El nuevo fraude financiero que sacude al mundo demuestra que lo que está en el fondo de la crisis no es otra cosa que la simple codicia humana. El jueves fue arrestado el inversor Bernard Madoff, gran figura de Wall Street, por una estafa que puede llegar al récord de Guiness: 50 mil millones de dólares. Si bien esta suma es menor a la mayor estafa de la historia (la electrónica Enron, el año 2001, por 63.400 millones), los expertos señalan que esta de Madoff puede llegar a superarla (se habla de 70 a 80 mil millones de dólares).
Conocido por ser el fundador de la sociedad de inversores Bernard L. Madoff Investors Securities en 1960 y ex presidente de Nasdaq, Madoff fue acusado por el FBI de estafa masiva a través de uno de sus hedge funds, y podrìa ser condenado a 20 años de cárcel. Madoff ofreció el llamado esquema de Ponzi por el que se ofrecen inversiones con una rentabilidad inusualmente alta para atraer clientes. Dado que los intereses se van financiando con los fondos de los nuevos inversionistas que ingresan al sistema, cuando se corta el flujo de los nuevos socios se produce el crack y la pirámide se reviertre. Este colosal fraude está causando pérdidas cuantiosas en inversionistas españoles cuyo impacto aún no se dimensiona.
Este nuevo fraude pone en el tapete el tema que está de fondo en toda la actual crisis: la salvaje codicia humana y la falta de ética que rige el modelo económico. Es esta ausencia de ética la que está generando el derrumbe del actual sistema y esto es así porque el mercado, por si solo, no puede determinar si una actividad es o no es ética. Al respecto, en su encíclica Centesimus Annus el Papa Juan Pablo II señaló “el desarrollo no debe ser entendido de manera exclusivamente económica, sino bajo una dimensión humana integral”.
El punto central de este argumento se encuentra en la determinación y valoración de las teorías del desarrollo en las cuales la economía modelística y de expectativas racionales no toma en cuenta la ética del desarrollo. Este mismo aspecto fue abordado por el otrora Cardenal Joseph Ratzinger, quien en 1985 presentó su artículo sobre La economía de mercado y la ética:
En el ámbito económico se asigna vigencia a la tradición inaugurada por Adam Smith según la cual el mercado es incompatible con la ética porque “cualquier acción moral voluntaria contradice las reglas del mercado y simplemente termina por desplazar al empresario moralizante del mercado”. Durante mucho tiempo la ética económica se consideró, por consiguiente, expresión hueca, dado que en la economía se trataría de efectividad y no de moralidad. Era la lógica interna del mercado la que nos debía liberar de la necesidad de tener que apoyarnos en la mayor o menor moralidad de los diferentes agentes del mercado. El juego correcto de las reglas del mercado era lo que mejor garantizaría el progreso y la justicia distributiva.
Los espíritus animales planteados por Keynes como elementos desestabilizadores del sistema económico han sido desenmascarados en este macabro 2008. El juego determinístico de las fuerzas del mercado que la economía tiende a ver como una convergencia gravitatoria donde el hombre actúa en función de leyes naturales, ha llevado al declive de la disciplina y tiene al mundo al borde del abismo. La falsedad sobre la pureza del libre mercado está mostrando sus fallas incluso si asumimos que nadie engaña, miente o roba. Porque detrás de esta crisis, en el backstage conceptual de la teoría económica, no sólo está el consumismo y el hedonismo excesivo, sino también el repudio frontal a la vida.
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Diario ABC, Expansión.com
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