Hace tiempo hablé en estas páginas de un político, en ese caso el ministro de interior alemán, que había pronunciado las temidas palabras que una empresa que no puede sostenerse debe considerar su cierre en vez de perseguir ayudas estatales. En ese caso, hablaba que las empresas que reclamaban ayudas de los Estados. Era una de las pocas veces que se vió a un político pronunciar lo obvio que es, si una entidad comercial no es sostenible no debe sobrevivir y que las arcas del Estado no están para respaldar a entidades privadas que no pueden sobrevivir ellos mismo, sean bancos o no, sean bancos grandes o no, le cueste a quién le cueste.
Parece que los comentarios de este ministro alemán no tuvieron mucho efecto, ya que ninguna entidad importante se ha visto caer en estos años y muchas han recibido inyecciones de capital proveniente de las arcas públicas, es decir, de nuestros bolsillos. Todavía estamos esperando que los gobiernos y los reguladores se enteren de lo que es el mercado privado.
Por eso no hay que tener muchas esperanzas ahora que vemos que el alemán, Axel Weber, del Banco Central Europeo (BCE), también ha anunciado más o menos lo mismo, que bancos débiles o mal gestionados no deben ser apoyados y les deberían dejar caer. Aunque no se haya dejado caer a entidades privadas cuando demuestran que no son capaces de sostenerse en su entorno competitivo no deberíamos olvidar que dejarles caer es bueno para la economía y bueno para el sistema financiero.
Esto es importante recordar porque, desde que la única entidad financiera, Lehman Brothers, se dejó caer los reguladores han sido criticados por permitir esa caída y han sido presionados para que no permitan repetición, con el resultado de que hemos visto y seguimos viendo grandes inyecciones de capital del pueblo dirigidas a las entidades financieras y al sistema financiero.
Es verdad que la caída de Lehman Brothers causó problemas para el sistema financiero pero la causa no es por haberle dejado caer, si no por la forma en que lo hicieron. La incertidumbre y la falta de claridad sobre sus compromisos con otros participantes del sector financiero fueron los causantes del caos posterior, no la caída de Lehman Brothers en si. Garantizar que todos los bancos metidos en el sistema financiero se mantengan abiertos y en las mismas manos no es la forma de permitir que este mercado funcione de forma eficiente y sostenible. Dejarles caer y asegurar que la mala gestión tiene consecuencias negativas es el camino correcto a seguir.
Dejándoles caer, reorganizándolas, desguazándolas, cerrándolas, fusionándolas y, en algunos casos, capitalizándolas es el camino para la limpieza del sistema financiero y no es tarde para empezar. Hay formas de hacer eso y de mantener la integridad del sistema con la confianza del sistema de que los compromisos existentes que se han adquirido, compromisos hacia el sistema no los compromisos empresariales, se mantengan.
Vía | Irish Times (en inglés)
En El Blog Salmón | Un político europeo pronuncia las temidas palabras
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