El 1 por ciento más rico del planeta es ahora más rico que el resto de la humanidad combinada (el 99 por ciento restante) de acuerdo al último Informe Oxfam publicado este lunes. Según este informe, la concentración de la riqueza aumenta a pasos agigantados: mientras el año 2010, 388 personas tenían el equivalente al 50% de la riqueza total. Hoy, las 62 personas más ricas de la lista de Forbes tienen la misma riqueza que los 3.500 millones de personas más pobres. De acuerdo al estudio, la riqueza del 1 por ciento más rico aumentó 44 por ciento en los últimos cinco años, a US$1760000000000 (1,76 billones de dólares), mientras que la riqueza de la mitad inferior cayó 41 por ciento, a US$1000000000000 (1 billón de dólares).
La organización utiliza estas estadísticas para argumentar que la creciente desigualdad supone una amenaza para la expansión económica y la cohesión social. Estos riesgos ya se han observado en países como EEUU, Grecia y España, y son los que siembran las tensiones en las calles de América Latina y el Medio Oriente. Oxfam advierte que los gobiernos deben tomar medidas para reducir la polarización, y uno de estos pasos es poner fin a los paraísos fiscales que ayudan a los más ricos a ocultar más de 7600000 millones de dólares (US$7,6 billones).
Las estadísticas de Oxfam se basan en los informes sobre la riqueza mundial entregadas anualmente por Credit Suisse, que tiene la ventaja de estimar el patrimonio de los principales impulsores de las grandes fortunas. En mayo pasado, la OCDE publicó un informe sobre las desigualdad en el mundo y aunque su metodología era totalmente diferente, la institución llegó a las mismas conclusiones que Oxfam: "Durante los últimos 30 años, las desigualdades de ingresos han aumentado en la mayoría de países de la OCDE, y a veces llegando a niveles históricos. El Coeficiente de Gini - una medida común de la desigualdad de ingresos que oscila entre 0 (total igualdad de ingresos) y 1 (cuando el total de ingresos va a una sola persona) - se ubica actualmente en un promedio de 0,315 en los países de la OCDE, supera 0,4 en Estados Unidos y Turquía y llega a 0,5 en Chile y México". Mientras el 1 por ciento más rico ha aumentado su riqueza, el 40% más pobre se ha hecho más pobre.
Por eso el tema de la desigualdad, que ha comenzado a ser debatido intensamente desde la publicación del libro El capital en el siglo XXI de Thomas Piketty, es uno de los problemas centrales de la economía mundial, dado que cuestiona la cohesión social, la democracia e incluso el crecimiento y el desarrollo económico mundial.
En la raíz de esta brecha cada vez mayor, una de las principales razones de la concentración de la riqueza es el crecimiento de la rentabilidad del capital en detrimento de la rentabilidad del trabajo. En casi todos los países ricos y en muchos países en desarrollo, la proporción del ingreso nacional resultante para los trabajadores disminuyó. En otras palabras, los trabajadores están cosechando menos frutos del crecimiento económico. Por el contrario, los dueños del capital lo han visto en constante aumento en la forma de intereses, dividendos o utilidades bursátiles a un ritmo mayor que el crecimiento económico, dice Oxfam.
Los empleados y los trabajadores ya no están asociados con las ganancias de la innovación, la tecnología, el crecimiento, la productividad. Sus ingresos han caído muy por debajo de la expansión de los últimos treinta años. Las cifras citadas por Oxfam son impresionantes: entre 1988 y 2011, el 10% más rico del mundo captó el 46% del crecimiento de los ingresos, mientras que el 10% más pobre sólo el 0,6%.
La crisis acentúa la brecha
Esta brecha ha sido acentuada por la crisis. Mientras los más pobres han pagado dramáticamente las consecuencias de la crisis financiera, los miles de millones inyectados por los bancos centrales para impulsar la máquina económica han terminado beneficiando a los más ricos. El sector financiero ha sido el principal beneficiario de ese derroche de dinero de los bancos centrales y uno de cada cinco multimillonarios está relacionado con este sector.
Asimismo, los presidentes y directivos de las grandes corporaciones también participan activamente en el sistema y se otorgan salarios excesivos, sin comparación con el resto de los empleados. Las diferencias pueden ser de hasta 300 o 400 veces, dentro del mismo grupo. La prensa británica ha destacado este hecho señalando que en apenas 22 horas, los propietarios y directivos de las empresas más grandes ganan el salario promedio anual de un empleado de la compañía.
Este 1% es un mundo aparte. De acuerdo a Oxfam existe toda una gran red de abogados y administradores que se organiza en torno a ellos para ayudarles a reciclar fortunas en paraísos fiscales y evitar todo tipo de impuestos. Según las estimaciones del economista Gabriel Zucman, 7,6 billones de dólares (US$7600000000000) se guardan en cuentas de los paraísos fiscales. Oxfam cree que es urgente poner fin a estos paraísos fiscales y terminar con la evasión de impuestos.
La concentración del poder económico sólo ha servido a los intereses de una minoría creando un círculo vicioso que perpetúa y refuerza el control de los mercados y recursos económicos por una élite a costa de la inmensa mayoría. Oxfam denuncia que toda la actividad económica del mundo parece estar al servicio del 1 por ciento más rico. Y esto se hace evidente al constatar la corrupción entre gobiernos y empresas y los estrechos vínculos existentes entre el poder económico y el poder político.
Se habla de las desigualdades económicas apuntando a los ricos y se olvida la pobreza. Y la pobreza y la desigualdad están inextricablemente vinculados. No se puede superar la pobreza sin mejorar la desigualdad. Y esto también ha sido potenciado por la crisis. El desempleo o el empleo precario deja a muchos sin la posibilidad de escapar de la pobreza. Según Oxfam, entre 2007 y 2011, la tasa de pobreza se incrementó en más de un punto porcentual en los países de la OCDE, hasta situarse en el 9,4 por ciento. En Grecia aumentó más del doble y llegó a 27%, seguida de España donde alcanzó el 18 por ciento. La precariedad, el desempleo y la pobreza es un círculo vicioso que termina negando oportunidades a las generaciones futuras. Por eso que el tema es apremiante y sorprende que nada se haga para revertirlo.
Todas las principales organizaciones internacionales - OCDE, FMI, Banco Mundial - coinciden en que el aumento de la desigualdad ha llegado a un punto insostenible. Tan insostenible que se vuelve contra-productivo en términos económicos. Sin embargo, pese a que todos parecen estar a favor de una mejor redistribución de la renta, año tras año las cifras son más escandalosas y la acumulación y concentración de la riqueza continúa. Nada cambia. La miseria y la pobreza siguen creciendo ante la impávida mirada de quienes defienden a los dueños del mundo.