La agitación provocada por los aludes de corrupción de la casta política ha revertido la tendencia iniciada en septiembre del año pasado con las declaraciones de Mario Draghi y ha vuelto a desatar los miedos sistémicos. En septiembre del año pasado el presidente del BCE dijo que se jugaría el todo por el todo para defender la estabilidad del euro. Y esta promesa totalmente inaudita para el Banco Central Europeo, había comenzado a rendir sus frutos y a convocar una aparente calma en los mercados. La prima de riesgo fue quitando presión al financiamiento público mientras el Ibex35 salía del pantano en que había caído en marzo del año pasado cuando se hundió por debajo de los 8.000 puntos. Por algo Mario Draghi fue considerado a principios de este año como el salvador del euro.
Sin embargo, la nueva conmoción causada por el destape de la corrupción política ha vuelto a desatar los miedos sistémicos y la prima de riesgo ha vuelto a escalar a la zona roja mientras el Ibex35 volvió a descender de los 8.000 puntos. En una sola jornada, la prima de riesgo escaló 30 puntos básicos para situarse en el 5,44 por ciento y volver a los 382 puntos situándose en la mira de los 400 puntos, nivel al cual tiende a converger tras cada ataque de nervios del mercado. Como esta asimetría tiende a ser casi perfecta, el Ibex35 naufragó con su mayor caída en cuatro meses y encadenó cinco jornadas consecutivas a la baja, para hundirse por debajo de los 8.000 puntos. Lo que queda en claro es que las buenas intenciones de Mario Draghi se han desvanecido y es la crisis del euro la que vuelve a la primera plana. Si el alivio financiero para la banca no ha generado un verdadero espíritu de recuperación (el desempleo sigue aumentando en toda la zona euro), con la nueva pérdida de confianza en las autoridades todo no hace más que intensificar la crisis.
En un solo día el euro cayó más de 0,5 por ciento y los principales índices europeos perdieron cerca del 2 por ciento. La aparente fortaleza del euro no es tal. Tanto el dólar como el yen presionan por devaluaciones competitivas patrocinadas por sus bancos centrales. Pero mientras Japón y Estados Unidos cuentan con una moneda soberana que les permite apostar fuerte en el mercado, la realidad del euro es más cruel dados los serios desequilibrios monetarios existentes en la zonaeuro. Lo que es bueno para países como Alemania es malo para España y Grecia, países que se disputan palmo a palmo el descalabro económico y financiero.
Todo esto no hace más que generar una gran incertidumbre en la cual el euro comenzará a sufrir nutridos ataques. La crisis del euro no ha terminado y la debilidad de gran parte de las economías europeas (con fuertes caídas en el consumo y la inversión potenciadas por los planes de austeridad) acrecienta las dificultades. El escándalo de la política española y las acusaciones de corrupción masiva en la que hay involucrados millones de euros en dinero negro resulta muy peligroso cuando se pide draconianos sacrificios a la gente.
La crisis en Italia
A lo de España se suma la crisis que viva Italia. El problema italiano está relacionado con el banco más antiguo de la península, el Monte dei Paschi di Siena (o MPS, con una historia de 540 años). Ha sido rescatado dos veces por el gobierno italiano pero sus enormes pérdidas por invertir en derivados financieros (800 millones de euros) lo tiene al borde de la quiebra y deberá ser nacionalizado con importantes pérdidas para el Estado.
Este banco está estrechamente ligado al Partido Democrático de Italia, cuyo líder Pier Luigi Bersani, lidera las encuestas de las próximas elecciones que tendrán lugar el 25 de febrero. Como era de esperar, este escándalo ha vuelto a hacer resurgir la figura de Silvio Berlusconi, que ha hecho un llamado a desacatar las órdenes de Angela Merkel y abandonar los planes de austeridad e incluso, abandonar el euro. Este acicate de Berlusconi ha puesto en peligro la campaña electoral italiana, aumentando los nubarrones de confusión en Europa.
En El Blog Salmón | Draghi se juega el todo por el todo y hace un cambio histórico en el BCE para salvar el euro