En mi ingenuidad llegué a creer que había quedado más o menos claro que el excesivo endeudamiento había sido una de los detonantes de la actual crisis financiera, pero compruebo que no es así. Súper Mario sueña con que el crédito vuelva a fluir por las arterias del sistema hasta llegar empresas y hogares y así acelerar el débil crecimiento europeo.
Cuando un enfermo con cierta adicción sufre abstinencia por la ausencia de una droga, la solución no pasa por inyectarle una importante dosis de la misma y así calmar de forma pasajera su ansiedad, sino más bien por enseñarle a controlar su organismo para que deje de depender de la droga. Dicho más claro: las empresas y ciudadanos europeos no necesitamos que nos traigan dinero del futuro para financiar nuestras necesidades del presente. ¿O acaso queremos volver a vivir en una burbuja generada por un dinero que realmente no tenemos?
Se empeñan Mario Draghi y los políticos europeos en convencer a las entidades financieras para que presten dinero pero ignoran que estas no lo hacen por una sencilla razón: no confían en la solvencia de los posibles prestatarios. La economía europea está rota y el endeudamiento público y privado por las nubes. En este contexto, más crédito sólo agravará la situación e incrementará los ratios de morosidad. ¿En serio es lo que queremos?
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Imagen | Banco Central Europeo