Por qué si la economía de España va como un cohete, los españoles no lo estamos notando en el día a día

Por qué si la economía de España va como un cohete, los españoles no lo estamos notando en el día a día
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Si todos los indicadores muestran que el PIB seguirá creciendo, ¿por qué, una amplia mayoría, no lo notamos en el bolsillo? Esta pregunta, puede parecer capciosa, pero la realidad, una vez más, se muestra compleja.

La economía española va como un cohete, las previsiones de crecimiento del PIB superan el 2 % para los próximos cuatro años, se puede llegar a acariciar el pleno empleo español (por debajo del 9 % de paro), el turismo supone ingresos como nunca antes, las exportaciones van bien y la inversión ha repuntado con menores tasas de inflación y un euríbor más controlado.

Todo parece ir por buen camino, pero el bolsillo no lo nota. La mayoría de los trabajadores llevan dos décadas perdiendo poder adquisitivo. Entonces, ¿qué ocurre? ¿Son los indicadores macroeconómicos un triste consuelo?

España va bien

A diferencia de economías como la alemana, cuyo plan de inversión integral en energía y comercio parece haber fracasado, España arroja cifras prometedoras y buenas perspectivas en el corto plazo.

El año pasado, la economía aumentó a un ritmo seis veces mayor que en el resto de los países europeos, y se espera que el PIB siga creciendo por encima del 2 % hasta 2027.

El análisis del Gobierno, además, plantea la posibilidad de reducir el paro por debajo del 9 % antes de 2027 (de facto, esto significará pleno empleo en España), algo que Pedro Sánchez tratará de conseguir (o, por lo menos, afirmar), peleando con uñas y dientes, en esta legislatura.

El turismo, a su vez, está catapultando la economía española (pese a cierto discurso institucional con ambivalencias), y seguirá "tirando del carro", sobre todo, gracias al turista extranjero. Sin embargo, la exportación de servicios no turísticos (consultoría, telecomunicaciones, informáticos) está despegando a toda velocidad, según las cifras del Banco de España (2023).

A todo ello se suma un mayor control de la inflación y los tipos de interés, que empezaron a arrojar resultados positivos a principios de año: más compraventas de pisos, concesión deh ipotecas, mejores condiciones financieras, un euríbor menos descontrolado...

Los españoles, regular

Todo lo anterior, no obstante, no cala en el día a día de los españoles. A finales del año pasado, se cerraba el ejercicio con una inflación media en un 3,55 % (2023), con un retroceso importante en los sueldos de trabajadores públicos y del 55 % de los empleos privados. Se salvaban los pensionistas y los boomer, y lo seguirán haciendo.

El pico de inflación de 2022 (8,4 %) y el auge sostenido en el precio de los alimentos y los productos de primera necesidad suponen un grave escollo para la mayoría de los españoles.

Algunos datos básicos para bajar estas cifras al suelo: el precio de los alimentos ha aumentado un 84 % en 20 años, los sueldos de los españoles solo han crecido un 58 %. O sea, se ha perdido, por lo menos, un 15 % de poder adquisitivo para alimentación básica.

Si bien la inflación interanual (2023) es de las más bajas de la zona euro (2,6 %, frente al 5,2 % de media europea) venimos de una evolución descontrolada del IPC desde 2020, donde creció sin control hasta finales de 2022, con el agregado de un menor aumento de los salarios.

A grandes rasgos, los empleados españoles llevan 16 años perdiendo poder adquisitivo, donde la inflación acumulada agrava el problema y los puestos intermedios todavía lo sufren más.

Todos perdemos, menos los pensionistas

Los jubilados, y los más recientes pensionistas (baby boomers) se mantienen mejor posicionados, tanto por ahorro, como por vivienda en propiedad y mejores rentas medias: quizá pierdan poder cierto adquisitivo, pero el golpe es mucho menor frente al resto.

El resto de trabajadores, no solo no estamos notando el crecimiento del PIB español, sino que cada vez somos más pobres.

La actual generación entre 65 y 75 años, tiene un nivel de riqueza algo menor que las anteriores, pero unas rentas medias superiores, por lo que la situación suele quedar compensada; en cambio, los menores de 35 años, apenas tienen ahorros (en comparación) ni vivienda en propiedad, con una riqueza media mucho menor.

En resumen: en una panorámica general, todos perdemos, menos la generación de nuestros abuelos. El poder adquisitivo de la generación boomer puede que esté aguantando, pero también mostrando la fragilidad del sistema de pensiones.

Buenos indicadores macro, el resto está por ver.

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