Una luz de optimismo para el modelo productivo en España: vendemos servicios más cualificados (aunque es por pagar poco)

España es mucho más que turismo. La economía nacional sigue avanzando, pese a la crisis económica, la inflación, la subida de tipos y la precariedad laboral y de vivienda. El PIB avanzó un 0,8% en el tercer trimestre y no es de extrañar que el FMI haya revisado al alza medio punto la proyección de España en 2024, hasta el 2,9%.

Las perspectivas de crecimiento de la economía española podrían alcanzar el 3%, por encima del 0,8% de la Eurozona y esto, en parte, es gracias al modelo productivo de exportaciones.

Los datos del INE demuestran el crecimiento económico. España ahora cambia su mentalidad y confía en un patrón exportador de servicios de alta cualificación y valor añadido, lo que reporta un saldo muy positivo del 2,3% del PIB. Así es cómo, con respecto a 2019, las ventas externas de servicios no turísticos han crecido un 40%.

Vendemos más, pero a bajo coste

Quizás España exporta más servicios por su elevada cualificación, pero también por su escaso coste. El país vende servicios de consultoría, arquitectura, finanzas, seguros, ingeniería o telecomunicaciones apoyado en trabajadores bien formados, los cuales cobran menos que en otras grandes economías de la Eurozona.

El último informe del sector servicios PMI, elaborado mensualmente por la agencia internacional S&P, señala la importancia del sector exterior para el tejido productivo de la economía española. Junto al consumo público, es el único componente del PIB que sigue creciendo y que supera la tendencia previa a la pandemia.

Del año en curso 2024, hay únicamente datos correspondientes al primer trimestre, cuando se mantuvo la tendencia: el nivel de exportaciones representó el 15% del PIB, el nivel más elevado de la Contabilidad Nacional.

Los servicios que más se exportan

Al margen del sector turístico, en 2023, las exportaciones españolas tuvieron un comportamiento excelente y consiguieron 98.175 millones de euros en ingresos, frente a los 64.706 euros en gastos.

Si se clasifica por tipologías, servicios empresariales (I+D, consultoría o técnico) representaron 35.260 millones de euros en ingresos frente a 25.397 millones de euros en gastos. En segundo lugar, destaca el sector técnico, comercio y otros servicios empresariales, con 21.196 millones de euros en ingresos y 15.350 millones de euros en gastos.

Le siguen, transportes (20.875 millones de euros en ingresos y 14.415 millones de euros en gastos) y telecomunicaciones/informática e información (20.370 millones de euros en ingresos y 11.349 millones de euros en gastos). Importante cifra también en consultoría y servicios financieros, con 11.163 millones de euros en ingresos y 6.012 millones de euros en ingresos, respectivamente. En materia de gastos, representaron 9.017 millones de euros y 1.060 millones de euros, respectivamente.

Transformación de bienes, mantenimiento y reparación supuso 5.842 millones de euros en ingresos y 1.606 millones de euros en gastos. Con respecto al uso de propiedad intelectual, destacan los 3.876 millones de euros en ingresos y 6.405 millones de euros en gastos. Al igual que sucede con servicios personales, culturales y recreativos, con 3.282 millones de euros en ingresos y 2.060 millones de euros en gastos.

También hay que destacar el caso de construcción (1.340 millones de euros en ingresos y 137 millones de euros en gastos), seguros y pensiones (1.318 millones de euros en ingresos y 2.278 millones de euros en gastos).

Proyecciones de futuro

Ahora queda pendiente ver si la economía española será capaz de aprovechar esta oportunidad para consolidar un modelo económico fuera de los bajos costes y que suponga un mayor valor añadido y de mayor resiliencia frente al resto de países de la Eurozona.

España se está aprovechando de su situación estratégica motivada por su fuerza laboral altamente cualificada y las elevadas cifras de desempleo juvenil, por lo que existe una buena oferta de mano de obra.

España debe estar pendiente de la conducta que adopten otras potencias como los países de Europa del Este, que son más competitivos en mano de obra.

La economía española muestra la debilidad de la inversión empresarial, pese a ser un excelente receptor de fondos de la UE y de su Plan de Recuperación. Los tipos de interés bajan, las perspectivas de demanda mejoran y la absorción de fondos se acelera a buen ritmo, siendo la fecha límite agosto de 2026, cuando se esperan unas cifras positivas en las inversiones de capital.

La exportación de servicios más cualificados representa el 2,3% del PIB, mientras el turismo reporta a España un saldo positivo del 4,1%. La pregunta ahora es si España será capaz de favorecer esta situación económica y comercial tan favorable. Para ello, habrá que otorgarle un mayor peso a los servicios altamente cualificados, con una menor dependencia del exterior por la energía verde y, contrarrestando en gran medida, la elevada dependencia del turismo.

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