La pasada semana, Zuckerberg se convertía en padre primerizo de una niña llamada Max junto a su esposa Priscilla Chan, y al mismo tiempo que comunicaba la nueva buena al mundo, el creador de la famosa red social hacía otro anuncio que iba a sorprender a propios y extraños: donaría el 99% de sus acciones de Facebook a una fundación para hacer obras sociales. Vamos, que a partir de ahora todo iba a ser filantropía y amor al prójimo, tal y como han hecho otros multimillonarios mundiales, como Bill Gates o Carlos Slim.
No obstante, a medida que se conocía algún detalle más de lo que iba a ser la llamada Iniciativa Chan Zuckerberg para “luchar contra las desigualdades o curar enfermedades”, al matrimonio se le caía el chiringuito abajo. ¿Por qué? Porque la opción elegida para dar forma a esa fundación que gestionará los 45.000 millones de dólares en los que está valorado el 99% de Facebook tiene una finalidad muy clara: burlar al fisco.
Para que lo entendamos, la Iniciativa Chan Zuckerberg se ha creado bajo la estructura de sociedad de responsabilidad limitada (LCC por sus siglas en inglés), es decir, no ha creado una fundación tradicional sin ánimo de lucro, sino que lo ha hecho desde un punto de vista puramente mercantil, con el objetivo de gestionar ese dinero como le venga en gana y desde el más puro aspecto empresarial.
De este modo, el matrimonio gestionará el dinero directamente, no lo harán terceros, y cuando decidan hacer donaciones a fundaciones u obras caritativas podrán desgravarse todas ellas, lo que reducirá su factura con Hacienda y se librarán de pagar el costoso impuesto sobre las ganancias del capital que hubieran tenido que desembolsar si hubiesen decidido traspasar esas acciones de forma habitual.
En el caso de que las donaciones vayan a entidades como Greenpeace, la jugada les saldrá gratis, pues generarán una deducción impositiva igual al valor de mercado de esas acciones. Vamos, que el Estado americano no va a sacar ni un céntimo por las acciones de una de las compañías más grandes del mundo y con más opciones de crecimiento.
Diferencias con el matrimonio Gates
Si el matrimonio formado por Bill y Melinda Gates ha sido reconocido mundialmente como uno de los más filántropos –la fundación de caridad que lleva su nombre es la más grande del mundo y ha sido premiada con el Premio Príncipe de Asturias a la Cooperación Internacional-, ya que donaron 38.000 millones de dólares para crear su famosa fundación, que sí es caritativa 100%, el formado por Mark Zuckerberg y Priscilla Chan ha quedado muy retratado con esta maniobra.
En primer lugar por todo lo explicado anteriormente, pero es que hay mucho más debajo de la Iniciativa Chan Zuckerberg. Por lo pronto, tampoco tendrán que aportar ningún bien personal a su fundación, además, no tendrán ninguna obligación de reinvertir los beneficios que saquen de ella a obras de caridad, como sí lo exigen las fundaciones. Además, podrán usar ese dinero donado para aspectos tan poco caritativos como financiar a partidos políticos, campañas electorales o invertir en empresas que encajen con su perfil o les parezcan atractivas.
Vamos, que Mark Zuckerberg no ha regalado sus acciones de la famosa compañía ni nada más lejos de la realidad. En su lugar, ha optado por vestir de caridad un acto empresarial más dirigido a tener más poder de maniobra si cabe con el dinero generado por su rentable red social y, de paso, ahorrarse millones de dólares en impuestos.
Las críticas le han llovido desde todas partes, y aunque raudo y veloz contestó a ellas asegurando que su idea era totalmente altruista, nada más lejos de la realidad. Lo que ha hecho este joven pionero es una vieja maniobra empresarial más, nada que vaya a cambiar el mundo ni un ejemplo a seguir. Puede que desde esta fundación colabore con muchas obras benéficas, pero sepan que por ello sacará un jugoso beneficio.