La morosidad en España repuntó en el mes de noviembre hasta superar el 5%. Concretamente se quedó en el 5,05%, el dato más alto desde junio de 1996 cuando se situó en el 5,06%. Hace un año la morosidad se situaba en el 3,20%, y salvo algún respiro, no ha hecho más que subir desde el estallido de la crisis financiera internacional.
Este dato tiene su explicación en la concesión de créditos a lo loco, comportamiento habitual en los años del boom económico, pero también en los malos datos del paro que llevamos registrando dos años y pico. Al final los parados acaban su prestación y no pueden hacer frente a sus obligaciones financieras.
Con este panorama todavía no entiendo que haya gente que dice que la banca está asfixiando todos los sectores por tener cerrado el grifo del crédito. Está claro que tenerlo abierto sin control, como se hacía antes, es muy peligroso para la salud financiera de las entidades, y el crédito tiene que estar más controlado.
Los mecanismos que han activado las entidades financieras son normales. Los créditos sólo deben concederse cuando hay garantías de que el destinatario va a poder pagar y si esto se interpreta como algo negativo, es que no hemos aprendido nada de la crisis. Hay que habituarse a vivir sin tanto crédito, fundamentando el consumo y la inversión, al menos en una parte fundamental, en el ahorro. Y eso nos devolverá a la senda del crecimiento, y de forma sostenible. Aunque transitoriamente sea doloroso.
Vía | El País Imagen | xJasonRogersx