La economía mundial se aceleró en 2017. A pesar de que no tenemos los datos de cierre de 2017, en base a las proyecciones del FMI y del BCE, el PIB del mundo creció un 3,6%, siendo la mayor tasa de crecimiento de los últimos cinco años.
La Eurozona ha estado acelerando su ritmo de crecimiento en los últimos trimestres. Y es que desde la crisis de deuda, el conjunto de países que integran la moneda única habían sido incapaces de marcar un ritmo de crecimiento superior al 2%.
No obstante, el año pasado se consiguió superar esos niveles. Si el ritmo de crecimiento interanual del primer trimestre de 2017 era del 1,70%, en el tercer trimestre la economía europea se aceleró hasta el 2,50% -niveles no vistos desde el primer trimestre de 2011-.
Este crecimiento está fundamentado en un entorno global favorable y una política monetaria acomodaticia que recordemos que el BCE decidió extender el programa de compra de activos más allá de diciembre de 2017, a un ritmo mensual de 30.000 millones de euros.
En las siguientes líneas vamos a repasar cómo han aprovechado las principales economías del euro -Alemania, Francia, Italia y España- los factores externos en su crecimiento.
Alemania, la locomotora europea se acelera
El fuerte crecimiento de la Eurozona fue impulsado por la mayor economía de Alemania, que en el tercer trimestre se aceleró aún más, impulsada por las fuertes exportaciones y las crecientes inversiones de las empresas en bienes de equipos. El Bundesbank pronostica un crecimiento final de 2017 haya sido del 2,2%, corrigiendo los efectos estacionales.
La razón principal de esto fue una notable recuperación la economía global, responsable de la actividad exportadora de empresas industriales alemanas. Como resultado, la utilización de la capacidad industrial se incrementó, y las empresas invirtieron más fuertemente en bienes de equipo.
El hecho de que el crecimiento tenga una base amplia y esté impulsado internamente proporciona una resistencia relativamente alta a las perturbaciones a corto plazo. Lo más probable es que la economía no se vea afectada por la incertidumbre política que ha seguido a las elecciones parlamentarias de septiembre de 2017.
Tras casi cuatro meses sin Gobierno y el fracaso de las negociaciones con los liberales y verdes, actualmente, Angela Merkel se encuentra en conversaciones con el Partido Socialdemócrata (SPD) para establecer un programa conjunto y reeditar la Gran Coalición.
La primera economía del euro goza de altos niveles de confianza de los inversores, destacada por su condición de refugio seguro en tiempos de crisis y reflejada en sus bajos costes de financiación -los vencimientos de los bonos hasta cinco años cotizan con rentabilidades negativas-.
Francia y el efecto Macron
Francia ha sido toda una sorpresa en 2017 y es el otro gran motivo por el cual la economía de la Eurozona ha conseguido superar ese ritmo de crecimiento del 2% que se nos resistía. Desde el año 2012, Francia era incapaz de crecer a una tasa superior al 1,5%. De hecho, en los últimos años el ritmo de crecimiento de la economía francesa ha sido alrededor de un 1%, evidenciando los graves problemas estructurales del país.
No obstante, en 2017 vimos que la tasa de crecimiento interanual pasó de un crecimiento del 1,16%, correspondiente al primer trimestre del año, a una tasa del 2,29% al finalizar el tercer trimestre. Es decir, que con solo dos trimestre el ritmo de crecimiento de la economía francesa se dobló.
Las encuestas empresariales han mostrado un mayor optimismo en la economía francesa desde la elección de Emmanuel Macron como presidente en junio, y su gobierno ha impulsado una reforma laboral que espera que impulse una mayor actividad e invierta la tendencia de creación de desempleo en los último años.
Se espera que finalmente la inversión empresarial se haya incrementado un 3,9% en 2017 frente al dato del 3,4% en 2016. También se espera que los hogares aumenten sus inversiones en un 5%, que sería la tasa más alta desde 2006.
Si Francia, la segunda economía de la Eurozona, hubiera permanecido en el crecimiento estancado vivido en los últimos años, el crecimiento del PIB de la Eurozona no hubiera podido acelerarse fuertemente como hemos visto en los últimos trimestres.
La economía italiana resurge
La economía italiana ha destacado tradicionalmente por un elevado grado de estancamiento y debilidad desde la creación del euro. A pesar de este contexto, 2017 fue positivo para Italia ya que consiguió pasar de un crecimiento del 1% (dato de cierre de 2016) a una cifra del 1,70% en tan solo tres trimestres.
Como hemos comentado varías veces, el gran problema del euro es Italia por su bajo crecimiento y su alta relación relación en la deuda pública sobre PIB que asciende al 132%, siendo la segunda más alta de la Eurozona por detrás de Grecia.
El sector bancario italiano ha mostrado signos de mejoras fruto de la recapitalización cautelar del tercer banco más grande del país, Banca Monte dei Paschi di Siena y la resolución de otros dos bancos más pequeños a mediados de 2017 han reducido.
Por ahora, el coste para el Gobierno italiano de sus últimas intervenciones bancarias ha sido relativamente pequeño hasta ahora, con una provisión total de capital de 10.200 millones de euros (0,6% del PIB de 2017), que ya se contabilizan en el ratio de deuda pública.
Sobre el riesgo político lo veremos este año con la celebración de elecciones generales. Los tracking actuales implican una amplia división de escaños y una difícil dinámica de coalición, con la posibilidad de un gobierno minoritario.
España no aprovecha la coyuntura global
Durante los tres trimestres contabilizados de 2017, España ha sido capaz de seguir creciendo a un ritmo superior al 3%. Sin embargo, no ha aprovechando la buena coyuntura global. Si el crecimiento del PIB era del 3% en 2016, en el tercer trimestre del año pasado la evolución interanual fue del 3,1%, mostrando mayor potencial de crecimiento que sus principales socios.
Para entenderlo, si analizamos el comercio exterior, cerca de dos tercios de todo el comercio exterior (el 64,8%) de España está vinculado a la Unión Europea, y poco más de la mitad (el 51,8%) establece relaciones comerciales con los países de la Eurozona (efecto divisa cero).
Según el Banco de España, durante el período octubre‑diciembre la economía española habría mantenido un ritmo similar al del tercer trimestre del año (el 0,8%). Dicha estabilidad en el ritmo de crecimiento de la economía sería consecuencia de dos fuerzas que operan en sentidos opuestos.
El fortalecimiento de los mercados de exportación habría contrarrestado los efectos adversos derivados del aumento de la incertidumbre relacionado con la situación política en Cataluña, que, de acuerdo con la información disponible —relativamente escasa— se habrían concentrado especialmente en esa comunidad autónoma.
Se ha producido una nueva reducción del déficit de las administraciones públicas, que se espera que el objetivo del 3,1% del PIB en 2017, frente al 4,5% de 2016 y el 5,3% del PIB en 2015, respaldado por el fuerte crecimiento del PIB. La mayor parte de la reducción del año pasado se produjo en el lado del gasto, donde ha habido una contención general y una caída más marcada del gasto en desempleo, capital e intereses de la deuda.