El Black Friday debería llamarse el día de las compras impulsivas. Aparece una oferta, gusta y a liberar dopaminas. Sin embargo hay un motivo muy importante para no dejarnos llevar por estas tentadoras ofertas y guardar la tarjeta de crédito en el bolsillo: el ahorro.
Ahorrar es una disciplina muy parecida a estar delgado. Hay que ser constante, hacer ejercicio, comer sano, no darse atracones, y si se logra mantener la rutina por siempre, sin baches, hay una vida mejor: mejor salud, más energía, menos dolores, más autoestima.
Con el ahorro pasa algo similar. Si se logra un ahorro constante, sin gastos desmesurados, de una forma paulatina y sin relajarse nunca al final habrá un colchón sobre el que tener una vida más cómoda: mucho menos estrés por los imprevistos, menos dependencia de los caprichos de los jefes por miedo al despido, más capacidad para ser más felices.
El Black Friday no es tan extraordinario
El problema de los eventos extraordinarios es que sacan de la rutina. Si se está llevando una vida de ahorro y de repente viene el Black Friday, puede destrozar todo el esfuerzo de meses anteriores.
La disciplina en el ahorro es importante. Y dejarse llevar en momentos puntuales como el Black Friday puede hacer que la relajación impida llevar la vida que realmente se quiere llevar. Porque después del Black Friday vienen las Navidades y luego las rebajas y un sinfín de eventos "extraordinarios" que realmente no lo son.
Recuerdo el caso de un conocido que quería adelgazar y fue a un nutricionista. Lo primero que le preguntó es si tomaba muchos dulces. Le contestó que algún que otro cruasán, pero solo de forma extraordinaria. El nutricionista le dijo entonces que anotara todo lo que comía durante un mes y que volviera. Y resultaba que comía cruasanes cuatro veces por semana: que si una reunión de trabajo, que si un desayuno especial en fin de semana, que si un cumpleaños en la oficina...
Con el Black Friday pasa igual. Si nos dejamos llevar un momento al final cederemos ante cualquier presión de marketing que nos llegue. La disciplina en el ahorro es fundamental.
Llevar control de gastos
Al igual que en el caso del nutricionista, es una buena idea llevar un control de todos los gastos, para ver los superfluos y medir también estos eventos que pensamos que son "extraordinarios" y realmente no lo son tanto.
Una estrategia así permite concienciarse más del nivel de gasto que se tiene y aprender que este tipo de eventos, estilo Black Friday, son verdaderos agujeros negros del ahorro.
El interés compuesto en una compra
Una forma de vencer la tentación de la compra impulsiva es no ver únicamente el coste a día de hoy de una compra, sino el coste futuro. Si hoy no gastamos 500 euros en esa televisión de oferta superespecial Black Friday que nos tienta y metemos dicho dinero en un fondo de inversión indexado seguramente a 10 años logremos una rentabilidad del 5% por encima de la inflación. Y estos 500 euros se transforman en 815 euros (un 63% más). ¿Realmente la compra de dicha televisión merece la pena tanto?
Normalmente el efecto del interés compuesto se aplica a los ahorros, pero como cada compra reduce el nivel de ahorro es conveniente pensar en términos de coste de oportunidad, es decir, el dinero que se gaste hoy no se invertirá y por tanto se perderá no solo esa cantidad sino también la rentabilidad.
Puede que no creamos que se puede obtener ese 5% por encima de la inflación, pero no es una rentabilidad muy desajustada de lo que dice la historia. Así que no es descabellado pensar que cualquier gasto del presente sea lo mismo que desprenderse de 1,5-2 veces dicho dinero dentro de 10 años.
Ojo, si necesitas algo puede que el Black Friday sea una buena idea
Con esto no quiero decir que cualquier compra en el Black Friday sea una mala idea. De hecho si hay algo que se necesita, que ya está planificado comprar y el precio es bueno, merece la pena.
Ese caso sí que sería un ahorro, aprovechar una buena oferta. Pero para saber si realmente es una buena oferta hay que conocer el mercado y los precios, no aceptar cualquier cosa que aparezca como oferta especial y darle a comprar creyendo a pies juntillas lo que dice el anuncio.
En general, por cualquier compra de importe relevante merece la pena al menos hacer una pequeña investigación del mercado y comparación de precios. Y si coincide con que este estudio lo estamos haciendo en noviembre merece la pena esperarse al Black Friday a ver si se encuentra el precio más bajo. De lo contrario el ahorro se resentirá.