Los bancos centrales tienen una fijación especial con la inflación... El Tratado constitutivo de la Comunidad Europea (artículo 105.1) asigna al BCE su objetivo primordial de mantener la estabilidad de precios en la zona euro. Sin embargo, el Tratado no ofrece una definición precisa de lo que se entiende por estabilidad de precios.
Para especificar este objetivo con mayor precisión, el Consejo de Gobierno anunció el 13 de octubre de 1998, la definición cuantitativa de la estabilidad de precios como elemento central de la política monetaria del BCE estrategia política. La estabilidad de precios se definió como "un incremento interanual del Índice de Precios de Consumo Armonizado de la Eurozona inferior al 2%".
Pero, tras la Gran Crisis Financiera, la evolución de la inflación se ha convertido en un tema de discusión entre los investigadores y los responsables políticos, tanto en la Eurozona como en el mundo. A la autoridad monetaria le cuesta alcanzar esos objetivos inflacionistas marcados y andan a la desesperada por conseguir una inflación que no llega.
Un escenario de baja inflación
La inflación general de la Eurozona, medida por el IAPC (índice armonizado de precios al consumidor), cayó bruscamente en mayo, lo que ejerció una mayor presión sobre los responsables políticos del Banco Central Europeo en medio de una ralentización cada vez más profunda y de la necesidad de un nuevo estímulo.
La inflación se redujo al 1,2% en mayo, desde el 1,7% de abril, según las estimaciones preliminares de Eurostat del martes pasado. Ese fue el nivel más lento en más de un año, mientras que los economistas habían pronosticado un aumento del 1,5% en los precios. La inflación subyacente, que excluye elementos volátiles como los alimentos y la energía, cayó al 0,8%desde el 1,3% de abril y también por debajo de las estimaciones de los economistas de un aumento del 1,1%.
A nivel de los países, sigue habiendo una gran divergencia en el nivel de las tasas de inflación subyacente. Aunque el nivel medio de inflación subyacente en Alemania se ha situado en torno al 1,5% interanual en los últimos seis meses, sigue estando muy por debajo del 1% en España, Italia y Francia y, por tanto, claramente por debajo del objetivo de estabilidad de precios del BCE.
Por el contrario, los salarios en la Eurozona han mostrado un impulso positivo en todos los países desde mediados de 2017. En principio, esta dinámica salarial positiva debería ejercer una presión al alza sobre la inflación subyacente en la Eurozona a medio plazo.
Pero desde el BCE, se espera que la inflación alcance una media del 1,3% en 2019 y aumente hasta el 1,6% en 2021. La disminución de la inflación global en 2019 se debe principalmente a una disminución significativa de la inflación medida por el IAPC en el sector de la energía, como consecuencia de efectos de base a la baja y de la ligera disminución de los precios del petróleo crudo.
Esto ha agravado los temores de que las turbulencias del comercio internacional causadas por la ofensiva proteccionista del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, contra China y otros socios está desestabilizando la economía mundial.
La confianza de los inversores se ve sacudida por la guerra comercial liderada por Estados Unidos, que presiona a los gobernadores del BCE para que hagan más por impulsar la economía. Sin embargo, el poder de fuego del BCE es limitado, tras años de tipos muy bajos y otras medidas sin precedentes para impulsar el crédito y el crecimiento en Europa... Ni con toda su artillería han conseguido sus objetivos, un claro fracaso.
La inflación de la Eurozona será inferior al objetivo a medio plazo del BCE de "justo por debajo" del 2% en 2019 y 2020. Una perspectiva menos dinámica para la economía de la Eurozona será el principal factor de la reducción de la inflación.
De hecho, las presiones alcistas sobre la inflación derivadas de un crecimiento relativamente sólido de los salarios debido a mercados laborales en el pleno empleo en varios países miembros (entre ellos Alemania, los Países Bajos e Irlanda) no bastarán para compensar el efecto de la menor demanda interna y externa sobre la presión de los precios internos.
Además, los precios industriales, un barómetro de la inflación futura de los precios al consumo, también siguen apuntando a una inflación moderada en el futuro. El indicador se situó en el 1,2% interanual en febrero, frente al 1,3% interanual al final del cuarto trimestre de 2018 y al 2,0% interanual al final del cuarto trimestre de 2019.
Las rentabilidades de los bonos europeos en mínimos
Una de las consecuencias que las expectativas inflacionistas sean tan bajas es que en el mercado de deuda, es decir los bonos soberanos de los países, vemos cómo las rentabilidades han registrado los niveles más bajos jamás vistas.
Nos encontramos pues que las rentabilidades de bonos alemanes, holandeses, españoles, portugueses, irlandeses y chipriotas a 10 años han alcanzado los mínimos históricos recientemente, mientras que sus equivalentes franceses, austriacos y finlandeses se ha acercado a los mínimos de 2016.
Todo esto en medio de un panorama de incertidumbre generalizada sobre el crecimiento de la Eurozona, con especial atención a sectores como el financiero y el automovilístico, la guerra comercial y el Brexit de fondo. Si el crecimiento es bajo, los estados recaudan menos y deberían tener mayores dificultades para controlar sus déficits públicos, lo que llevaría a acentuar su perfil de riesgo de los emisores y encarecer las rentabilidades de los bonos.
Pero todo tienen su explicación... Aquí se unen dos factores fundamentales el primero es la baja inflación que hemos comentado anteriormente y, como consecuencia de ello, el Banco Central Europeo ha abierto la puerta más estímulos para prevenir los temores de una recesión a escala global.
El dato más llamativo ante este escenario esperpéntico es que la rentabilidad del bono a 10 años alemán, el Bund, alcanzó los mínimos históricos situados en el -0,24%, es decir el emisor alemán puede emitir deuda a 10 años a tipos nominales negativos y el mercado se lo acepta dado, el contexto mencionado, el valor seguro de este tipo de títulos y las garantías de su emisor.
¿Volverá el BCE a poner en marcha el programa QE?
Todo parece indicar que, por ahora, el BCE** no reiniciará su programa de compra de bonos (QE) este año o el próximo**, a menos que el crecimiento económico se desacelere a un ritmo mucho más rápido de lo que ya se ha visto actualmente.
El BCE ya posee una gran cantidad de activos (equivalentes a aproximadamente el 40,4% del PIB de la zona del euro) y es probable que se enfrente a estrictas restricciones estructurales en cuanto a la compra de más activos si decide reiniciar el QE.
La decisión en 2015 de hacer compras de activos a gran escala fue difícil de impulsar políticamente a través de un electorado alemán reacio. En consecuencia, el reinicio de la QE podría resultar aún más difícil.
Después de decir repetidamente que el programa de compra de bonos terminaría en diciembre de 2018, ya que la economía de la Eurozona estaba en mejor forma de lo que sugieren los datos más fidedignos, su reintroducción socavaría gravemente la credibilidad y, por lo tanto, la eficacia de las orientaciones futuras del BCE. Cuanto menos creíbles sean las previsiones, menor será su impacto en las expectativas del sector privado y, por tanto, en la economía real.