Con la la gran crisis, la crisis de deuda soberana europea, las bajas tasas de inflación y el bajo crecimiento económico actual, hemos visto cómo el BCE dilatado los tipos de interés al 0%, en negativo los intereses de depósito y ha intervenido el mercado de deuda soberana y corporativa para manipular los tipos de interés a largo plazo.
Ante este contexto, hemos sido testigos de la infiltración de criaturas económicas aparentemente benignas con un lado oscuro... Limitan la productividad doméstica y amenazan con exacerbar una futura recesión económica. Son las empresas zombis.
Las empresas zombis son empresas que no logran beneficios netos por un período de tiempo extenso, y sin embargo logran continuar operando. Suelen llegar con un resultado de explotación positivo, pero la abultada deuda lleva a gastos financieros altos y, consecuentemente, resultados finales negativos.
Para entenderlo, son compañías que no son rentables, tan poco rentables que no pueden pagar ni siquiera los intereses de su deuda de sus beneficios. Están efectivamente en bancarrota, pero los bancos los mantienen vivos y les siguen prestando dinero para pagar sus préstamos existentes.
Si se observa estas empresas a lo largo de los años, la facturación es estática o está en descenso, la rentabilidad es persistentemente baja, los márgenes se están reduciendo, las reservas de efectivo y de capital de trabajo son limitadas, los niveles de apalancamiento son altos, y donde hay una capacidad limitada para invertir en nuevos equipos, productos o procesos.
El peligro de un entorno empresarial dominado por empresas zombis
Muchos pueden pensar que este tipo de empresas deben mantenerse a flote cueste lo que cueste. Al fin y al cabo, estas empresas están vinculadas a una actividad económica e integran unas plantillas de fuerza laboral que de desaparecer se irían al paro.
Además, su existencia continua parece crear algunas externalidades negativas para el resto del sector en el sentido de que las primeras desplazan el crecimiento de otras empresas no zombis.
En consecuencia, los países con una gran proporción de empresas zombis experimentaran una dinámica de crecimiento e inversión sustancialmente más lenta frente a su potencial que la que habrían experimentado en ausencia de una proporción considerable de empresas zombies.
Las empresas zombis están estrechamente conectadas a la banca. Su alta deuda conlleva una vinculación estrecha con la banca, y más en Europa que la financiación bancaria ha predominado en la actividad empresarial.
Ante la alternativa de reestructurar o extender un préstamo, un banco puede optar por refinanciar las empresas zombis en lugar de reestructurar sus préstamos porque esto último revelaría pérdidas sustanciales en los préstamos existentes, lo cual sería una mala noticia para los accionistas.
En el siguiente gráfico, se muestra la clara correlación existente entre deterioro de una entidad bancaria y el porcentaje de empresas zombies vinculadas a su crédito. Nos encontramos con una diferencia del 13% al 19% en la incidencia de zombies entre bancos sanos y débiles, en relación con la media. Estos resultados son consistentes con la idea de que el problema zombi de Europa que veremos más adelante puede deberse, al menos en parte, a la tolerancia de la banca.
El problema reside en que si el capital del banco ya está cerca de su umbral regulatorio, entonces una reestructuración a gran escala de sus préstamos podría desencadenar la necesidad de una recapitalización, lo cual diluiría el valor de los accionistas existentes, en el supuesto que fuera capaz de atraer capital para hacer frente a sus necesidades de capitalización.
Empresas zombis en Europa
Si por algo se ha caracterizado las economías desarrolladas en la última década, es por una política monetaria excesivamente laxa que impulsa a las empresas zombis durante más tiempo y no iniciar un profundo proceso de reestructuración para obtener rentabilidad y desapalancamiento. Y es que el dinero barato permite que no haya demasiada prisa en reducir deuda.
Específicamente, a escala global, la probabilidad de que un zombie siga siendo un zombie en el año siguiente aumentó del 60% a finales de la década de 1980 al 85% en 2016.
Según el Banco de Pagos Internacionales, el banco central para bancos centrales con sede en Basilea, define a un zombi como cualquier empresa que tenga al menos 10 años, cotice en bolsa y tenga gastos de intereses que excedan las beneficios de la compañía antes de intereses e impuestos.
Atendiendo a este criterio, alrededor del 10% de las empresas en seis países de la Eurozona, en los que debemos de incluir las grandes economías, Francia, Alemania, Italia y España, son zombis. El porcentaje aumentó considerablemente desde el 5,5% en 2007.
El sector empresarial europeo carece actualmente de dinamismo en la inversión y una de las explicaciones para analizar este comportamiento es que las llamadas empresas zombis se están extendiendo y que desplazan el crecimiento de otras empresas potencialmente más vivas.
En Italia y España, el porcentaje de empresas zombis se ha triplicado desde 2007, según estimó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico en enero. Los zombis de Italia emplearon a aproximadamente el 10% de todos los trabajadores pero fueron capaces de absorber casi el 20% de todo el capital invertido en 2013, el último año para el que hay cifras disponibles.
Las empresas zombis son un efecto secundario no deseado (o quizá sí) de años de dinero fácil del BCE, que lanzó políticas agresivas de estímulo, para tratar de respaldar los préstamos y el crecimiento de la Eurozona, un crecimiento que se ha debilitado excesivamente en este ejercicio.
Mientras los países periféricos de la Eurozona se veían beneficiados por los bajos tipos que permitían refinanciar vencimiento esas políticas han sido duramente criticadas en algunos países más ricos de la Eurozona por facilitar a los bancos mantener vivos a los prestatarios con dificultades creando un entorno empresarial de muertos vivientes.
Los zombis son más preocupantes en Europa debido a que, como vemos en el siguiente gráfico, el sector bancario es extremadamente grande en los países europeos. De ahí nace un círculo vicioso en el que, empresas con el agua al cuello no reflotan, la banca las aguanta y el prestamista de última instancia, el BCE, lanza LTROs para aguantar la banca.