La palabra ahorro esta hoy en boca de todos. Se piensa que el ahorro es la receta mágica que puede ayudar a salir de los problemas y abrir paso a un futuro mejor. Mi compañero Onésimo ha escrito varios artículos induciendo al ahorro como una receta para afrontar parte de los problemas, como éste El ahorro es mejor que el gasto en tiempos de crisis, dando cuenta que hay gran entusiasmo por el ahorro. Sin embargo, ante una crisis de la envergadura que estamos sufriendo ¿quien puede ahorrar en estos tiempos?
Si consideramos que el desempleo bordea el 25% de la poblaciòn laboral, lo que indica que una de cada cuatro personas en disponibilidad de trabajar se encuentra desempleada, ¿pueden generar ahorro?... ¿Pueden generar ahorro las empresas, que en vez de contratar, disminuyen mes a mes su planilla y producen menos? Si por ahorro entendemos comer medio pan hoy y guardar la otra mitad para mañana, esto sólo disminuye la demanda, lo que acrecienta más las reducciones de las empresas y aumenta el desempleo futuro. Al igual que si pensamos que las empresas “ahorran” al despedir gente. Por eso el desplome de la bolsas, que perforan cada vez en zonas más profundas. En verdad, ni las familias ni las empresas están en condiciones de generar ahorro. Lo que existe, es un ahorro obligado por la vía del desempleo y la caída del ingreso, que acelera aún más la contracción del consumo arrastrando a la economía en una ruta suicida.
Si el “ahorro” de las familias y las empresas nos induce en esa ruta suicida, ¿puede, más encima, enfrentarse la crisis con “ahorros” del sector público? Por cierto que no, dado que si al ahorro de las familias y al ahorro de las empresas se suma el ahorro del sector público, nos dirigimos en linea recta a la debacle, al suicidio programado de toda la economía. De ahí que las políticas de austeridad que ha impuesto Angela Merkel en la zona euro estén conduciendo a Europa al desastre. Y a menos que lo que se pretenda sea sumir a Europa en la senda de la esclavitud, este programa debe ser erradicado.
La austeridad en tiempos de crisis nunca ha sido una receta que impulse hacia adelante sino que lleva al retroceso. Y Europa se acerca a desencadenar el mayor retroceso de su historia por impulsar políticas de ajuste en plena época de crisis. ¿Por qué, con ese mismo afán, no se detuvo la expansión de la burbuja a tiempo? Es en los períodos de auge cuando las políticas de ahorro tienen sentido y no en los períodos de crisis. Es decir, Europa, de la mano de Angela Merkel, camina el revés y actúa procíclicamente: promueve el despilfarro en los períodos de auge (2000-2007) y exige el ahorro en los períodos de crisis (2008 hasta hoy) convirtiendo el sueño del consumo en una auténtica pesadilla.
Hasta antes del estallido de la crisis a nadie le importaban los déficit públicos. Como Ronald Reagan dijo a inicios de los 80 “los déficit no importan”, hubo 30 años de derroche en los que a ninguno de los jerarcas le importó la palabra déficit, al menos no como ahora, donde amenazan con sanciones descomunales para asfixiar más rápido a los pacientes enfermos. Ni el FMI ni el Banco Central Europeo fueron capaces de velar por los equilibrios internos de los países, dado que sólo les interesaba el control de la inflación. Y ahora que Europa está instalada sobre el cráter se pretende ser más drástico con la receta. No se puede exigir ahorro cuando el ingreso ha descendido de los niveles medios y se encamina a la precarización de todo tipo: trabajo, calidad de vida, salud, educación.
Todas las crisis de capitalismo destruyen la riqueza existente y de la cual muchos usufructuaron a costa de los más desposeídos. Por ello todas las crisis tienden a generar mayor concentración de la riqueza mientras se pauperiza a la gran mayoría. Esto lo vemos en las fusiones bancarias, en las fusiones de empresas que multiplican por 2 y dividen por 4, enviando a la mitad de la planilla a la calle. El resultado final de las crisis no va hacia una mejor repartición de los bienes que la sociedad produce sino al revés. Con cada crisis la riqueza queda en menos manos mientras aumenta la pobreza y el descontento social.
Muy lejos de propiciar la reactivación económica, las políticas de shock que se están practicando en Europa la sumen en el dolor y la desconfianza. Nada han conseguido estas políticas de shock, solo aumentar el desempleo, acelerar la caída y ampliar la fosa que está significando un gran retroceso para Europa, un retroceso que la está induciendo a una década perdida. ¿Cambiará el discurso la señora Merkel tras el fracaso de toda su doctrina?
En El Blog Salmón | La caída del dominó europeo, Europa mira de frente a la crisis y comienza a sentir su fuerza destructiva