El plan de Trump para extraer más petróleo bajaría la inflación mundial. Pero no está en su mano

Donald Trump ha empezado su mandato con una promesa: bajar la inflación mediante un plan para extraer más petróleo en EEUU. Su consigna en el discurso de inauguración ha sido muy clara: "drill baby, drill".

Desde luego está claro que menores precios de petróleo se propagarían por toda la economía. En cualquier proceso productivo y de servicios el coste energético es determinante. Desde los precios de los alimentos (pues hay que transportarlos) hasta el coste de una reparación (pues los técnicos tienen que desplazarse).

Por tanto si el petróleo baja, bajan los costes energéticos a todos los niveles y también los costes de producción y de servicios, que, si hay competencia, se trasladan inmediatamente a los bolsillos de los ciudadanos. Y como los precios del petróleo son globales si Trump consigue que en EEUU se produzca más petróleo esto tendría un impacto positivo en la inflación mundial. No entramos a discutir los aspectos negativos para el medio ambiente.

¿Puede realmente lograr Trump que haya más producción petrolífera?

En realidad, Trump solo tiene dos herramientas para lograr un aumento en la producción petrolífera de EEUU.

La primera consiste es facilitar los permisos para que las empresas petroleras extraigan de terrenos en manos del Gobierno Federal de EEUU, sin poner restricciones. Sin embargo el impacto de esto es muy limitado, ya que solo el 25% de la producción de petróleo en EEUU viene de estos terrenos. La mayor parte es propiedad privada o está en manos de los Estados.

Por otro lado, aunque diera permisos las inversiones de este tipo de extracciones son lentas. Es decir, aunque las petroleras se lanzaran en masa a pedir permisos se tardaría años en que hubiera nueva producción de petróleo. En el corto plazo nada de nada.

La segunda herramienta que tiene es rebajar las exigencias medioambientales para la extracción de petróleo. Esto sí podría tener un impacto, pues podría rebajar los costes y hacer atractiva la extracción, aunque los Estados donde existen estas extracciones también tienen sus regulaciones.

Sin embargo ambas medidas tienen un límite: el mercado. Si EEUU empieza a producir mucho más petróleo el precio bajaría y a muchos productores no les saldría a cuenta seguir extrayendo, ya que los costes son variables pozo a pozo. También es cierto que existe un mercado internacional y otros países productores podrían bajar su producción con el fin de no trabajar a pérdidas.

Lo cierto es que el precio del petróleo es un equilibrio y las medidas de Trump únicamente pueden bajar un poco el punto de equilibrio, pero no forzar a que haya más producción. Por tanto es una medida que difícilmente se cumpla.

Es cierto que existe una tercera medida que puede aplicar Trump que es movilizar las reservas estratégicas (como hizo Biden cuando comenzó la Guerra de Ucrania) pero estas reservas, aunque gigantescas, únicamente sirven para abastecer el consumo mundial de petróleo durante una semana.

Una medida populista más

Por tanto, y a pesar de sus promesas estamos, otra vez, ante una medida populista más de la larga lista a la que nos tiene acostumbrado. El precio del petróleo no se va a mover en el corto plazo por lo que quiera Trump. En el largo plazo, algo más, si consigue convencer a empresas petrolíferas a que abran nuevos pozos en terrenos federales teniendo en cuenta que su intención es que baje el precio del petróleo.

Si bien la medida puede tener su sentido en el medio y largo plazo para contener los precios energéticos (insisto, sin entrar en consideraciones medioambientales), venderlo como su medida estrella contra la inflación a corto plazo es simple populismo. No está en mano de Trump bajar los precios del petróleo.

Imagen | Wiki commons, Wiki commons

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