A mi juicio, no está el horno para bollos como para pedirle a las empresas que, por ley, suban los salarios un tanto por ciento concreto. No dudo de que quizás muchas pymes y grandes empresas podrían absorber este incremento de costes laborales sin problemas, pero también es cierto que para otras tantas podría suponer su crucifixión y posterior extinción.
Sin embargo, lo que creo que sí que se puede aplicar sin problemas es una subida de salarios vía bajada de impuestos. Si, por ejemplo, le bajamos el IRPF a los trabajadores, sus nóminas aumentan. Por otra parte, una reducción de las cotizaciones sociales que soportan las empresas fomentaría la contratación. Son todo ventajas.
Algunos diréis que una medida así reduciría los ingresos del Estado. Sin embargo, esta situación no tiene por qué darse si, como efecto colateral, el incremento salarial se traduce en un aumento del consumo, que a su vez mejoraría la contratación y, por efecto pieza de dominó, aumenta la recaudación pública vía impuestos directos e indirectos.
El problema para que una propuesta de este tipo se implemente está en la visión cortoplacista de nuestros gestores económicos, incapaces de ver más allá del corto plazo. Para ellos, más impuestos equivale a más recaudación, ignorando los daños colaterales conllevan sobre el consumo las subidas impositivas. A la situación actual me remito.
En El Blog Salmón | ¿Es un buen momento para subir salarios? La pregunta de la semana y Los salarios de los españoles suben un año más, según el INE
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