Publica hoy El País un destacado artículo sobre dónde invertir dinero en esta época en la que la bolsa se desploma, los bancos de inversión quiebran, los activos inmobiliarios también bajan y lo mismo se podría decir de las materias primas. Además, la inflación, aunque está dando un respiro, sigue siendo alta y mantener liquidez deprecia el valor de los ahorros. En el artículo se divide en tres frentes: renta variable, renta fija y fondos de inversión.
Sobre renta variable se comenta que, en la actualidad y después de los desplomes, la bolsa está barata. Aunque, por supuesto, ante el pánico que hay periódicamente, una inversión puede correr un riesgo muy alto. Sin embargo yo no estoy tan de acuerdo con que la bolsa está barata. Hace poco publicaron en Gurusblog una comparación del PER medio de la bolsa americana en los últimos 120 años, y resulta que todavía estamos por encima de la media. Y todo esto sin que la crisis haya afectado todavía mucho a los beneficios empresariales, con lo que si caen, el PER sería todavía más elevado. Si queremos una inversión de futuro, no especulativa, habría que mirar PERs concretos de las empresas, y las previsiones de beneficios para saber si realmente las acciones están baratas o no.
En renta fija las cosas están más claras: los Estado están sacando mucha deuda pública para financiar sus planes de rescate. Los países desarrollados son bastante solventes hasta la fecha, con algunas excepciones, y puede que se eleven los tipos que están ofertando actualmente por la competencia. Pero si queremos obtener rentabilidades más altas nos podemos decantar por los depósitos que ofrecen los bancos, ya que en la actualidad ofrecen tipos de entorno al 6% y el FGD se ha elevado a 100.000 euros.
Y por último tenemos los fondos de inversión, que al igual que la bolsa, lo están haciendo realmente mal. Se supone que lo deberían hacer algo mejor que la bolsa debido a la gestión activa, pero en muchos casos esto no es así. Hay que tener mucho ojo con los fondos que se contratan y sobretodo recordar aquello de "las rentabilidades pasadas no garantizan las futuras".