En el primer semestre del año, conocimos como la deuda global alcanzó un récord de más de 250 billones de dólares, liderado por un aumento de los préstamos en los Estados Unidos y China, lo que suponía un incremento de 7,5 billones en los primeros seis meses del ejercicio.
El aumento de la deuda en todo el mundo ha sido una gran preocupación para los inversores y varios economistas también lo han señalado como el punto de debilidad para la próxima crisis. Los tipos de interés bajos récord hacen que sea extremadamente fácil para las empresas y los gobiernos pedir prestado más dinero.
Normalmente se hace referencia a las economías avanzadas lideradas por Estados Unidos y las economías occidentales de Europa o bien los países emergentes con China que cuenta con el principal foco de atención, pero ¿qué hay de aquellos países que soportan una verdadera pobreza?
En este caso, vamos a referirnos específicamente a las economías en vías de desarrollo de bajos ingresos que son aquellas que están intentando levantar lentamente la cabeza de un escenario de pobreza expandido en sus respectivos países.
Este grupo de países se han nutrido de deuda, para financiar sus necesidades de desarrollo. Todo ello ha sido posible, en última instancia, gracias a los bajos tipos de interés que hemos estado viendo en el contexto global por la acción de los bancos centrales.
Pongámonos en antecedentes
Los niveles de deuda pública y de servicio de la deuda han aumentado en una amplia gama de países en desarrollo de bajos ingresos desde finales de 2013. Los principales impulsores del aumento de los niveles de deuda han sido las perturbaciones adversas (caída de los precios de los productos básicos, conflictos civiles) y políticas fiscales más flexibles, en las que el fraude y la corrupción han desempeñado un papel fundamental en algunos casos.
Algunos países se vieron afectados por conflictos internos (Yemen y Burundi) o epidemias (Liberia, Sierra Leona). La deuda aumentó en un 35 puntos de PIB en Yemen y en un promedio del 22 puntos de PIB en los dos países afectados por el ébola.
Por otro lado, en tres casos, el fraude y la corrupción contribuyeron de manera decisiva a la acumulación de la deuda. En Mozambique, la deuda no declarada y la depreciación que se produjo cuando se reveló, fueron los principales factores que impulsaron el crecimiento de la deuda. En Moldavia, el fraude en el sistema bancario dio lugar a un importante rescate del Gobierno; y en Gambia, los graves problemas de gobernanza y la malversación de fondos, incluidos los de las empresas públicas, contribuyeron al aumento de la deuda pública.
Seis exportadores de productos básicos (Chad, República del Congo, Níger, Nigeria, Papua Nueva Guinea y Zambia), la mitad de ellos exportadores de petróleo, se vieron gravemente afectados por el descenso sostenido de los precios de los productos básicos. El PIB en dólares cayó en relación con los niveles de 2013 (en una mediana del 16% del PIB), al igual que los ingresos fiscales (en una mediana del PIB). Con un ajuste fiscal generalmente lento, el ratio deuda/PIB medio para estos países es ahora del 23 puntos de PIB por encima de los niveles de 2013.
En los 16 países restantes, los déficits fiscales más importantes (dentro y fuera del presupuesto) fueron un factor clave para la acumulación de deuda. Los mayores déficits reflejaron la debilidad de los ingresos fiscales en aproximadamente la mitad de estos países, debido a una serie de factores, entre los que se incluyen la crisis de liquidez en Zimbabue o los grandes proyectos de transporte en Djibouti y Kenya, y la ampliación de la aerolínea nacional en Ruanda.
Con todo lo mencionado, tenemos que en los últimos años se ha producido un debilitamiento generalizado de la situación fiscal, con un aumento del déficit fiscal en aproximadamente el 70% de los países en desarrollo de ingresos bajos entre 2010-14 y 2017.
En consecuencia, los niveles de deuda pública y de servicio de la deuda han aumentado desde finales de 2013. Desde finales de 2013 hasta finales de 2017, la relación entre la deuda pública y el PIB aumentó en 13 puntos porcentuales en los países en desarrollo, hasta alcanzar el 47% del PIB.
Todo ello contrasta con la etapa anterior a 2013. Desde principios de la década de 2000 hasta finales de 2013, la relación entre la deuda pública y el PIB de los países en desarrollo disminuyó de un máximo del 94% del PIB en 2001 a alrededor del 33% del PIB en 2010-2013.
El problema de fondo: la capacidad de pago
Como hemos visto, el aumento del endeudamiento puede ser un fenómeno mundial, pero los niveles de endeudamiento de los países en desarrollo están ampliando su vulnerabilidad económica.
La capacidad de captar inversores para la emisión de deuda ha sido posible porque muchos países en desarrollo han experimentado una creciente -y en algunos casos prematura- conectividad con los mercados financieros internacionales tras el alivio de la deuda que ofrecen la Iniciativa en favor de los países pobres muy endeudados y la Iniciativa para el Alivio de la Deuda Multilateral.
Ha habido un aumento en los niveles de deuda de los países en desarrollo, cuya demanda se mueve a la par de las fuerzas internacionales que tienen poco que ver con la gestión de la sostenibilidad de la deuda por parte de los países en desarrollo.
Por ello, aunque estos países están menos endeudados que los países desarrollados, pagan más. La mediana de los desembolsos de intereses se elevó al 5,3% de los ingresos en 2017, un 2 puntos porcentuales a partir de 2013, lo que está por encima de la relación media de la economía avanzada de 4,1%.
La mala gestión de la deuda, los bajos ingresos del gobierno debido a políticas fiscales ineficientes y las propias debilidades en el Estado de Derecho se encuentran entre las causas internas que pueden dificultar el pago de la deuda. Además, los préstamos a menudo se utilizan para el consumo de bienes, en lugar de para inversiones productivas.
Además, otro de los grandes problemas que no hay que ignorar es que, en algún momento de los próximos años, veremos un aumento esperado en los tipos de interés mundiales y los vencimientos más cortos de los préstamos no concesionarios, habrá que refinanciarlos y veremos en ese momento si tienen capacidad de atraer capital y lo más importante... qué intereses y si podrán afrontar los pagos puntuales del servicio de la deuda contraída.