El antes y el después de la caída de Fagor

Posiblemente estemos asistiendo a las últimas bocanadas de Fagor, ante lo que me hallo con sensaciones encontradas. Por un lado una fuerte sensación de tristeza ante el fracaso de una iniciativa empresarial bien conocida, y por otra una constatación de que la Arcadia cooperativista no existía. Y es que, frente a la opinión de algunos, habrá un antes y un después de la caída de Fagor para MCC.

Hasta el momento se ha hablado de como puede afectar esta crisis al propio Grupo Mondragón o MCC, uno de los principales acreedores de la propia Fagor, y específicamente a Caja Laboral. Se ha cuestionado además la viabilidad de Lagun Aro para poder cumplir con las prestaciones a las que tienen derecho los socios de Fagor o como afecta a los inversores en AFS o a los socios o exsocios con aportaciones de capital en la cooperativa. Y por último, en estos días se cuestiona el impacto en los proveedores vascos del grupo (135 millones), sin pararse a pensar en los del resto de España.

De todo esto se habla, pero a veces pienso que hay cuestiones que se prefieren omitir o al menos sólo tocar tangencialmente.

El mito de la superioridad moral y la solidaridad cooperativa

Aquí lo crítico del asunto no estriba en que una cooperativa esté en crisis y tenga que cerrar. Es una crítica simplona el señalar al cooperativismo debido a una crisis de una de sus empresas Quiebras sociedades mercantiles, cooperativas y asociaciones deportivas. Pero los que se critican a los ventajosas que hacen eso olvidan a su vez la que es la principal crisis que se ha producido, una crisis de confianza, donde la supuesta solidaridad imperante dentro del Grupo Mondragón ha saltado por los aires, al negarse la Corporación a seguir apoyando financieramente al devorador de recursos que era Fagor Electrodomésticos.

Que se me entienda bien, posiblemente comparto la decisión de cortar el grifo financiero a Fagor. Incluso creo que si se critica debería hacerse por tardía, pero entre nosotros, eso casa mal con esa superioridad moral que vendía MCC, con ese Humanity at work, y es más propio de ese capitalismo neoliberal (sic) que algunos contraponían con el espíritu cooperativo, o con Islandía, o con Dinamarca, o con cualquier otro sueño que enfrentar a las hordas de las sociedades mercantiles.

Nuestro modelo cooperativo nos ha permitido hacer frente a la difícil situación del mercado en un año en el que hemos podido mantener unos niveles de inversión que contribuyen a reforzar nuestra presencia en mercados internacionales y así garantizar nuestro crecimiento sostenible a largo plazo.

Estas eran palabras del CEO de Fagor hace apenas unos meses. El tiempo le ha enseñado que el modelo cooperativo no es una garantía anticrisis. Ni el modelo cooperativo en general ni el de Fagor/MCC en particular, lleno de virtudes y defectos. Y desde luego no es un medio de protección de nuestras espaldas cuando nos damos vuelta ante la realidad.

Ni en Fagor, ni en MCC, ni en el movimiento cooperativo hay ninguna superioridad moral frente al capitalismo. Y eso es algo que los de la banca ética, el comercio justo, las monedas sociales o cualquier invento deberían interiorizar, no vaya a ser que el día de mañana aprendan la lección en cabeza propia. No necesitan falsas purezas morales para defender modelos de negocio o de organización social en competencia con otros. Que creen en libertad y que dejen crear a los otros.

La desconfianza y sus efectos financieros

Como comentaba hay quien sostiene que la crisis de Fagor no afectará a MCC, insistiendo en que es algo puntual, en que hay muchas cooperativas que funcionan perfectamente, que incluso bastantes son líderes destacables en sus segmentos de negocio. Yo voy a ser pesimista al respecto y en este punto me acuerdo de un libro que os comentaba hace tiempo, de un heterodoxo cooperativo, de un hereje de MCC, Koldo Saratxaga, El éxito fue la confianza. Pues bien, mucho me temo que usando esta mismo lógica del título, aquí se ha sembrado la desconfianza y por tanto ya sabemos lo que se va a recoger.

Dicen que habido otras cooperativas anteriores en crisis, pero a ninguna se la ha dejado caer por MCC como a Fagor. A ninguna. Han sido voladuras controladas, soluciones no traumáticas (para los socios, para los otros otros no tanto) y siempre amparados por el grupo. Pero parece que el peso de Fagor era excesivo para que le grupo la sostuviese, que entró el pánico de que acabase arrastrando al resto de MCC. De ahí que la excepción se haya hecho precisamente con el orígen de dicho movimiento cooperativo.

Pues bien, dicha decisión es un mensaje. Un mensaje para las instituciones y para otras entidades financieras que trabajan con MCC. Esa suerte de aval tácito, de confort letter que se suponía existía de MCC en favor de cualquier cooperativa del grupo no existe. Los acreedores financieros, las Administraciones que conceden ayudas públicas, han de saber que MCC puede desentenderse del devenir de una empresa del grupo. Eso, automáticamente, va a suponer un reposicionamiento de estas instituciones frente a cualquier cooperativa de MCC, sea buena, mala o regular. El plus que antes se les suponía ha desparecido. A las excelentes quizás no les afecte, pero a las regulares las va colocar en primera linea de fuego. Y ojo que a los socios cooperativistas les va a pasar lo mismo en su relaciones financieras.

Por otro lado habrá que ver como reaccionan los propios socios cooperativistas, esos que ahora exigen soluciones no se sabe muy bien a quien. Y es que buena parte de la financiación de las cooperativas procede de aportaciones voluntarias de los propios socios, remuneradas convenientemente. Ahora que los socios saben que están solos en cada cooperativa, ¿van a seguir apostando por mantener dichos capitales que en muchos casos son de cientos de miles de euros? Estamos hablando de los mismos socios cuya responsabilidad jurídica en relación las deudas sociales no acaba de parecer clara en la Ley de cooperativas vascas.

Mucho me temo que sí, que el resto de cooperativas de MCC van a verse lastradas financieramente, que las consecuencias pueden ser insospechadas. Y es una auténtica pena, ya que creo firmemente en el futuro de las cooperativas, pero es lo que ocurre cuando se prima la ideología sobre el negocio, o peor aún, se hace negocio con la ideología.

En El Blog Salmón | ¿Qué es una cooperativa? Más información | MCC, Fagor

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