El viernes pasado se consumó lo que llevaba rumoreándose los días anteriores. Grecia iba a conseguir un acuerdo con los bancos para una quita de la deuda pública, y así fue. Por tanto la deuda Griega se reduce en 100.000 millones de euros, aunque esta alegría dura poco porque Grecia sigue necesitando dinero y la troika le prestará más a unos tipos más ventajosos que los de mercado.
Hay que tener en cuenta que pocas opciones tenían los bancos. Si no aceptaban la quita de la deuda lo más probable es que Grecia suspendiera pagos, y de ahí a salirse del euro y no pagar su deuda nunca (o al menos en décadas) había poco. Al menos así algo cobrarán.
El acuerdo ha sido aceptado por el 85,8% de los acreedores. Luego hasta el 95,2% tendrán que acogerse al acuerdo a la fuerza, ya que están sometidos a las leyes griegas y Grecia invoca la Claúsula de Acción Colectiva. Sobre los inversores extranjeros que no aceptan el acuerdo, parece que ISDA ha decidido que el evento es un impago y los CDS se cobrarán.
Lo que está claro es que la quita no ha rebajado la tensión sobre Grecia. Los mercados siguen pensando que es insolvente, ya que los nuevos bonos emitidos para canjear por los antiguos cotizan con un 80% de descuento en los mercados secundarios. La historia no ha acabado todavía.