Después de la noche de los cristales rotos, a pesar de que los alemanes nazis culparon a los judíos de ser los culpables de los destrozos y disturbios que tuvieron lugar, se dieron cuenta que las propias aseguradoras alemanas tendrían que pagar las correspondientes indemnizaciones por los daños que habían sufrido los judíos que contaban con pólizas de seguro. La disyuntiva era importante, puesto que el Gobierno de Hitler podría determinar mediante decreto la anulación de aquellas pólizas, pero si aquello ocurría, las aseguradoras alemanas, perderían un prestigio bastante importante a nivel internacional. ¿cómo se solvento el trance? Las principales empresas alemanas de seguros se reunieron con Goring y pactaron directamente con el gobierno nazi el pago de las primas de los seguros correspondientes a los daños sufridos por los judios.
En simultáneo, el Gobierno nazi firmó un decreto por el que hacía responsable a la comunidad judía por los daños ocasionados y les impuso una multa de 1.000 millones de marcos. En simultáneo, las propias aseguradoras pagarían la indemnización a los judíos pero esta indemnización iría a parar directamente a las arcas alemanas en resarcimiento de la indemnización a pagar por los judíos.
Un "buen" sistema con bastante hipocresía para que las propias aseguradoras no fuesen tachadas a nivel internacional de incumplidoras con sus contratos y que a la vez, los damnificados no recibieran un duro. Interesante historia para ver cómo con las connivencias adecuadas, la reputación permanece indeleble y se puede cumplir con los contratos.
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