Ayer se consumó el rescate express del Banco Popular, auspiciado por Europa y que convierte al Santander en líder de muchos segmentos: es el banco con más activos de España (superando a Caixabank), es líder en crédito a Pymes y su cuota de mercado rozará el 20%.
El Banco Santander ha crecido de forma espectacular desde principios de los años 90, pero esto no siempre ha sido positivo para sus accionistas. Aunque la trayectoria en bolsa no es mala, el crecimiento del banco ha sido muy superior a lo que han visto sus inversores.
Crecimiento a costa de todo
La política del Banco Santander desde 1990 ha sido crecer, crecer y crecer. El pistoletazo lo dio en 1994 cuando absorbió Banesto, tras la intervención por parte del Banco de España. El Santander se convertía así en el banco más grande de nuestro país.
Luego llegó la fusión con el Central Hispano, en 1999. En principio una fusión entre iguales pero que acabó convirtiéndose, tras luchas internas, en el Santander de siempre. Y después vino la expansión internacional, todo siempre con el objetivo de ser más grandes.
Ayer vimos el último movimiento, absorbiendo el Popular, algo que recuerda a la situación de 1994 y Banesto. Todo esto les ha hecho ganar tamaño, mucho tamaño, llegar a ser uno de los principales bancos del mundo, pero, ¿y el accionista?
Ampliaciones y diluciones
Para llegar a este punto el Santander ha realizado múltiples ampliaciones de capital y por tanto diluciones de su capital. Está claro que no ha llegado a esta posición a través de crecimiento orgánico.
De hecho el último movimiento se ha visto ayer, para absorber al Popular el Santander realizará una ampliación de capital por 7.000 millones de euros. Una nueva dilución más para ganar en tamaño.
No todas las diluciones son malas. Si se amplía para crecer comprando a buen precio entonces el negocio puede mejorar y los accionistas, incluso los que no acuden a la ampliación, pueden ver aumentado su patrimonio. ¿Ha sido así en el caso del Santander?
Capitalización y precio de la acción
Veamos los datos. Desde 1990 la capitalización del Santander se ha disparado. En 1990 tenía una capitalización de 3.468 millones de euros. Ayer era de 84.577 millones de euros, un crecimiento del 2.338 %, lo cual no está nada mal en 27 años.
Sin embargo el accionista no ha visto ese crecimiento de la acción. Es cierto que ha recibido dividendos y por tanto el valor a mirar es el total return con reinversión de dividendo. Es decir, qué revalorización ha visto un accionista que compró en 1990 y ha reinvertido todos los dividendos pero sin acudir a las ampliaciones.
El resultado es que ha ganado dinero, pero no tanto como el crecimiento que ha visto el banco. El crecimiento ha sido de un 810%. Bastante superior a lo que ha crecido la inflación en ese periodo (115%), pero muy inferior al crecimiento del banco. Y también hay que tener en cuenta que el PER ha pasado de 8,6 a 12,13, así que parte de la revalorización no está acompañada de aumento de beneficios.
Lo que está claro es que los consejos de administración de las empresas que no son los dueños suelen querer ganar tamaño de una forma mucho más agresiva que si lo fueran, y esto es lo que ha pasado con el Santander (no olvidemos que la familia Botín, que controla el banco desde su creación, no tiene ni un 1% de las acciones).