Toda ayuda del gobierno debe tener consecuencia

Hemos hablado muchas veces en estas páginas del peligro para la economía cuando se entorpece el mercado y, especialmente, cuando se protege a los participantes en el mercado de recibir el debido castigo por sus acciones.

Es esencial que los incentivos, cuando arriesgas y cumples y los castigos, cuando arriesgas y fallas, se mantengan para mantener un sistema saludable.

En momentos de auge, cuando casi todo va bien y casi todos somos expertos capitalistas, esperamos recibir los frutos de este éxito y de estas habilidades. Durante estos años, cuando la bolsa subía el 99% del tiempo y los pisos el 100%, nadie cuestionaba que los que tenían sus fondos invertidos ganen los frutos de su éxito capitalista.

En momentos complicados y de dificultades, vemos quiénes son los expertos reales en esto de invertir y de llevar empresas. En estos momentos de dificultades es cuando se oyen los gritos de auxilio de los que fracasaron. Ahora parece que todos somos indefensos y sujetos a los impactos indiscriminados de un mercado despiadado.

Como se entiende que las personas indefensas que están en dificultades deben ser ayudados, es importante que se elijan bien las personas indefensas que se merecen ayuda y que el tipo de ayuda sea bien pensado y que no tenga el resultado de minar los mensajes del mercado.

No hay que seguir políticas que, en el futuro, incentiven la toma de riesgos excesivos, sabiendo que el gobierno está ahí para sacarnos las castañas si va mal la apuesta, lo que en inglés se llama moral hazard.

Como ya he comentado en estas páginas, por eso es tan importante que respondamos bien la pregunta de mi compañero, Alejandro, hace unos días: ¿Pagar el paro o ayudar al sector de la construcción?.

Como sabemos, estos retos no sólo se ven en España y no sólo fallan en sus elecciones de cómo ayudar en España.

El caso reciente más llamativo es el de lo que Alejandro muy bien titula, AIG pseudo-nacionalizada, ¿Soviet States of America?.

Hay formas correctas y formas incorrectas de dar ayudas. Las correctas deben asegurar que no entorpecen los mensajes del mercado que, si fracasas, perderás. En este caso no han acertado.

Si la decisión es de intervenir, lo que deberían haber hecho es intervenir de la forma en que pierdan los accionistas y los directivos……..ojo, no necesariamente hablo de los empleados.

En el caso de AIG, si el gobierno les salva con un préstamo de más de $80.000 millones, las condiciones me parecen demasiado débiles.

Primero, hay que pensar que este préstamo es muy cerca de capital, sin recibir los beneficios de capital. Es decir, si la empresa no sobrevive, pierden el préstamo, como cualquier inversor. Si la empresa sobrevive, devolverá el préstamo, cuando pueda, con sus correspondientes intereses (supongo que hay intereses) y los accionistas, que son los que permitieron que sus directivos les metieran en esta situación, se quedarán con la empresa salvada por su gobierno.

En vez de tomar el control del 80% de los activos y decidir sobre dividendos futuros mientras dure el préstamo, deberían haber tomado el 80% del capital de la empresa o, por qué no, el 100%. Si vamos a nacionalizar AIG que lo hagan completo.

De la forma que parece que lo han hecho, han dado una apuesta gratis a los accionistas de AIG. Si salen de esto, seguirán con su empresa, si no, habrá perdido el gobierno, es decir, todos nosotros, el dinero facilitado. Muy mal para el moral hazard.

Segundo, el camino seguido por esta salvación mantiene la empresa como está y, muy importante, por ahora, mantiene en sus puestos a los ejecutivos que metieron a la empresa en el lío en que se encuentra. Muy mal para el moral hazard.

Cualquier acuerdo debería haber exigido el cambio de los altos directivos de la empresa, incluyendo el consejo entero.

Tercero, ¿alguién va a revisar las operaciones fallidas pasadas para ver quién se ha beneficiado de ellas? Lo que es seguro es que hay muchos en esa empresa que han ganado sueldazos y pagos de incentivos multimillonarios en base a beneficios generados que claramente ignoraron el riesgo potencial de sus actividades.

Ahora es el momento de exigir la devolución de estos pagos.

No pienso que, en la gran mayoría de los casos, es malo dejar caer a las empresas fallidas. Así se limpia el mercado. No obstante, como dije al principio, si hay que ayudar a empresas en dificultades, hay formas menos malas y hay formas muy malas de efectuar esas ayudas. La forma de salvar a AIG es de las muy malas.

Y que no venga nadie diciendo que el sistema capitalista no funciona......¡si no lo dejan que funcione!

En El Blog Salmón | AIG pseudo-nacionalizada, ¿Soviet States of America? y Ranking de las entidades financieras perdedoras Foto | wakalani

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