Este panorama cambió con la aparición de jugosos contratos para las retransmisiones televisivas y la llegada de un maná proveniente de empresas del sector inmobiliario. Las ingentes cantidades de dinero ganado en ese sector picaban a la puerta de los equipos de fútbol en busca de reconocimiento social.
Pero la crisis del ladrillo también ha llegado al fútbol patrio. Las primeras victimas han sido el Grupo Lábaro, patrocinador de la selección nacional, y la constructora SEOP, patrocinador y principal accionista del Racing de Santander.
La lista de equipos en los que participan empresas del ladrillo es mayor. Entre los 20 clubes de la Primera División de fútbol, al menos seis -el Almería (Obras Campo), Deportivo de La Coruña (Fadesa), Getafe (Grupo Galco), Real Murcia (Grupo Casazul), Osasuna (Restaura), y el mencionado Racing tienen entre sus grandes patrocinadores a empresas relacionadas con el debilitado sector inmobiliario. En la Segunda División también Piso Perfecto y Grupo Urco Urbasa invierten en el Nástic de Tarragona y Alavés, respectivamente.
Y en el baloncesto también están presentes. Cuatro equipos de la ACB comparten nombre con empresas del ladrillo: Akasvayu Girona, Polaris World Murcia, Grupo Capitol Valladolid y la gran revelación de la temporada, el Iurbentia Bilbao.
Ya pueden los gestores deportivos ir preparándose para el cambio de ciclo inmobiliario y buscar nuevos patrocinadores. Tal vez podrían fijarse en la experiencia de la Formula 1 cuando tuvo que cambiar debido a la reglamentación legal sus patrocinadores relacionados con el tabaco por las entidades financieras.