La subida de tipos de interés que estamos viendo este año por parte de las autoridades monetarias para combatir la inflación, supone un duro golpe para los países altamente endeudados porque en el momento de enfrentarse a los vencimientos de deuda que hay que refinanciar con nuevas emisiones, el coste de la emisión, es más alto.
Durante muchos años el control del déficit ha sido una cuestión menor para muchos países desarrollados y esa carencia de estabilidad presupuestaria ha llevado, en muchos casos, a deudas récord y que, a pesar de los bajos tipos de interés, estuvieran afrontando pagos elevados por el servicio a la deuda.
Desde la óptica del los países de la OCDE, muchos países mantienen una deuda pública superior al 60% del PIB, siendo los más altos los registrados en Grecia (194,63%), Italia (156,14%), Portugal (138,76%), Reino Unido (128,55%), España (122,43%), Bélgica (120,17%) y Francia (118,5%). Entre los 22 países miembros de la OCDE y la UE (OCDE-UE), la deuda bruta de las administraciones públicas aumentó del 97% del PIB en 2019 al 115% en 2020.
Tener una elevada deuda puede ser un problema dependiendo del coste de ella. Y en ese punto entra el riesgo país que mide tanto los riesgos económicos como los políticos. Los riesgos económicos están asociados con la condición financiera de un país y su capacidad para pagar sus deudas. Pero también tenemos los riesgos políticos están asociados con los políticos de un país y el impacto de sus decisiones sobre las inversiones que condicionará la capacidad de pago de la deuda y también la voluntad de afrontar el pago de la misma.
Pero gracias a los prolongados bajos tipos de interés, los gobiernos de la OCDE han pagado menos por su deuda en los últimos años, a pesar de que los niveles de deuda soberana son elevados y presentan una tendencia al alza en muchos países. Incluso, teniendo en cuenta el incremento de los montos de endeudamiento provocado por la crisis de COVID-19, el gasto en intereses de la deuda pública pendiente siguió disminuyendo en la mayoría de los países en 2020.
Según los datos de la OCDE, el país miembro que afonta una mayor carga de intereses en 2021 sería Italia porque está pagando el equivalente al 3,1% de su PIB en intereses. Seguidamente tenemos a Grecia, con el 2,6% y a Estados Unidos con el 2,5%. En el caso de Estados Unidos su coste viene condicionado por una Reserva Federal que tradicionalmente ha mantenido los tipos de interés más elevados que los del BCE.
La media del pago de intereses en relación con su PIB de la OCDE se sitúa en el 1,5%. Y quedan por encima países como Hungría (2,3%), Islandia (2,2%), Reino Unido (2,1%) y España (1,8%).
La sostenibilidad de la deuda
La sostenibilidad de la deuda soberana es un tema que ha ido ganando protagonismo por aumentos masivos de la deuda desde la crisis económica de 2008 y, más recientemente, durante la pandemia de COVID-19. En este contexto, algunos argumentan que los riesgos de sostenibilidad de la deuda se reducen significativamente siempre que el tipo de interés sea inferior a la tasa de crecimiento del PIB.
Si bien es cierto que un diferencial negativo entre los tipos de interés y el crecimiento ayuda a estabilizar la deuda a muy largo plazo, la dinámica de la deuda a corto plazo también depende del saldo presupuestario primario y de un aumento continuo de la deuda.
Con la situación presente, mantener una deuda alta aumenta la vulnerabilidad de los países a los aumentos de los tipos y las caídas del crecimiento, y aumenta los riesgos de refinanciación de la deuda. Esto es aún más importante dada la incertidumbre y la volatilidad que vemos hoy.
Si bien la respuesta fiscal a la crisis de la COVID-19 evitó daños en términos de empleo, al mismo tiempo, la deuda pública en relación con el PIB ha alcanzado los niveles más altos en varias décadas, lo que se suma a una tendencia alcista anterior a la crisis en la deuda soberana.
A pesar del aumento de la deuda y hasta ahora, los pagos de intereses del gobierno han disminuido desde la década de 1980, alcanzando un poco más del 1% del PIB en la economía mediana de la OCDE, siendo ese el principal incentivo para no detener la bola de deuda.
Con tanta deuda, las finanzas públicas hoy son vulnerables a los cambios en las condiciones económicas en general y sobre los tipos de interés en particular. Por ejemplo, las disminuciones en el PIB pueden generar grandes aumentos en la relación deuda/PIB. El riesgo de refinanciación está presente y debería mitigarse gestionando el vencimiento de la deuda para evitar la concentración de grandes refinanciaciones de deuda en un momento de tipos de interés altos. Las compras de bonos del gobierno por parte de los bancos centrales también podrían ayudar a mitigar los riesgos de refinanciación,