Eurostat, la agencia de estadísticas de la Unión Europea (UE), acaba de publicar las últimas cifras (PDF) de desempleo europeo, para junio de 2012 y vemos, una vez más, que España sigue con la medalla de oro en desempleo. En estas fechas olímpicas, donde se están siguiendo las medallas, las de oro siendo las más anheladas, esta medalla de oro sobra pero no sorprende.
Hemos subido de la escalofriante 24,6% del mes de mayo, habiendo subido del 24,3% de abril, como nos comentó Aurelio, a la aún más escalofriante 24,8%. Niveles importantes y preocupantes que necesitan acciones inmediatas pero, para que quede claro, yo no soy de los que piensa que España está en camino ni al colapso ni a la muerte, como se ha comentado en muchas partes, incluyendo en estas páginas.
Quiero resaltar el último parrafo de Aurelio que me parece importante y con el cual estoy muy de acuerdo:
…España en particular, continúan con una serie de tasas de desempleo históricas difícilmente sostenibles por la estructura de sus países. Si no apostamos por políticas activas de empleo que, sobre todo, den una oportunidad a nuestros jóvenes, estamos condenados a una profunda recesión. Como he señalado en mil ocasiones, un país con sus ciudadanos parados es un país con un futuro muy oscuro. No nos merecemos gobiernos que arrojen la toalla contra el desempleo.
Estoy de acuerdo pero el debate sigue siendo sobre cómo se definen políticas activas de empleo. En estas páginas he escrito mucho sobre medidas concretas que ayudarán a mejorar el funcionamiento del mercado laboral y algún día me gustaría ver su introducción, aunque, como he dicho, algunas veces tengo que esperar años hasta que se enteren los políticos.
El problema es que, los que gritan su preocupación sobre el desempleo, inmediatamente proclaman la necesidad de reforzar la contratación estatal y el gasto estatal que fomentará el consumo, la inversión y la contratación. Suena bien hasta que vemos los resultados de estas mismas medidas en los últimos años. La contratación directa de los Estados no reduce el desempleo, lo crea, y más gastos estatales no aumentan el consumo, lo estancan. Me remito a la experiencia reciente.
Los gobiernos deben entorpecer menos no más y, para eso, tienen que reducir su participación en la economía, liberalizar, regular donde deben, e introducir medidas que ayuden y flexibilicen sin quitar las ayudas a los que menos pueden soportar menos, los desempleados y los pobres.
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