldo y luego acometer modificaciones al alza: este es otro clásico, que exige una excelente relación entre político y empresario, y que deja de fuera eso tan desagradable que es las competencia.
- Entrar de becario en la Universidad: este va a levantar ronchas, y creo que generalizar es excesivo. Eso si, pocas instituciones más endogámicas he tenido el disgusto de conocer.
- Afiliarse a un partido político y esperar a que suba la marea: todo un canto a ese camarón listo y espabilado al que no arrastra la la marea, si no que lo impulsa. Una de os modos más eficientes de redistribuir la riqueza que ha inventado nuestro Estado Social del Bienestar.
- Crear sociedades para prestar servicios ante la vigencia de nuevas leyes o planes de los gobiernos: quien quiere oir hablar de yacimientos de empleo. Hace tiempo que todos sabemos que el negocio está en el BOE.
- Utilizar los recursos administrativos y jurisdiccionales para evitar las sanciones, liquidaciones y otros actos de gravamen: causa sonrojo aquel que se dedica al filibusterismo procesal, y luego se queja del retraso de la Justicia, de la Administración, y de la extemporaneidad de sus actos, saturando el sistema y causando retraso a aquellos que si que quieren una Administración y una Justicia ágiles.
Lo dicho, que el Estado es como una madre. Eso si, sólo para unos pocos, para los demás una madrastra (de las de cuento).
Vía | El Blog de Derecho Público de Sevach
En El Blog Salmón | Érase una vez…el Gasto Público
Imagen | Eric Caballero