La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha puesto de relieve la dependencia Europea en materia energética de factores externos. Es algo que no es reciente (no hay más que ver la crisis del petróleo de los años 70), pero desde luego lo que ha dejado bien claro es que el plan de descarbonización que tenemos es todavía muy incipiente y no es, desde luego, suficiente para dejar de depender de las importaciones de gas y petróleo de Rusia.
En las noticias se habla mucho de la electricidad, debido a que sus altos precios son un indicativo de un problema, pero lo cierto es que el consumo energético de electricidad no es ni siquiera el mayor de los consumos energéticos en países como España: el transporte, la calefacción el uso industrial tienen mucho peso.
Consumo de energía primaria en España
Si miramos el último año del que hay datos detallados, 2019, España conumió 126.107 ktep (kilotoneladas equivalentes de petróleo). Esa energía se transforma en un consumo de energía final de 91.510 ktep, de los cuales 86.158 ktep son para usos energéticos y 5.352 ktep para usos industriales no energéticos.
También se puede ver en el diagrama anterior la procedencia de la energía primaria en España. Ahí las renovables solo suponen un 14% del total, siendo principalmente el petróleo (44%) y el gas natural (25%) los dos que tienen mayor peso. Es cierto que desde 2019 los datos han evolucionado, pero los de 2020 son un poco raros debido a la disminución de la demanda por la pandemia.
Por tanto, aunque en la producción eléctrica ya se puede hablar de que la producción renovable es de al menos un 40% (un 60% si metemos ahí la nuclear) y que la producción con combustibles fósiles está por debajo del 40%, lo cierto es que si miramos todo el consumo energético de España (no solo el eléctrico), la parte de combustibles fósiles es todavía muy mayoritaria, sobre el 70%.
La descarbonización en Europa
Cuando se habla de descarbonización muchas veces se simplifica en exceso, diciendo que lo que hay que hacer es instalar más placas solares en los tejados desaprovechados. Independientemente de que esta visión tiene muchas pegas prácticas (¿quién lo paga? ¿cómo se afronta el transporte? ¿cómo se almacena para las noches o días nublados?), lo cierto es que el consumo eléctrico no es, como hemos visto, el principal consumo de energía en un país como España (el resto de Europa es equivalente).
Por un lado tenemos el transporte. El consumo de productos refinados del petróleo (gasoil y gasolina) es muy significativo. Muchas veces se habla del vehículo eléctrico, pero aparte de los problemas prácticos (coste de los vehículos y de los cargadores) también existen otro tipo de problemas (¿qué pasa con los camiones de largo recorrido? ¿soportará la red un incremento de la demanda?).
Y también tenemos otros usos energéticos, como en calefacción o en industria, que difícilmente se pude electrificar sin incurrir en altos costes y desde luego no se puede hacer de una forma precipitada porque no habría, por poner un ejemplo, suficientes instaladores y bombas de calor para sustituir todas las calefacciones de gas natural o gasoil que hay en España.
Por eso siempre que se habla de descarbonización en Europa se pone un horizonte de 2050. Y aún así treinta años son pocos para todas las medidas que hay que tomar. Por ejemplo hay ámbitos donde no hay solución, se necesita "quemar" algo, y ese algo va a ser hidrógeno que actualmente se obtiene emitiendo CO2 (a través de procesado de gas natural). La obtención de hidrógeno a partir de electricidad es muy poco eficiente y los costes a corto plazo serán muy grandes.
Soluciones para dejar de depender de Rusia
El problema inmediato es la crisis de suministro que nos viene si se sanciona más duramente a Rusia o si estos cortan el suministro. Y por tanto el plan de Europa es lograr más gas y petróleo de forma alternativa a corto plazo, dejando un poco de lado el foco en la descarbonización.
Pero como se ha visto recientemente en otros sectores, cambiar la cadena de suministro no se puede hacer fácilmente sin crear disrrupciones e incluso interrupciones. Y hay varios problemas a afrontar.
Por un lado en el tema del petróleo se puede intentar recurrir a otros proveedores habituales, sería cuestión de presionar para que los productores habituales aumenten su producción a cambio, no solo de dinero, sino también de otros favores políticos.
En el caso del gas el problema tiene otra vertiente. El gas que importa Europa es principalmente ruso y viene por gaseoductos. La solución sería importar más gas licuado a través de barcos, pero hay dos problemas: no hay suficientes en el mundo y por otro lado faltarían centros de regasificación (el gas licuado hay que "deslicuarlo" e inyectarlo en las redes de distribución de gas).
Por tanto el plan de Europa es dejar de depender del gas y petróleo rusos implica obtener alternativas de gas y petróleo, meter más renovables en la producción eléctrica para reducir el uso de gas, aumentar la eficiencia energética, transformar usos industriales, y así dejar de depender de Rusia en... ¡2030!