Despilfarrando energía en las ciudades

Ahora que está en boca de todos la rocambolesca medida del gobierno para ahorrarnos unos euros en la factura energética, creo que viene a colación señalar el despilfarro de energía eléctrica que se produce en nuestras ciudades, con tal vez alguna excepción que yo desconozca. Algunos ayuntamientos proponen medidas de cara a la galería como gastarse unos cuantos millones de euros en renovar farolas por unas que consuman unas decenas de miles de euros menos al año. Es como tener un coche de tres años que consume seis litros y gastarte 40.000 euros en uno que gaste cinco para ahorrar.

Yo creo que hay medidas mucho más efectivas para reducir la factura eléctrica municipal, aunque requieran una inversión inicial importante, la reducción de consumo será mucho más de un 30%, y al mismo tiempo se mejorarán otros aspectos como la seguridad en las vías. Para eso es necesario analizar que se está iluminando y como, pero eso no es algo en lo que los municipios pongan especial empeño.

¿Qué estamos iluminando?


A continuación señalo los casos en que la iluminación no es eficiente, quiero suponer que hay casos en los que no es así, lo que significa que en ese lugar se ha estudiado algo la iluminación.

Iluminamos la calzada, desde las avenidas de entrada a las ciudades a cualquier calle cuentan con una iluminación tan potente que se hace innecesario llevar las luces del vehículo encendidas para ver. Y así pasa, que van muchos con las luces apagadas por ciudad y alrededores, con el evidente peligro que eso supone, ya que las luces no son sólo para ver sino para ser vistos.

Iluminamos el cielo. Luminarias con forma de bola que lanzan la luz en todas direcciones produciendo además de contaminación lumínica un gasto innecesario.

Iluminamos las aceras, de manera deficiente, con restos de la luz que ilumina las calzadas. De tal manera que los vehículos que tienen luces que pueden encender tiene la vía iluminada y los peatones apenas ven por donde pisan (las sombras de los coches tapan la poca luz que llega a las aceras).

Iluminamos parques y sendas peatonales, con farolas que en muchos casos iluminan lashojas de los árboles o están tan distanciadas que dejan muchas zonas en sombra.

Iluminamos monumentos y edificios singulares. Esta práctica si se hace bien embellece la ciudad, pero iluminar exageradamente un edificio encajado entre calles estrechas que no permite una amplia perspectiva, no es para nada eficiente ni realza nada, del mismo modo que no sirve de nada bañar las fachadas de los edificios con una cantidad de luz tal que se pueden sacar las muelas a alguien en su interior sin encender las luces de dentro.

¿Qué y como deberíamos iluminar?

Los pasos de peatones y carriles bici. Con una iluminación uniforme a lo largo de la calzada los pasos de peatones no se distinguen a menos que se incremente mucho la intensidad de la iluminación, lo que puede deslumbrar a viandantes y conductores aparte de suponer un gasto extra.

Las calzadas. No se deberían iluminar más que con la luz ambiente que pudiese llegar desde las aceras. De esa forma e iluminando correctamente los pasos de peatones, estos serían más visibles lo que incrementaría la seguridad. Obligando a los coches a circular con las luces encendidas para ver la calzada permite que sean más visibles y que circulen más despacio (ya que el campo de visión es menor)

Las aceras y calles peatonales. Con iluminación indirecta y uniforme, sin dejar zonas en sombra ni iluminar el cielo.

Los parques. Con iluminación que nos permita ver por donde andamos que no quede oculta entre la arboleda.

Otras medidas

En horas sin apenas densidad de tráfico (noches) los semáforos podían estar apagados, con un ceda el paso que indique la preferencia en el cruce es suficiente, es ineficiente estar parado dos minutos en un semáforo a las 4 de la madrugada para que no cruce ningún peatón ni vehículo.

En definitiva esas y otras medidas podrían ahorrar un buen pico en la factura de la luz de todos los ciudadanos. Pero como siempre nos topamos con intereses ocultos que no permiten que las cosas se hagan con un mínimo de sentido común.

En El Blog Salmón | La economía insostenible
Imagen | Fran Carreira

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