Uno de los fenómenos socio-económicos más ancestrales que existen, es la inmigración y uno de los más controvertidos por parte de las sociedades que la reciben, ya que no siempre es bienvenida. En este artículo voy a analizar económicamente el impacto que genera, no solo en el país de destino, sino también en el país de origen, y cuales son los motivos de los emigrantes en cambiar de país para poder desarrollar su vida.
Cómo sea, es curioso observar como los flujos de capital son totalmente capaces de moverse libremente, pero no así los humanos en un mundo más globalizado y con unas diferencias económicas cada vez más acusados. Es conocido el amplio desequilibrio entre las rentas per cápita de los países pobre y ricos. En 1960 la renta per cápita de países ricos como EEUU era 10 más grande que la de países pobres como Madagascar. En el año 2000 esa diferencia era prácticamente 50 veces mayor entre ambos países.
Los flujos migratorios
Los flujos migratorios al igual que otros movimientos de carácter social y poblacional, han sido analizados en términos numéricos. De 7.000 millones de habitantes que hay en el mundo actualmente, 232 millones viven fuera de sus países de origen en 2013, lo que representa en torno a un 3% del total, cuando en el año 2000 representaba unos 175 millones de la población mundial (según datos de la ONU). Los motivos para la emigración aparentemente son claros. El factor económico es la primera fuerza motriz del fenómeno, pero si lo analizamos con más detenimiento, podemos obtener otros motivos. En el gráfico de abajo facilitado por la BBC, se analizan algunos de los flujos más importantes a nivel mundial.
La teoría clásica de la emigración (Sjaastad 1962, Borjas 1989) ha documentado este fenómeno, desde su modelo más sencillo a través de la siguiente fórmula:
di =wf,i -wh,i -zi -c> 0
donde wf,i es la retribución económica del país de destino, wh,i la retribución económica del país origen, zi es el diferencial compensador del país origen sobre el país de destino y c es el coste de la emigración. Básicamente, la fórmula viene a determinar que la inmigración para el individuo que decide cambiarse de país es económicamente rentable si y solo si, el incremento salarial en el país destino sobre el país de origen, compensa la preferencia de quedarse en su país de origen y el coste de la emigración.
Debemos considerar otros aspectos que inciden en los parámetros de la ecuación:
Considerar el círculo social del emigrante en el país destino, el efecto de tener amigos y parientes en dicho país, lo que hace que en la fórmula anterior se reduzca la variable zi (habrá menos tendencia a quedarse en el país origen) y reducirá la variable c (el coste de la emigración), lo que en principio permitirá una emigración más barata. Ambos hechos favorecerán a que el proceso migratorio se produzca.
Por otro lado, en principio la decisión de emigrar en algunos casos, no solo depende del individuo que emigra, sino también del país que acoge. Muchos países están limitando el flujo de emigrantes o haciendo procesos selectivos a la emigración, en virtud a las destrezas y aptitudes profesionales de la masa emigrada, como es el caso de Australia. En este caso el coste de la emigración (ci) se encarece ampliamente, hasta el punto en que hay casos en que profesionales con destrezas demandadas en el país de destino, no les compensa todo el proceso. Obviamente, bajo estas circunstancias, la tendencia a emigrar se retrae.
En principio, todo parece indicar que los flujos migratorios dependen solo de aspectos económicos, y solo si a la población emigrada y/o al país de destino les compensa económica, el proceso se materializa. Bien, un leve análisis sobre los principales flujos migratorios en el mundo, pone de manifiesto que la teoría clásica de la emigración es más que relativa, ya que existen flujos migratorios entre países con niveles económicos similares. Por ejemplo, todo el flujo de emigrantes británicos e irlandeses buscando las soleadas playas de Australia, flujos migratorios cruzados entre países origen y destino (como por ejemplo Rusia y Ucrania, o Rusia y Kazajastán), y flujos migratorios de países más ricos a países más pobres, como es el caso de jóvenes profesionales como médicos, arquitectos o ingenieros de países ricos que buscan desarrollar su carrera en países más pobres o en vías de desarrollo, donde su perfil es mucho más demandado.
De hecho, dos investigadores del Banco Mundial ya han analizado estos flujos entre el Norte y el Sur, el Sur y el Norte, así como los flujos cruzados, matizando la necesidad de regular e incentivar dichos movimientos migratorios para que el proceso de globalización no se enfoque solamente desde el punto de vista del capital, sino también desde el beneficio de las personas. Desde ancianos del norte, que buscan el buen clima o una sanidad más barata en los países del sur, hasta estudiantes o trabajadores del sur que buscan mejores condiciones laborales en el norte.
Como sea, un estudio hecho por la ONU analiza desde dónde emigran la mayoría de los emigrantes a nivel mundial. La mitad de la masa de población que emigra lo hace solo a 10 países concretos en el mundo. En el gráfico de abajo, muestra que el país que recibe más inmigrantes en el mundo es E.E.U.U con un total de 46 millones de personas.
Impacto económico de la migración
Ante la pregunta que da título a este artículo, hemos visto cómo la economía incentiva la migración, aunque también se desvelan otras motivaciones ¨no económicas¨ para que se produzca. Pero por otro lado, ¿es la emigración buena para la economía?. Un estudio realizado por la OCDE en el 2014, desgrana los beneficios que provoca la emigración en los países de acogida. En dicho estudio desvela los siguientes aspectos:
La emigración ha generado el 47% del incremento total de la fuerza del trabajo en EEUU, y un 70% en la UE, alimentando lo mismo sectores de la economía en auge, como otros en declive, así como un nuevo flujo de población en edad de trabajar en poblaciones cada vez más envejecidas y fuera del mercado laboral.
Puede producir una bajada de salarios reales en el mercado laboral de acogida, debido al incremento de la oferta laboral, aunque este efecto solo es cortoplacista, y solo se produce en sectores concretos, muy intensivos en mano de obra, y no en toda la economía. Un incremento de personas trabajando, con ingresos recurrentes, incentiva la demanda agregada de la economía, crecimiento económico y crecimiento de la renta per cápita del país de acogida.
El estudio matiza el alto grado de formación de dichos inmigrantes que están favoreciendo al desarrollo tecnológico de la sociedad. La OCDE demuestra que se ha incrementado en un 70% los emigrantes con estudios superiores en países de la OCDE en los últimos 10 años, alcanzando un total de 30 millones en 2010-2011.
La mayoría de la masa de inmigrantes que entran en los países de acogida están en edad de trabajar, siendo este uno de los principales motivos de su cambio de residencia, lo cual hace que los inmigrantes que permanecen en el país sea por motivos laborales. Esto se traduce en que son fiscalmente rentables para el país de acogida, esto es, que pagan más impuestos y seguros sociales al Estado que les acoge, que prestaciones sociales del mismo. Cierto es, que el impacto de dichos superávits fiscales tiene un escaso impacto en el PIB de los países de acogida, debido a que son una proporción minoritaria del total de la población. la OCDE mide un impacto medio del 0.5%, incrementándose a un 2% en Suiza y Luxemburgo.
Por último matiza, que la entrada de trabajadores inmigrantes complementa el mercado de trabajo de la población autóctona, no lo substituye, y permite una mayor movilidad del mercado laboral en general.
Un estudio económico de estas características no debería omitir en ningún momento el impacto económico de la migración en los países de origen. Podemos encontrar los siguientes parámetros:
Se reduce la presión demográfica y libera el mercado laboral al haber menos oferta laboral, pero a costa de perder población probablemente, joven y más cualificada.
Disminuye la demanda agregada interna, al haber menos población en el país, pudiendo impactar negativamente en su crecimiento económico.
Se produce un incremento de la entrada de divisas enviadas por parte de la población emigrada al país de origen.
Por último, una salida masiva de población en edad de trabajar, puede impactar negativamente en el reemplazo generacional y generar déficit fiscal en el país, al generarse menos ingresos impositivos y sociales de la clase trabajadora, y creando más gasto público mediante pensiones y prestaciones de jubilación de una sociedad más envejecida.
En definitiva, la inmigración es un fenómeno cada vez más lógico en un mundo cada vez más globalizado. Globalización que ha generado muchas más diferencias económicas entre los países, incentivando y motivando aún más el proceso. Los flujos migratorios producen reajustes poblacionales en un mundo económico cada vez más dinámico. Los países deberían estar más abiertos a este fenómeno cada vez más global, y así como a una mayor de tendencia a incentivarlo y regularizarlo.