Aquello de que todo lo que sube, tiene que bajar, parece que también se aplica al mundo de la música y los festivales.
Un gran número de eventos, sobre todo, en el Reino Unido y Holanda, donde ya suman más de 100 cancelaciones, están en riesgo de desaparecer este 2024. En concreto, 60 festivales menos en Holanda, 40 en el Reino Unido. Una tendencia que se ha visto en Australia, en nuestro país y en todas partes.
Se pincha la burbuja, porque...
Los motivos son variados, pero se han vendido menos entradas de las necesarias, se han descolgado cabezas de cartel, no se han encontrado sustitutos a tiempo o los promotores no ven viable subir el precio del ticket medio debido al aumento del IVA.
En Francia, por ejemplo, se han unido motivos de seguridad asociados a los Juegos Olímpicos 2024, que obligan a movilizar policía, Gendarmerie nationale y vigilancia privada, pero, en general, la dinámica atiende los mismos motivos: cada vez resulta más difícil mantener la rentabilidad.
Nuestro país no es una excepción
España también es un buen ejemplo. En los últimos años, se han duplicado el número de macrofestivales y, en la actualidad, contamos con uno en cada provincia. Incluso en cada ciudad.
A menudo, esto se ha relacionado con un efecto rebote tras la pandemia, pero también en algo difícil de mantener en el medio y largo plazo. Hace u par de años, volvimos a la vida pública con muchas privaciones, pero la cosa se ha ido regulando y ya da muestra de desgaste, como comentaban en el programa Pausa, emitido en la plataforma Podimo.
Hace unos días, X (anteriormente conocido como Twitter) echaba humo, porque Bertín Osborne decidía descolgarse a mitad del concierto ante la ausencia de público. Un comportamiento que fue duramente criticado debido a que el artista, además, arremetió contra el personal de luces y sonido.
Salvando las distancias, se especula que esto no es muy distinto a lo que están haciendo grupos de talla internacional, como Pearl Jam, que cancelaron por motivos de enfermedad el concierto programado en el Tottenham Hotspur Stadium (Londres). En algunos casos (no tiene por qué ser este), se especula que muchos grupos están optando por estas justificaciones debido a la falta de rentabilidad.
Holanda, a la cabeza de las cancelaciones
En Holanda, el festival Chilville con UB40 como cabeza de cartel se cancelaba por falta de material, igual que Mañana Mañana o Psy-Fi. De nuevo, hay variedad de motivos, pero apuntan a un problema común: escasez de materiales, equipos y pocas ventas de entradas.
En muchos casos, la política de permisos de la ciudad también suponen un problema, como ha ocurrido en el festival de Ámsterdam. En Holanda, el aumento del IVA del 9 al 21 %, puede ser un clavo más en la tapa del ataúd.
En Australia, Groovin The Moo, que ha llegado a incluir en su cartel a Billie Eilish o alt-J también ha caído. Tras 19 años de historia, ya no se venden suficientes entradas. Se suma un aumento del 40 % de los costes: los márgenes, que ya eran ajustados, se vuelven ajustadísimos.
En el Reino Unido, eventos como el Towersey Festival, que lleva en activo desde 1965, anunció que este agosto será la última edición. Una vez más, promotores y organizadores culpan a los costes y a los márgenes de beneficio cada vez más estrechos.
En el caso de los británicos, se acepta que las pérdidas vinculadas al Brexit y la COVID-19 han sido un duro golpe, pero el principal motivo señalado son los costos asociados a la compra y almacenamiento de nuevos equipos, vallados, WCs, inversión en ubicaciones...
La Asociación de Festivales Independientes (AIF) ha valorado incluso la presión popular para una reducción del IVA, del 20 al 5 %, pero las perspectivas no son halagüeñas, aunque lleguen a conseguirlo.
Todo para los fondos de inversión
En este clima, está sucediendo algo peliagudo en las altas esferas: los fondos de inversión están adquiriendo lotes de acciones.
KKR (Kholberg Kravis Roberts), por ejemplo, ha comprado Superstruct Entertainment, que, a su vez, fue adquirida por Providence Equity Partners en 2018. Se trata de un gigante del ocio, cuya compra se traduce en concentrar más de ochenta festivales en cada vez menos manos. Aquí se incluyen el Sónar, el Viña Rock, el FIB o el Arenal Sound, entre otros eventos de nuestro país.
Esta dinámica es habitual, con otros grandes grupos implicados como Live Nation, que han aprovechado para concentrar el negocio musical en unas pocas manos, o fondos, como Providence, Blackstone o Silver Lake.
Por un lado, todo indica que la oleada de cancelaciones en este 2024 supone una necesaria explosión de esa burbuja de festivales, pero los grandes fondos tienen el músculo económico para seguir apostando por aquellos eventos más sólidos.
¿Los minoritarios? Eso es más discutible. Es probable que... la burbuja explote, y se lleve por delante a los más débiles. Mientras, ya hay voces como la del empresario británico Tim Chambers que avisan de que la estrategia de los fondos es reventar la oferta y aniquilar a la cada vez más escasa competencia.