Hasta el momento, los indicadores económicos provenientes de Beijing señalan que el país sigue rugiendo, sacudiéndose de las ingratitudes del mercado e intentando fortalecer sus mecanismos de economìa interna. Las medidas financieras han brindado un fuerte apoyo al sector rural, fortaleciendo, por ejemplo, el sistema de pensiones para evitar la masiva migración urbana que en la últimas décadas amenaza con colapsar al país. Si China logra evitar el movimiento hacia las urbes, habrá dado un gran paso hacia su desarrollo, creando, además, un modelo a seguir. El punto que las agencias miran con celo y resguardo son las otorgaciones de crédito que han hecho los bancos chinos y que triplican los préstamos de años anteriores. A muchos sorprende la generosidad de los bancos chinos para otorgar préstamos, en medio de los delicados momentos de sequía financiera. Mientras el resto de la banca no cede ni un céntimo a nadie, los bancos chinos se lucen con préstamos dadivosos, que si no son absorbidos eficientemente por la economía real, pueden dar paso a la próxima burbuja. La fuente de esta idea está en la burbuja especulativa del Japón de 1990, cuando los jardines del Palacio Imperial de Tokio tenían más valor que todo el Estado de Nueva york.
Pese a que hasta el momento el metro cuadrado de Pekín, Beijing o Shangai no se dispara a niveles estratosféricos, las autoridades han decidido frenar los préstamos y así fue como bajaron de los 248.000 millones de dólares otorgados en junio, a 52.000 millones de dólares en julio, lo que por cierto ha levantado suspicacias. China se ha comprometido a vigilar de cerca los créditos de tal manera de evitar la creación de una burbuja. La facilidad de que los préstamos no entren a la economía real y lleguen al juego especulativo es muy amplia. De ahí, a la creación de un esquema Ponzi solo resta un paso, con toda su secuela de problemas reales.
China está haciendo un gran esfuerzo por revertir su dependencia de las exportaciones hacia una mayor expansión de la economìa interna. En este intento puede ser víctima de una pérdida de control, o de una caída en manos de los "espíritus animales" que intentan dominar el mercado. Pero hay una diferencia: mientras en occidente el "gasto" es sinónimo de consumo, en china es sinónimo de inversión. y por una razón muy sencilla: no se pueden cambiar los hábitos culturales por decreto. Los chinos no se harán consumistas de la noche a la mañana. Mientras en occidente gran parte del PIB se basa en consumo, en china lo es en infraestructura e inversión. Esa puede ser la diferencia que aumente el desequilibrio mundial.
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