Hace apenas un mes las campanas sonaron en Abengoa. Los medios de comunicación daban por cerrada su reestructuración y las familias que dependen de la compañía sevillana volvían a respirar. Pero la alegría fue efímera, muy efímera. Los bancos acreedores que iban a ser los propietarios de la Nueva Abengoa han puesto pies en polvorosa nada más entrar. Tal vez, porque la situación real de la compañía era mucho peor de lo esperado. En menos de un mes, el que fuera el buque insignia de las energías renovables españolas vuelve a estar con el agua al cuello abocada a un rescate público o a, como muchos creen, a la quiebra definitiva.
Para quienes no sigan día a día este culebrón, no es fácil entender la larga agonía por la que está atravesando la compañía sevillana desde que en 2014 salieran a la luz las primeras dudas sobre su salud financiera y a finales del 2015 comenzara a luchar contra el riesgo real de quiebra.
En marzo de 2016, parecía haberse llegado a una solución. Como os contábamos en El Blog Salmón los fondos buitre se habían quedado con una de las compañías punteras en energías renovables en España. Lo que parecía una estrategia de libro (entrar en una compañía con problemas trocearla, establecer un ajuste interno y recuperar la inversión) quedó solo en la teoría. En la práctica, fuentes que participaron en aquel proceso aseguran que los intereses políticos frenaron el saneamiento de la eléctrica española cuando todavía era posible.
Después de verano, la solución parecía haber recaído en los bancos acreedores y fondos de inversión. Ellos iban a ser responsables, como contó nuestro compañero Raul Jaime el pasado octubre, de dar a luz a la Nueva Abengoa. Lo que parecía zanjado el entonces ha tardado siete meses en ser plasmado en un papel. Pero la demora no parece que hiciera el compromiso más fuerte, sino todo lo contrario.
El 31 de marzo nació, oficialmente, la Nueva Abengoa con el Banco Santander como primer accionista. ¿El resultado del colegueo entre la presidenta Andaluza, Susana Díaz y la presidenta del banco, Ana Botín? Aunque lo apuntan muchos analistas y lo publicó El Confidencial, será difícil probarlo.
Lo que sí se sabe es que el Santander, máximo tenedor de la deuda de la compañía desde que estalló el conflicto, ha liderado desde entonces las negociaciones para salvar Abengoa. Por eso, a nadie le extrañó que se hiciera con su control adquiriendo acciones por valor del 9,63% de la compañía. Le seguía el resto de la banca acreedora. El 8,77%, en manos de Crédit Agricole, Caixabank se quedaba con un 4,95%, Bankia, con el 4,64%. Otro 4,58% se adquirió el Banco Popular y el 3,18% fue a parar a la propiedad del Banco Sabadell. La importante presencia de fondos de inversión quedó en una represantación casi testimonia con D.E. Shaw, suscribiendo el 3,62% y Arvo Investment Holding, haciendo lo propio con 3,53%. Las presencia del resto de fondos quedó por debajo de 3% con lo que no están obligados a hacerla pública ante el regulador de los mercados y, por tanto, se desconoce.
Esta solución también implicó que los acreedores (esos mismos bancos incluidos) aceptaran un 96% de quita en sus deudas y los nuevos dueños se comprometieran a un inyección de capital de 1.169 millones de euros, (655 millones de dinero nuevo) de liquidez.
El subidón bursátil que habían experimentado las acciones de Abengoa ante la inminencia de este acuerdo, apenas duró lo que tardó en conocerse que llegaba acompañado de una emisión de 17.800 millones de acciones nuevas (1.577 millones de nuevas acciones de clase A- con derecho a voto- y 16.316 millones de acciones de clase B.) que se sumaron a los 941 ya existentes. El objetivo era diluir la propiedad de los antiguos dueños en un 95%, para dejar la participación de la antiguoa Abengoa en un testimonial 0,34% y la de Javier Benjumea en un casi inexistente 0,02%. Pero con la operación, las acciones se desplomaron un 80% y supuso la casi volatilizaron de las inversiones de muchos pequeños accionistas.
Bancos a la fuga
Pese al disgusto de muchos, parecía ser el minuto cero de la nueva Abengoa. Pero el Banco Sabadell no tardó en romper el hechizo. Once días después, la entidad presidida por Josep Oliú culminaba su vinculación con Abengoa vendiendo todo el paquete de acciones adquiridas.
La decisión del Sabadell sorprendió lo justo. Durante todo el proceso de negociación, no había ocultado sus intenciones de abandonar Abengoa en cuanto se presentara la ocasión. En 2015, fue el primero en vender la deuda a los fondos buitre, a precio de derribo enfrentándose al resto de bancos acreedores.
En contra de lo ocurrido entonces, Sabadell no se ha quedado solo. Poco después saltaba la sorpresa: quien vendía era Banco Santander. El accionista de referencia por menos de una quincena vendía parte de las acciones y se quedaba con un escueto 2,3% en cartera. En ese momento sí, el desconcierto fue total. Ese movimiento alimentó las dudas de que cualquier intención del presidente Gonzalo Urquijo de reflotar la compañía tiene escasas posibilidades de triunfo. "Abengoa está técnicamente quebrada. No hay activos suficientes que vender capaces de subsanar el destrozo que se ha hecho", explica un antiguo directivo.
Crédit Agricole, Bankia y Caixabank ha sido los siguientes en vender acciones y reducir casi por debajo de la mitad su participación en Abengoa.
¿Conclusión? Un año y medio meses después de los primeros movimientos para salvar financieramente a Abengoa, la compañía parece volver a la casilla de salida. Eso sí ahora, con muchos más jirones.
La posibilidad de un rescate público vuelve, como en 2015, a plantearse casi como la única solución. El impacto que una quiebra de Abengoa podría causar en Andalucía es algo que Susana Díaz no quiere imaginar ni en sus peores sueños. Y eso, que el peso de la masa de empleados se ha rebajado desde los 7.000 que tenía en 2015 (4.000 en Andalucia). Todas las empresas satélites que los Benjumea habían constituido están han puesto en marcha, Expedientes de Regulación de Empleo (EREs) ya sean fijos o temporales. Aunque, en la central el trato ha sido menos duro. Además, se cuentan por centenas los 'voluntarios' que han dejado la compañía con la consiguiente descapitalización de talento.
El futuro, a cara o cruz
En estas condiciones, lo que muchos se preguntan es ¿Quién va a querer hacer negocios con esta compañía? En otras palabras ¿Alguien confía en Abengoa?
Fácil no es. "Ni siquiera se sabe quiénes son los actuales dueños", recuerdan algunos inversores. Porque si todos los bancos han vendido sus acciones eso significa que alguien las ha comprado. Pero ¿quién? Imposible saberlo. Las nuevas plataformas de inversión y la actual regulación permiten con total legalidad realizar estas compras mediante operaciones opacas que ocultan quién está detrás de cualquier movimiento bursátil.
La información que proporciona Bloomberg indica que a principios de la última semana de abril Caixabank tenía un 3,8% de acciones A y un 0,43% de acciones B. Bankia, 2,5% (A) y otro0,30% (B); Santander, 2,02% (A) y 0,39% (B). La gestora Gesiuris SA, 0,02%. Inversión Corporativa; 0,17%. José Abascal Domínguez, 0,04%, De Shaw Galvanic, 0,02%; Javier Benjumea, 0,02% Finarpisa, 0,01% y el resto está en manos de bancos custidios como State Street o Blackrock.
Lo único que parece claro es que no hay ningún accionista de referencia, sino muchos fondos de inversión ávidos de mucho riesgo. "Tener Abengoas ahora es una estrategia suicida. O lo pierdes todo en una quiebra o te quedas pillado como ha ocurrido con Pescanova hasta que consigan reflotarla. Sin poder vender y mientras pagando en el banco todos los gastos que esa tenencia de acciones bloquedas implica", explica un borker que no quiere repetir el error por segunda vez.
A mediados de abril, la prensa económica informaba de lo que parecía ser otro atisbo de esperanza: el primer gran contrato de la Nueva Abengoa, como dijeron los medios. Tampoco lo era así. "La construcción de una nueva desaladora en Arabía Saudí era un acuerdo firmado hace tiempo, qué no podía ser cancelado", comentan fuentes de sector financiero. "Nadie va a encargar nada importante y a largo plazo a una empresa de la que no se sabe ya casi nada", insisten.
En la recámara todavía queda la joya de la corona, la división estadounidense de energías renovables Atlantica Yield. (antes Abengoa Yield) Según publicó Expansión el pasado 4 de abril, Abengoa habría puesto en venta esa filial en línea con el proceso de desinversiones que lleva realizando sin parar a lo largo del último año. En el mercado hay serías dudas de que Atlantica Yield esté en venta. Hispanidad.com asegura que ha sido la garantía para la entrada de capital nuevo y, por tanto, no está en disposición de ser vendida. "Incluso aunque la vendan, ¿qué ganan, mil millones más? con eso no hay ni para empezar a remontar? ", comentan fuentes consultadas.
Ante esta situación, la partida es a cara o cruz. O España se remanga y rescata Abengoa como lo ha hecho con bancos, autopistas... o todo apunta a que dentro de no poco estaremos escribiendo en este blog el responso de la que pudo ser la reina del sector de las energías renovables mundial. Hasta entonces, los analistas están convencidos de que "Banco Santander seguirá siendo el encargado de mantener el valor", ya sea tal y como está ahora o con el contrasplit anunciado.