Jamón español en China, peculiaridades

Hace un par de meses hablaba de cómo, a raiz de la visita de los Reyes a China, parecía abrirse una puerta a la importación de productos porcinos españoles en aquel país. El otro día escuchaba en la radio una entrevista a un representante de una asociación de fabricantes de este tipo de productos que arrojaba un poco más de luz sobre esta situación.

Según explicaba, los motivos de este movimiento comercial se explicaban por la cultura alimenticia china, donde el cerdo es la principal fuente de suministro proteico, unida a un problema sanitario de gran magnitud que estaba afectando a la cabaña porcina autóctona, lo que estaba obligando a sacrificar gran cantidad de ejemplares y produciendo un déficit en la oferta. Este desequilibrio entre demanda y oferta era el que provocaba la necesidad de llevar cerdos desde otras latitudes, como España. Teniendo en cuenta esta circunstancia, lo que necesitan en China no es jamón ibérico precisamente, sino productos mucho más básicos y asequibles para el ciudadano medio. En concreto, el entrevistado se refería a que lo que tendría mucha más aceptación sería la parte menos apreciada aquí del cerdo (la casquería), procedente además de cerdo blanco, que luego procederán a cocinar.

Así pues, el jamón ibérico parece que no entra en el lote. De hecho, tal y como explicaba, en la alta sociedad china el referente de la cultura gastronómica occidental no es España, sino Francia, con su champagne y su caviar. Para los chinos la idea de comer una pata de cerdo cruda (al fin y al cabo, eso es el jamón) no entra en sus coordenadas del placer gastronómico. Así que antes de tener que preocuparnos por un posible impacto en los precios de los jamones ibéricos debido a la demanda de millones de chinos ávidos, hay mucho camino por recorrer para que entiendan hasta qué punto el jamón es un manjar.

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