La cultura de la marca y la necesidad de las falsificaciones


Cuando la crisis aprieta a la economía familiar, el mercado de los productos falsificados repunta. Este mercado siempre ha existido pero existe un importante repunte en sus ventas en la actualidad, difícil de cuantificar por la ausencia de datos oficiales. Basta con que miremos a nuestro alrededor, en cualquier plaza, calle o playa.

La psicología del consumo es traicionera y cuando un consumidor adapta su perfil a una marca, le es sumamente difícil romper con ella. Imaginemos el sector moda / textil, complementos, perfumes o similares. En buenos tiempos, cualquiera se podía gastar 100 euros en unos pantalones vaqueros o en una camisa, hoy día, muchos no pueden.

El consumidor admite que está en crisis, se ha mentalizado en el valor del dinero, comienza a diferenciar gastos superfluos de los que no lo son y sabe que tiene que buscar la marca blanca, pero claro, de colocarse un lagarto en el pecho a una camiseta marca gran superficie, va un trecho personal. Curiosamente, estos perfiles más clasistas y elitistas, suelen ser los que reclaman más igualdad para todos, claman por la destrucción del capitalismo y el consumismo exarcebado que todo lo destruye.

El paradigma de la posición social ligada a la marca sigue existiendo y existirá, por motivos obvios de tendencias de mercado. Si te permites el lujo de llevar un bolso que cuesta 700 euros, se supone que puedes pagarlo y que dentro de tu escala económica, ese bolso ocupa una posición secundaria. El problema proviene cuando ese bolso no se pueda pagar o su coste pasa a posición primaria.

Ahí existe una demanda de falsificación para mantener un status, se comprará la mejor copia que haya en el mercado y se realizará un análisis exhaustivo a dicha falsificación para que nadie pueda descubrir la trampa. Esa es la miseria del desesperado, querer aparentar al fín y al cabo, porque esa actitud sólo denigra su propia imagen personal que él mismo ha asociado a una marca que siquiera puede tener. No se acabará con el mercado de falsificaciones hasta que el consumidor situe su status, aunque claro, eso tampoco es factible para la propia marca.

Me decía un abuelete hace mucho tiempo:

Toda la vida habremos ricos y pobres chaval, pero mide siempre tu riqueza con tu sabiduria no con tus miserias
Dato extra personal: no suelo usar marcas y me da igual cualquier tipo de ropa, complemento o similar presentando una casi plena indiferencia por ellas.

Imagen | zentolos
Más Información | Diario Ideal
En El Blog Salmón | ¿Se mueren las marcas?, Con más dinero, más marcas de lujo se comprarían

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