La transición energética que ha planteado Europa se basa en descarbonizar completamente el consumo energético en 2050. Es decir, en dicho año todo nuestro consumo energético tendría que ser neutro desde el punto de vista de emisión de gases de efecto invernadero.
Una de las bases fundamentales de esta descarbonización es la electrificación de los procesos energéticos. Es decir, donde ahora se consumen directamente hidrocarburos (por ejemplo, en los vehículos o en las calefacciones), pasan a ser eléctricos. Lograr que la producción eléctrica sea neutra desde el punto de vista de emisiones es otro escollo.
Por los datos que tenemos la descarbonización de la producción eléctrica va, en general, bien. Para ello se está instalando mucha energía solar y eólica, y ya se avanza en los planes de almacenaje. El problema es que si la electrificación del consumo energético no acompaña, hay un excedente de energía eléctrica.
Precios negativos como síntoma
Este mes hemos visto por primera vez precios eléctricos negativos en España por falta de demanda. Pero es que el pasado 13 de abril se vieron precios negativos por toda Europa, mucho más negativos que en España. Y eso que era un día sin mucho viento.
La falta de demanda eléctrica, que todavía en muchos puntos no llega a la de 2019 es muy curiosa pues lo normal es que si se estuvieran electrificando usos energéticos, como industriales, de calefacción o de automoción, deberíamos ir viendo incrementos en la demanda.
Desgraciadamente esto no es así. Electrificar los procesos industriales no es sencillo, por ello se habla mucho del hidrógeno verde (que puede requerir mucha electricidad para generarse), pero todavía no está. Electrificar calefacciones es bastante costoso y complicado para viviendas existentes. El despligue del coche eléctrico todavía es lento.
En algún momento la electrificación despegará, pero de momento lo que estamos viendo es un exceso de oferta eléctrica que hunde los precios y no atrae las inversiones. Y eso es un problema.