Aunque parezca mentira, España lo ha hecho bien económicamente en los últimos 120 años y el Reino Unido, no tanto

En los últimos 120 años, el progreso económico europeo ha estado marcado por grandes transformaciones y, pese a lo que podríamos creer, España sobresale más de lo que muchos se imaginan.

Según estudios recientes (en concreto, Regional Economic Development in Europe, 1900-2010: A Description of the Patterns de Rosés y Wolf, 2018), la evolución del PIB per cápita regional, muestra cómo España se posiciona entre los principales vencedores, mientras que el Reino Unido no ha tenido una evolución tan favorable. Es más, nuestros vecinos del norte han mantenido una trayectoria más modesta y algunas de sus regiones han ido perdiendo relevancia.

La carrera económica: ganadores y perdedores

Las regiones españolas han experimentado una de las mayores mejoras relativas en PIB per cápita. La Comunidad Foral de Navarra encabeza la lista de "ganadores", escalando 124 posiciones en el ranking europeo entre 1900 y 2010. La explicación se encuentra en su desarrollo industrial, así como en la diversificación de la economía, tanto hacia la automoción como a las renovables.

Una dinámica similar a la que han vivido otras regiones, como el País Vasco, Madrid y Cataluña, que han mostrado un progreso sostenido, consolidando el avance económico del país en su conjunto.

En este sentido, las cifras del PIB son iguales o superiores al promedio europeo (hasta un 20% mejores) y, en algunas regiones, como la capital española, alcanzan porcentajes superiores todavía.

Por otro lado, las regiones del Reino Unido han tenido un progreso desigual. Entre los grandes "perdedores", encontramos a Gales, donde el PIB per cápita ha caído notablemente en este periodo, perdiendo hasta 99 posiciones en el último siglo.

Londres mantiene su estatus como centro económico, pero su liderazgo resulta insuficiente para equilibrar la caída en otras regiones británicas, muy evidente en el centro de la isla. Por el contrario, Irlanda también ha visto un aumento general del PIB.

Asimismo, otras regiones europeas, como Bolzano y Trento han tenido una mejora notable de posiciones, gracias a su posición estratégica y el paso a una economía basada en el turismo y la especialización.

Mientras, Leipzig o Chemnitz, en Alemania, han sufrido caídas significativas y cercanas a las británicas, 94 y 107 posiciones respectivamente, que el informe relacionada con el impacto de la Segunda Guerra Mundial y el estancamiento asociado a su ubicación en el bloque socialista soviético.

De 1900 a la actualidad

En 1900, las regiones más ricas de Europa se movían entre Londres, Île-de-France (París) y Luxemburgo. La capital británica lideraba con un PIB per cápita de 6.489 dólares, marcando una brecha significativa frente a sus principales competidores.

Sin embargo, en 2010, si bien la región londinense seguía siendo una de las economías más fuertes, había sido superada ya por regiones como Luxemburgo (37.683 dólares) e igulada por la Île-de-France (35.371 dólares).

En el caso español, aunque ninguna región aparecía entre las más ricas en 1900 (por razones obvias, relacionadas con el nivel de industrialización y el trabajo en el campo, principalmente), el salto relativo de regiones como Navarra y Cataluña muestra una transformación notable.

En términos relativos al promedio europeo, Navarra ya supera significativamente a varias de las zonas tradicionales del Reino Unido, como North England o West Midlands. Si bien las regiones españolas no aparecían entre la élite europea de 1900, su crecimiento destaca en términos relativos, lo que refleja una modernización exitosa dentro del marco de la Unión Europea, donde el estudio señala tres grandes virtudes:

  1. Industrialización y diversificación económica, pasando de una economía agrícola a una basada en la industria y los servicios avanzados, como ocurrió con la comunidad foral.
  2. Políticas de cohesión de la Unión Europea, para las que España ha sido notablemente beneficiaria de los fondos europeos para impulsar infraestructuras y modernizar industrias.
  3. Estabilidad macroeconómica y apertura comercial, sobre todo, impulsada a partir de los años 80, cuando el país empezó a adoptar políticas económicas para favorecer este crecimiento sostenido.

Por el contrario, el Reino Unido da muestra de cómo la desindustrialización de muchas de sus regiones durante las últimas décadas del siglo XX ha contribuido al declive de áreas como Gales y el norte de Inglaterra. En este sentido, el ejemplo español es justo el contrario: políticas adecuadas, integración europea y un mayor margen de mejora (por supuesto, hay que ser realistas) han sido motores de crecimiento y convergencia económica, lo que explica el cambio global.

Foto 1: Pedro Sánchez; foto 2: Keir Starmer

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