Los mercados están convulsionados ante el juego geopolítico del Medio Oriente y la debilidad de la economía mundial. Mientras el precio del petróleo sigue en descenso y las relaciones entre Arabia Saudí e Irán llegan a un punto de ebullición, Korea del norte lanza una nueva bomba nuclear que instala al planeta en un punto de eclosión. Al parecer, no ha bastado con una larga crisis de siete años que ha dejado a millones en el desempleo sino que se busca más: terminar y arrasar con todo el planeta.
Los mercados siguen en caída libre dando cuenta que toda la fanfarria de los bancos centrales fue una simple farsa para enmascarar el colapso inminente. El mundo no puede seguir como está y necesita un cambio. Sin embargo, cada cambio administrado por la cúpula financiera resulta para peor y así lo muestran los resultados: el desempleo global aumenta y el estancamiento se generaliza. Aunque el Banco Mundial diga que la economía crecerá un 2,7 por ciento en 2016, parece un amargo chiste cuando la desaceleración global está a las puertas.
La crisis de Arabia Saudita e Irán han sido el nuevo condimento para los especuladores. Ahora la premisa clave es cuando estallará la tercera guerra mundial, pese a que ésta está en plena marcha con la mortífera guerra de divisas donde todos los países, desde China a Estados Unidos, buscan devaluar sus monedas para no perder cuota de mercado. El petróleo continúa a la baja y ya se ha instalado en los 30 dólares el barril pulverizando al cártel petrolero de la OPEP.
Está claro que las caídas no son sostenibles dado que un petróleo a 30 dólares implica la quiebra de los países productores. Pero los casinos financieros apuestan por un valor aún más bajo aunque esta tensión puede revertirse dramáticamente al extremo de asfixiar a la economía global. El punto de quiebre puede hacer sucumbir a países enteros y castigarlos con el drama de la deuda, lo único que ha crecido y se ha consolidado desde la crisis iniciada en 2008.
Tarde se han dado cuenta los bancos centrales que el prolongado período de bajas tasas de interés solo ha incubado el endeudamiento de los más pobres. A medida que esta tendencia se afianza tendremos un futuro esclavizado a la deuda. Es el nuevo feudalismo que no previó Karl Marx cuando supuso que la sociedad evolucionaría hacia un capitalismo industrial. El mundo en verdad ha involucionado y regresado a la esclavitud del nuevo feudalismo encarnado en el capitalismo financiero.
Si hasta el momento habíamos considerado a China como el epicentro de la próxima crisis financiera, la guerra de poder en el oriente medio amenaza con ser el nuevo foco de una crisis que se profundiza día a día y no se detiene. La recesión global resulta inevitable con China, Japón, Europa y Estados Unidos en abierto deterioro y los países emergentes en retroceso, como es el caso de Brasil. Las caídas bursátiles de hoy, ayer y mañana nos anuncian que una nueva recesión está en marcha.