La crisis del Coronavirus ha sacudido fuertemente nuestras vidas, sacudirá nuestras sociedades, y ya está sacudiendo fuertemente también nuestros mercados. Los tiovivos se han instaurado en las Bolsas, y los valores refugio están haciendo las veces de puerto seguro, donde las empresas y gobiernos del mundo están tratando de poner a salvo su valor y su liquidez.
Entre esos activos refugio, hay uno que siempre ha brillado con luz y destellos propios. Efectivamente, el oro siempre ha sido (y sigue siendo) el activo refugio por antonomasia y, como tal, la onza de oro está batiendo máximo tras máximo de valoración en los mercados de materias primas con la debacle socioeconómico-sanitaria. Tal vez los haya que piensen que ésta era una tendencia imprevisible por haber sobrevenido tras el imprevisto del Coronavirus, pero lo cierto es que ha habido países que ya habían tomado importantes posiciones estratégicas masivas en el oro antes de que empezase la catástrofe.
El mercado del oro lleva experimentando fuertes entradas de dinero desde determinados países desde hace meses
Hace ya casi año y medio que publicamos el análisis “Rusia compra oro y vende dólares en un misterio difícil de desentrañar”, en el cual les expusimos cómo el mercado del oro empezó repentinamente en cierto momento a experimentar un comportamiento bastante anómalo. La anomalía llamaba la atención especialmente tras la larga tendencia de (mayormente) atonía en la que venía instalado el oro desde hacía unos años. Entiendan esta afirmación con los debidos matices de un mercado que, como todos, ha tenido sus lógicas oscilaciones. Pero lo que más intrigante nos parecía en nuestra ignorancia de por entonces era que algún país muy concreto estuviese abriendo aquellas decididas y fuertes posiciones sobre el oro, que además abría casualmente a cuenta de las posiciones que al mismo tiempo deshacía en dólares.
Un hecho objetivo es que, antes de la revalorización, si se le comparaba al oro con la tendencia de otros mercados, como eran las propias bolsas o incluso de sus primos hermanos de otras materias primas, lo cierto es que la rentabilidad que el oro estaba dando era exigua, cuando no incluso negativa en no pocos años de las últimas dos décadas. Y en medio de toda esa atonía de poca rentabilidad, que parecía condenar a un activo ya de por sí bastante estable por su propia naturaleza de refugio, llegaron sorpresivamente las empresas y bancos centrales de cierto país para empezar masivamente a comprar reservas en oro. Invirtieron así grandes cantidades de dinero en el sistema del preciado metal, en un entorno en el que paradójicamente los principales bancos centrales de los países desarrollados habían venido deshaciendo posiciones en los años precedentes.
De esta manera, el oro que unos vendían de forma importante, otros lo iban comprando sigilosa, paciente y lentamente, parece que teniendo mucho cuidado de no disparar los precios para así tal vez poder seguir consiguiendo un precio de compra que sería lo más barato posible, y además no llamando demasiado la atención con sus maniobras. No obstante, hay que decir que esto tampoco supone un comportamiento muy ajeno al capitalismo más tradicional y a lo que podemos ver cada día por ejemplo en las bolsas, todo sea dicho de paso, pero cuando economía y geo-estrategia amenazan con poder estar uniéndose, lo que necesitamos son respuestas claras, concisas y coherentes que despejen toda duda. Es en realidad lo único que en última instancia estaríamos reclamando con el análisis de hoy, porque **si no acaba habiendo ninguna respuesta, lógicamente entonces tan sólo tendremos todavía más preguntas*, que procederían ante el “silencio administrativo”.
Tras todos aquellos movimientos silenciosos que producían dorados destellos en la más inescrutable oscuridad socioeconómica, las dos preguntas más trascendentales, que ya les planteábamos cuando el Coronavirus era un completo desconocido para (casi) todos, eran una primera e intrigante “¿Es el Ruso simplemente otro Banco Central que le ha visto las orejas al lobo de la próxima gran crisis, o resulta que además se está preparando para una pérdida definitiva de la hegemonía estadounidense?”.
Y por si ésta no fuera poco, a esa pregunta le sucedía una ya muy enigmática: “¿Saben los rusos más que otros países sobre los secretos inconfesables y sobre lo que realmente ocurre entre los bastidores de la política y la socioeconomía estadounidense?”. Si eso ya les aporta algo a ustedes acerca de la incógnita que se cierne sobre todas nuestras cabezas, simplemente además recordarles que hoy ya se habla también en muchos medios “mainstream” abiertamente de la pérdida de la hegemonía estadounidense en el mundo. Nosotros, ya más que las preguntas que les planteamos premonitoriamente en su día, ahora ya incluso hemos escrito monográficos más recientes sobre la sistémica cuestión. Entre ellos están “De la guerra comercial a la lucha por la hegemonía mundial en divisas: en China hay voces que claman por 'desacoplar' el Yuan del Dólar”, y “¿Está el mundo entrando en la era post-imperio de los EEUU? Hay figuras destacadas que ya lo asumen como cierto”.
Y ahora, una vez que aquellas posiciones estaban ya abiertas, ha llegado el Coronavirus y hace subir el oro como un cohete
Pero en medio de toda aquella quietud y sigilo, va y llegó el invitado “imprevisto” del Coronavirus al banquete de los mercados y, entre muchas otras (y más graves) derivadas mercadotécnicas y socioeconómicas, también dio la vuelta a las cotizaciones del oro, poniéndolo patas arriba. Así, el preciado metal noble ha batido desde entonces marca tras marca, entrando incluso en terreno de máximos históricos al llegar a cotizar recientemente por encima de los 2.000 dólares por onza. A mediados de Marzo, cuando la pandemia todavía no había mostrado su cara más cruda, el oro cotizaba ligeramente por encima de los 1.500 dólares por onza.
Obviamente, al tratarse el oro de un metal precioso más, otros metales preciosos que suponen igualmente un valor refugio (aunque no tan noble como el oro) han experimentado de la misma manera una tendencia paralela fuertemente alcista. Así, la plata por ejemplo también se encuentra en terreno de revalorizaciones muy potentes, al haber superado su cotización el nivel de los 28 dólares por onza reiteradamente a lo largo de las últimas semanas. Ésos son unos niveles que no se veían en la plata desde 2013, en medio del fragor y la incertidumbre de la anterior crisis. Pero aunque el nivel actual de la plata no es tan histórico como en el caso del oro, sí que su revalorización es mucho más espectacular, puesto que ha pasado de poco más de 12,5 dólares a mediados de Marzo hasta esos 28 de estos días. La revalorización de la plata es pues de alrededor de un 125%, cuando la del oro es de alrededor de un 30%.
No obstante, las diferencias entre los mercados del oro y de la plata son notables, no sólo en lo que a volúmenes de negociación y dimensión del mercado se refiere, sino también por ese carácter de valor refugio por antonomasia que ostenta el oro y que ya mencionábamos antes. Ese carácter es precisamente lo que lo ha convertido en una de las reservas de valor más estratégicas para tiempos revueltos. De ahí que las posibles conclusiones (o más bien preguntas) que nos podamos plantear sobre la misma evolución paralela en uno y otro mercado pueden llegar a abrir escenarios muy diferentes. Para empezar, con el Coronavirus el oro se ha convertido una vez más en un sólido activo refugio para los grandes inversores del mercado, como ya era previsible para los que preveyesen una debacle económica.
Sin embargo, en esta ocasión, el oro no ha actuado de la misma forma que en el pasado para los pequeños inversores del mercado, entre ellos esas familias e individuos que tradicionalmente compraban joyas de oro, y que lo utilizaban en parte como inversión y en parte como refugio de valor por lo que pudiera venir. De hecho, en la anterior crisis subprime, las familias e individuos llegaron a vender oro en cantidades bastante relevantes como una forma de deshacer posiciones en un momento de elevados precios, y también como una forma de obtener una liquidez extra en un momento de ahogo financiero. Además de que ese oro vendido en la crisis inmobiliaria por los hogares ya no ha sido repuesto, hoy por hoy la cosa está mucho peor en el mercado minorista, porque los elevados precios de máximos históricos que estamos alcanzando están literalmente ahogando a joyeros y demás comerciantes al por menor, ya que están haciendo que baje sensiblemente la demanda de joyas de oro. De ahí en parte también que la revalorización de la plata haya sido más explosiva, porque parte de la demanda minorista de joyas de oro se ha canalizado de forma natural hacia una plata mucho más asequible para el ciudadano medio.
Pero a la par que el oro ha atraído millones de entre los grandes como valor refugio, estamos viendo cómo el dólar pierde reputación, lo cual coincidide milimétricamente con aquellas “previsiones” de los agentes socioeconómicos rusos, por las que vendieron dólares para comprar oro. Aparte de que nosotros les analizásemos cómo la hegemonía del dólar como moneda mundial estaría amenazada por un Yuan que aspira a convertirse también en una divisa de referencia a nivel internacional, ya hay también analistas como los de Goldman Sachs que alertan de que el dólar estaría pudiendo ver amenazado su actual estatus de moneda de reserva internacional por antonomasia. Y aunque ese escenario es todavía algo remoto, lo cierto es que el relativo miedo que está despertando entre algunos agentes del mercado, en parte por la posibilidad de un rebrote inflacionario, no ha hecho sino apuntalar la escalada del oro como reserva de valor alternativa.
¿A quién beneficia esta subida del oro? ¿Y quién apostó con mayor “visión” por ella?
En lo referente a la pregunta de qué países tienen las reservas de oro más importantes del planeta, y quiénes se habrían beneficiado pues del rebote alcista, según el último informe disponible del Consejo Mundial del Oro, tenemos por este orden a Estados Unidos liderando con más de 8.134 toneladas del preciado metal. Le siguen Alemania con 3.367 toneladas, y el FMI (han leído bien, sí: el FMI) en tercer lugar con 2.814 toneladas. Luego va Italia en cuarto lugar con 2.453 toneladas, y Francia con 2.436 toneladas. Tras estos países, que son algunos de los países desarrollados más ricos del planeta, vienen ya Rusia y China. Pero… un momento, lo de China sería comprensible porque es la segunda economía del planeta y porque además cuenta con un mercado de oro nacional bastante importante, que se traduce en una cierta reputación político-económica del metal noble como valor refugio.
¿Pero y lo de Rusia? Llama la atención que un país como Rusia, con un PIB que está en el mismo orden de magnitud que el español, y que además no cuenta con unas reservas de valor al nivel de los países más ricos del planeta, ocupe esta posición por delante de muchos otros países con mucho mayores niveles de riqueza y desarrollo. Así que lo de Rusia y su repentina fiebre del oro nacional no sólo es un tema de que más allá de los Urales hayan optado en el momento “oportuno” por empezar a comprar oro a raudales, tal y como apuntábamos al principio de este análisis. Es que además lo han estado haciendo hasta alcanzar unas reservas de oro que les sitúan a nivel internacional como uno de los países con mayor proporción oro/PIB del mundo, y además despertando a esa tendencia fuertemente inversora en oro en los últimos tiempos, justo antes de la explosión alcista traída por el Coronavirus.
Este análisis no pretende afirmar lo que no sabemos, pero está en el cometido y en la obligación profesional de todo analista riguroso e independiente no sólo el tratar de aportar las respuestas que cree tener para los diferentes temas socioeconómicos, sino que a veces sólo podemos limitarnos a plantear ciertas preguntas, por muy incontestables que sean. Lo cierto es que hay veces en las que la mera pregunta ya aporta valor informativo y fomenta el espíritu crítico, aunque las posibles respuestas (con sus diferentes probabilidades de suceso) ya dependan del parecer subjetivo de cada individuo, y como subjetivas que son valen tanto como la del propio autor. Eso sí, estarán de acuerdo en que también hay preguntas cuya ausencia total de respuesta por parte de las partes implicadas (y que no parezcan tener ni la más mínima intención de darla) ya es de por sí una elocuente respuesta en sí misma.
Y en esas estamos: deseando que algunos nos expliquen coherentemente el “porqué”, ya que el “¿Por qué?” abre abismales sombras de duda que, en buen entendimiento, no debería haber nadie a quién interesase dejar sin respuesta… A no ser que la respuesta que puedan dar sea todavía peor que esa sombra de la duda. Porque es que la sombra del ciprés es alargada, y el Coronavirus ha dejado miles y miles de muertos por todo el mundo, a la vez que el oro ha repartido suculentas ganancias muy frescas a esos que decidieron tan “visionariamente” tomar posiciones en él. Y eso es un hecho objetivo para el que nos encantaría tener respuesta de los “clarividentes” inversores, y saber por qué abrieron esas lucrativas posiciones de forma tan masiva y tan geográficamente localizada. Es cierto que la casualidad existe, pero no es menos cierto que otras muchas veces la intencionalidad se disfraza de casualidad para zafarse de dar una respuesta distinta al silencio más escandaloso. Seguimos siendo todo oídos, y esperamos que lo que oigamos sea algo distinto a palabras vacuas, aunque lo peor sería oír las reverberaciones del clásico “¡Oído cocina!”, porque además en este caso podría ser que la revalorización del oro tal vez no fuese el objetivo en sí mismo, sino tan sólo el medio para preservar el valor y la fortaleza de su economía y sus empresas, algo geoestratégico en un mundo económico que se va por momentos al garete.
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