La reforma laboral que prepara el Gobierno sigue estando en el centro del debate económico en España, entre otras cuestiones. La negociación con los diferentes actores del mercado de trabajo y las propuestas se suceden, y una de las más importantes es la que trata sobre la temporalidad.
Se trata de uno de los males endémicos de nuestro mercado laboral, muy sujeto a las diferentes campañas temporales y con escasez de contratos fijos en muchos sectores. Según datos de Eurostat anteriores a la pandemia, España tiene una tasa de temporalidad superior al 26%, cuando la media de la UE es del 13%.
Por lo tanto, urge corregir este problema. La pregunta es ¿cómo? El Gobierno ya ha puesto una solución sobre la mesa: endurecer las sanciones a las empresas por fraude en la contratación temporal (por abusar de ella, vaya), que pueden llegar a los 10.000 euros; dar una bonificación del 50% en las cotizaciones que contraten a trabajadores de un ERTE sectorial o reducir al 15% de la plantilla la tasa de temporales.
Pero, ¿esto puede llegar a ser efectivo? ¿Se va a poder controlar que no se cometan fraudes en la contratación cuando en España se firman al día unos 55.000 contratos temporales y 1,7 millones de contratos al mes (según los datos de octubre)?
Una solución que no va a poner fin al problema
Por lo tanto, tenemos una propuesta del Ejecutivo de ser más severo con las empresas y estar ojo avizor para que no se cumpla fraude en la contratación, pero, ¿cómo piensa hacerlo?
España tiene una tasa de empleados públicos del 17,4%, según Eurostat, en la media con la UE (18%), pero a pesar de ello, para lo que propone con la reforma laboral, necesitaría una legión para controlar los contratos. Porque recordemos que los servicios de empleo en muchos lugares están saturados, por lo que esta medida es trabajo extra, con unos 55.000 contratos temporales de media al día que vigilar.
Es decir, que este parche no va a acabar con el problema. ¿Cuál podría ser, entonces, una solución realista y efectiva? Manuel Hidalgo, profesor de Economía en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, señala que "lo más importante es diferenciar menos en los costes de despido que incentivan la contratación temporal frente a la indefinida".
Porque sale más barato despedir a un temporal que a un fijo. "Dicho eso, que también es verdad que hay países en los que el diferencial es similar al de España y la temporalidad no es tan alta. Y esto no es porque nosotros tengamos al turismo como sector de más peso, sino que hay otras causas", indica.
Una de ellas podría ser la rigidez en la toma de medidas internas en las empresas, "algo habitual en España. Siempre en los ciclos económicos encontramos que en las crisis se suele despedir, mientras que otros países ajustan horarios, y así siguen trabajando los mismos pero menos horas". Esto, explica, da entender que es más fácil despedir que tener flexibilidad interna, "dado por la facilidad de contratar y despedir temporal".
Otra causa, comenta Hidalgo, es la incertidumbre: "En España, cuando tu inicias un proceso de despido a un indefinido no sabes lo que te va a costar porque se suele judicializar, con todo lo que ello conlleva. Y en los juicios se suele fallar a favor del trabajador, por lo que se tiende a no contratar a fijos", comenta.
Y, además, precisa, que la propia Administración Pública "es un caladero de temporales", y en este sector se explica que se contrate un 30% temporal porque por legislación es más complicado debido a que hay que sacar convocatorias, etc. Siendo más fácil la contratación temporal.
Soluciones a una cultura de temporalidad
Como señala este experto, España ha creado un tejido productivo y una cultura laboral basada en la temporalidad, por lo que hay que empezar a cambiar esa mentalidad poniendo sobre la mesa medidas que incentiven, no al contrario.
El hecho de sancionar más hará que se contrate menos, tanto temporal como de forma fija, por el temporal a sanciones y demás. Así pues, la solución pasa por dar mayor flexibilidad a las empresas para no tener que recurrir al despido en primera opción.
Y, por supuesto, hacer más caro el despido temporal, de forma que se lo piensen dos veces como sucede con los indefinidos. Porque sino, el problema se seguirá prolongando haciendo más frágil nuestro mercado laboral.