En 1896 murió el prolífico Alfred Nobel, un científico, ingeniero, inventor y hombre de negocios que contaba con una gran fortuna entre otras cosas por sus más de 300 patentes, entre ellas la de la dinamita. Y en su testamento dejó escrito que quería que en su memoria se dieran anualmente cinco premios: física, química, medicina, literatura y paz.
Estos premios consisten, aparte del reconocimiento, en una cantidad de dinero importante (actualmente unos 900.000 euros). Y la pregunta que nos planteamos hoy es: ¿de dónde sale el dinero del premio que reciben los agraciados?
El testamento de Alfred Nobel
En su testamento Alfred Nobel no solo quería que se diera un premio es su memoria, también dejó los medios para ello. Donó prácticamente toda su fortuna para ello. Y era mucho dinero, unos 175 millones de euros a valoración de hoy.
Los premios tardaron en arrancar cinco años. Primero, hubo disputas sobre su testamento. Estamos hablando del siglo XIX, mucho dinero y ni los herederos estaban contentos ni algunos Estados involucrados (la fortuna de Nobel estaba bastante repartida por el mundo). Sin embargo, y quizá por haber sido sueco, se logró arrancar la Fundación Nobel y los premios. En 1901 hubo los primeros ganadores y rápidamente se convirtieron en un evento anual de suma importancia.
La fortuna no es suficiente
Pero si lo pensamos, la fortuna en sí no es suficiente. Si se reparte cada año en forma de premios al final se agota. Por eso es fundamental que la Fundación invierta de forma adecuada el dinero para obtener una rentabilidad que le permita cubrir sus gastos anuales (premios, gestión, ceremonia) sin que se agote nunca el dinero.
Y esto es básicamente lo que ha hecho la Fundación en los últimos 119 años. No sin altibajos, por cierto. Pero la fundación publica una lista de la cantidad dineraria de los premios desde 1901.
Al principio los premios fueron generosos (similares a la actualidad) pero fueron bajando su cuantía (teniendo en cuenta la inflación) e incluso llegaron a bajar la cuantía nominal. En 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, el premio era solo un 29% lo que fue en 1901 (de nuevo, teniendo en cuenta la inflación).
La inversión se dispara
Hasta 1975 la inversión permitía mantener el patrimonio más o menos estable. Es cierto que al principio del siglo XX el patrimonio de la fundación se redujo rápidamente, pero después se estabilizó y se mantuvo entorno al 50% de lo que se tenía inicialmente.
En 1975 la estrategia de inversión hizo que el patrimonio creciera bastante, y con ello llegaron los aumentos de los premios. En 1991 se recupera el valor del premio inicial, y en 2001 toca su máximo, un 144% el premio inicial. En ese momento eran 10 millones de coronas suecas. El premio nominal se dejó estancado hasta 2011 y por tanto se fue depreciando por la inflación.
Sin embargo en 2008 la política de inversión empieza a fallar y el patrimonio se deprecia rápidamente por la crisis financiera internacional. La Fundación Nobel debe tomar una decisión.
La reducción de los premios
En 2012 se toma una medida drástica: los premios se reducen un 20% hasta las 8 millones de coronas suecas. La idea es que el patrimonio de la Fundación debe ser suficiente para que la rentabilidad pague todo y no iban por buen camino. El dinero debe durar para siempre, un objetivo ambicioso pero que había funcionado durante más de 100 años.
De hecho la Fundación llegó a contemplar aceptar donaciones, aunque no llegó a implementarse. Y no se hizo porque precisamente desde el año del recorte de los premios, con un cambio de política de inversión, las cosas han empezado a ir bien.
En 2017 pudieron subir de nuevo el premio a las 9 millones de coronas suecas y en la actualidad ese es el premio que se da a los ganadores. Es una cifra nominal todavía inferior a la del periodo de 2001-2011, pero tiene una buena propiedad: todavía está por encima del premio que se dio en 1901 en términos reales (en 2019 era el 103% que el premio de 1901).
El patrimonio en la actualidad
Actualmente el patriminio de la fundación ronda los 5.000 millones de coronas suecas, unos 500 millones de euros. El objetivo de rentabilidad es de un 3,5% por encima de la inflación.
Los gastos de la Fundación rondan los 100 millones de coronas suecas al año (unos 10 millones de euros), debido a los premios, la ceremonia y otros gastos de gestión.
De momento la propia rentabilidad del patrimonio es suficiente para cubrir los gastos e incluso incrementar el patrimonio, pero también es cierto que la estrategia de inversión se ha vuelto algo más arriesgada, con mayor inversión en fondos hedge.
Lo que está claro es que la Fundación tiene muy claras las cosas. Cuando tienen un problema toman medidas rápidas y por eso lograron escapar de la crisis de 2008. Fue un golpe a su prestigio tener que bajar los premios, pero peor hubiera sido tener que aceptar que el legado económico de Alfred Nobel fue suficiente durante 110 años pero no más.